Un embajador frente a la crisis climática
Víctima él mismo del cambio climático, el embajador del Perú en los EE.UU., Oswaldo de Rivero, se ha propuesto lograr apoyo en Washington para ayudar al país a enfrentar la crisis hídrica que provocará la pérdida de los glaciares.
Medio en broma, medio en serio, el nuevo embajador del Perú en los Estados Unidos, Oswaldo de Rivero, se considera a sí mismo un “refugiado climático”.
Entre 2011 y 2019, De Rivero vivió en la isla Bald Head, frente a las costas de Carolina del Norte.
Se trataba de un modelo de ciudad sostenible pionero en su tipo. Estaban prohibidos los automóviles, solo se usaban carritos eléctricos, se reciclaba la basura y la electricidad provenía de una planta nuclear. Los residentes –poco más de un centenar– se enorgullecían de ser la primera isla con cero emisiones de gases de efecto invernadero en el país. Cada uno tenía responsabilidades que cumplir para mantener el equilibrio ecológico. A De Rivero –que venía de ser embajador del Perú en las Naciones Unidas– le tocaba ocuparse de que los cocodrilos y las tortugas vivieran en paz. Él estaba feliz.
–Era una cosa maravillosa– cuenta por teléfono desde Washington. –Éramos el primer pedacito de los Estados Unidos que no emitía gases a la atmósfera. Incluso, decíamos que debíamos independizarnos (risas).
Oswaldo de Rivero vivió ocho años en una isla azotada por huracanes. Foto: Archivo personal.
La crisis climática, sin embargo, no tiene piedad ni siquiera con los ecologistas.
Durante los años que el embajador vivió en Bald Head, la isla padeció ocho huracanes. Cada uno era más violento que el anterior. Cada vez que los residentes volvían de evacuar, encontraban las casas en estado calamitoso. Después del último, “Florence”, la destrucción fue tan grande que la mayoría decidió no volver. De Rivero se quedó en Carolina del Norte y comenzó a trabajar en la universidad estatal.
Hasta que este gobierno lo convocó para que fuera su embajador en los Estados Unidos.
Guerras por el agua
Sentir en carne propia cómo el cambio climático está intensificando los fenómenos climáticos en el mundo, como los huracanes, fortaleció la convicción del diplomático de que los países deben enfrentar este problema cuanto antes.
Hace unos días, cuando lo entrevistaron en una radio local, contó que se ha propuesto dos objetivos en Washington: el primero es lograr que un importante lote de las vacunas que los Estados Unidos donaran al mundo venga para el Perú. El segundo, obtener apoyo para que nuestro país enfrente la inminente crisis del agua que provocará la pérdida de los glaciares.
–Lo que dice el Panel de Expertos sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas es que para el 2035 o 2040 los países andinos comenzaremos a vivir una crisis por la escasez de agua– explica. –Los analistas prevén que aparecerán lo que llaman “turbulencias sociopolíticas”, que pueden ser desde protestas hasta guerras civiles, incluso internacionales.
De Rivero considera que lo primero que deberíamos hacer es un censo de aguas subterráneas para conocer nuestra capacidad de cara a la futura escasez. Y ampliar la capacidad de las lagunas que almacenan el agua de los nevados.
Pero también es urgente, dice, que busquemos nuevas fuentes de agua. Para él, la apuesta debería ser la desalación de agua de mar.
–Tenemos tres mil kilómetros de costa. Poner plantas desaladoras en cada uno de los valles principales y poner acueductos para regar los campos agrícolas y dar agua a las ciudades.
El principal reparo con esta tecnología es su elevado costo. Producir agua para el consumo humano a partir de agua de mar puede ser hasta tres veces más costoso que hacerla a partir de agua de ríos y lagunas.
Pero el embajador dice que con el uso de energías renovables, como la solar, los costos pueden reducirse sustancialmente.
Un bloque andino
Le preguntamos a Juan Miguel Pinto, presidente de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua (ALADYR), qué tan factible es instalar plantas desaladoras para abastecer de agua a las ciudades usando energía solar.
–Los costos de operación de una planta desaladora se han reducido muchísimo en los últimos cinco años.– dice –Lo más caro sigue siendo el consumo energético y por eso usar energías renovables, como la solar o eólica, es la nueva tendencia y se está viendo mucho en muchas partes del mundo. Tú podrías poner una desaladora en el norte, en una zona alejada de todo, le pones paneles solares y durante doce horas produces agua para todo el día.
Pinto pone un ejemplo en Australia, donde una empresa instaló en la ciudad de Perth una desaladora que funciona con energía eléctrica, pero al mismo tiempo construyó un parque eólico que le devuelve a la red nacional la misma cantidad de energía que la planta consume.
–[Ante una crisis hídrica] la desalación será una alternativa para las ciudades costeras de Latinoamérica– dice. –Pero no debe ser la única. Lo primero se debe hacer es reusar el agua y, en segundo lugar, producir agua para el consumo humano del agua de mar.
El embajador Oswaldo de Rivero se ha propuesto convencer a autoridades, políticos e inversionistas de Washington de que deben ayudar a los países andinos a prepararse para ese momento en el que la escasez de agua generará convulsión en esta parte del continente.
Ya se ha reunido con algunos investigadores de think tanks norteamericanos, como el Consejo de las Américas de la Sociedad Americana, y en de unas semanas dará una charla sobre este tema en la Universidad John Hopkins, pero es consciente de que él solo no tiene el suficiente peso político para lograr grandes apoyos.
–Creo que el presidente del Perú podría convocar a los presidentes de los países andinos para discutir este tema. Y que formen un bloque que vaya a las conferencias y cumbres climáticas a pedir ayuda de Europa y los Estados Unidos. Porque este no es solo un problema del Perú, tampoco Chile ni Ecuador ni Bolivia van a tener agua. Este es un problema conjunto y el Perú podría tomar el liderazgo.