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Domingo

En la mente de La Nueva Invasión

Cumbia del siglo XXI. Son la tercera generación de los migrantes que llegaron a Lima del interior del país. De ahí el nombre de esta banda. Su música es un mix de cumbia, rock, chicha y huaino. La han sudado para lanzar su nuevo videoclip “Yo te quiero así”.

En la mente de La Nueva Invasión
En la mente de La Nueva Invasión

"Nos preguntaban: ¿Tocan cumbia o son una banda de rock? Aquí quieren encasillar todo, todo lo quieren identificar, ¿qué música tocas?, ¿eres peligroso?, ¿quieres cambiar el sistema?, ¿me vas a morder?".

Los de La Nueva Invasión (LNI) marcan la cancha. De saque, el tecladista Gonzalo Lissia dice que detestan las etiquetas para su música. O te gusta o no te gusta, así se debe clasificar a esta mezcla ecléctica de cumbia, rock, chicha, guaracha y huaino que sale de esta banda con nueve años de vida, donde quenas y guitarras eléctricas alternan en armonía.

Para este sexteto de treintañeros hay que abolir los géneros musicales, los géneros en general. Siguiendo esa línea con tufillo anárquico, presentan su nuevo videoclip Yo te quiero así (un adelanto de su tercer disco) que reúne a todo tipo de parejas sin etiquetas. Se besan mujeres con hombres, mujeres con mujeres y también hombres con hombres. El amor es diverso y anárquico. El amor se expresa en todas sus formas.

Y siguiendo con la polémica sobre su música, dice el tecladista Fernando Castro, que también toca la quena y el charango: “Cuando surgimos nos dimos cuenta de que éramos demasiados rockeros para los cumbieros y demasiado cumbieros para los rockeros, estábamos en una especie de limbo". El vocalista del grupo, Luis Antonio Vicente, agrega: "Nuestra música es una especie de folclore de la clase media, ese es nuestro público y decirlo no está mal, hay que saber dónde estamos parados".

Y después de cuarenta y cinco minutos de conversación, la conclusión de este grupo que nació de dos confluencias –una banda de punk de San Miguel llamada Suicidas y otra de estudiantes sanmarquinos que tocaban instrumentos andinos– es que están aquí y allá, coqueteando con varios géneros musicales; y entre dos orígenes también, entre sus raíces como nietos de los migrantes que llegaron a Lima desde el interior del país, y su presente, pues son la clase media que baila cumbia.

"Recuerda que en los ochenta la cumbia psicodélica se convierte en “chicha” hecha por los jóvenes de los barrios populares con instrumentos recurseados y tocando al oído", acota Fernando, recordando la marginalidad del género, y no en sentido peyorativo sino más bien reivindicativo.

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Matando mitos

¿Por qué la-nueva-invasión?, preguntamos, y resaltan y subrayan que todos provienen de abuelos invasores, de gente provinciana que llegó a la ciudad a hacer que las cosas sucedan, y a hacerla crecer con las invasiones o pueblos jóvenes o barriadas como eran llamadas los hoy conos que son los brazos y las piernas de Lima.

De ahí el nombre, pues la invasión tiene que ver también con la autogestión: “Y esa es la consigna de la banda, no esperamos que un productor nos programe un concierto, nosotros nos la buscamos como nuestros abuelos”, dice Luis Antonio, corte de pelo de mechón teñido, camisa con estampado de plumas, look muy distinto al de hace unos años cuando usaba polos con mensajes como Menos tombos, más libertad.

Las letras también son el sello de la banda. "No sabes lo chévere que es escuchar corear a miles: ¡Camina con orgullo tu tiempo llegará!", dice el baterista moqueguano José Vargas. Es el coro de su hit Camina bonito, que con reminiscencias chacaloneras puede hacer llorar a cualquier clasemediero universitario que hoy vive en Barranco pero que creció en Comas: "Esta piel me la dio mi padre al nacer / recuerda que eres especial por lo que haces y por las cartas que te tocaron al nacer".

Pero sus letras no pretenden reivindicar a nadie, subraya Luis Antonio: "Nunca hemos pretendido hacerlo, nos parece importante que la gente se reivindique por sí misma, a lo mucho que podemos aspirar es a ser honestos y a contar nuestra historia”.

Sus letras hablan de sus experiencias del barrio, de la inseguridad ciudadana, del cobrador, del trabajador madrugador, de la piratería, de los tombos, de los políticos, de sus viejos sudándola por lograr una pensión decente.

"Podría ser una música para la cabeza y los pies por algún lado te agarra", dice el percusionista Gonzalo Lissia, es decir, con sus canciones se puede juerguear y también pensar.

En la mente de La Nueva Invasión

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Hay que ser político

"Todo contenido musical es político, ya sea por lo que se dice como por lo que no se dice. Cuando tenemos que asumir una postura lo hacemos abiertamente", dice Luis Antonio, quien a continuación enumera las marchas en las que han tocado: la AntiKeiko, la del Orgullo, la de la marcha por el Baguazo, entre otras.

Se distinguen de la cumbia del mainstream, esa de conciertos multitudinarios. Para LNI, los Yaipén, Agua Marina o el Grupo Cinco están al final de la línea evolutiva de la cumbia, ese género que despegó hace cuarenta años, y ellos se ven a sí mismos como un nuevo eslabón de la cadena que “rescata sonidos de raíz para hacer música con contenido”, acota el tecladista Fernando Castro.

"Aún no sabemos bien quiénes somos", añade poniéndole la cruz a la entrevista.

Se reconocen de clase media pues todos han ido a la universidad y de alguna forma son privilegiados: "Pero que conste que no tenemos padres que nos hayan regalado nada", dice alguien del grupo cuyo ícono tiene forma de insignia, una típica insignia de colegio fiscal, de esos que tienen números largos en lugar de nombres. Ellos son LNI, los nietos ilustrados de Chacalón.

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