Teatro El musical que ha sido interpretado en quince idiomas, se estrenará en Perú este 25 de mayo. Billy Elliot, el niño que quería bailar para olvidar, conquistará a la audiencia. Tras meses de ensayos, tres jóvenes actores lo encarnarán con pasión. ,Es una historia sencilla y difícil a la vez. En un pequeño pueblo en el que los hombres solo se dedican a practicar el boxeo y a trabajar como mineros, un niño quiere bailar porque cuando lo hace olvida todo lo malo y siente que vuela como un pájaro. Ese niño es Billy, quien a los once años descubre de forma accidental que prefiere el ballet antes que agarrarse a puñetazos con otros niños. Cuando su padre y su hermano -mineros ambos, hombres hoscos que resuelven todo gritando- se enteran de la intención del muchacho de convertirse en un bailarín profesional, se niegan rotundamente. La conducta de Billy es vista como una afrenta contra lo masculino, sus zapatillas de ballet son un tabú. ¿Llegará nuestro héroe a alcanzar su sueño? Esta historia fue llevada al cine el año 2000 por el director británico Stephen Daldry. Billy Elliot se llamó el filme que se convirtió en un éxito de taquilla instantáneo y ganó varios Oscar. Cinco años después fue llevado a los teatros de Londres, en una obra ambiciosa cuya musicalización corrió por cuenta de Elton John. Todo esto ocurría frente a los ojos de un joven Juan Carlos Fisher -director de teatro de obras como Una pulga en la oreja (2009) y Full Monty (2016)- quien había visto la película y luego el musical en Broadway y que en sus sueños más locos pensó dirigir algún día a los Billys peruanos. El próximo viernes, este deseo se concretará. Los zapatos de tap y el vestuario están listos, serán 30 actores entre adultos y niños en escena. En los camerinos del Teatro Peruano Japonés, utileros, coreógrafos, actores y bailarines se mueven como hormigas. El pie izquierdo de Brando Gallesi (15) se agita frenético también, no se sabe si por los nervios o porque practica insconcientemente los pasos de las árduas clases de tap. Billy, además de bailarín de ballet, es una máquina del zapateo. Han sido nueve meses de ensayos maratónicos de hasta doce horas diarias. Brando junto a Thiago Vernal y Ray del Castillo interpretarán a los tres a Billy Elliot. - Cuando bailo ballet y salto y hago giros, siento que floto -dice Brando-. Te vuelves más liviano pero al mismo tiempo tensas todos tus músculos, parace que no te mueves pero en realidad estás haciendo bastante fuerza. - Cada vez que bailas es una experiencia nueva para tu cuerpo. La música se mete en ti y tú demuestras todo lo que sientes bailando, es una forma de decir este soy yo y esto es lo que puedo hacer, interviene Thiago Vernal (15), que baila ballet desde los 9 años. Thiago entiende muy bien la epopeya que vivió nuestro Billy. Prejuicios que pesan Para situarnos en el espacio y el tiempo: la historia del niño que quiere ser bailarín transcurre de forma paralela a la mayor huelga minera ocurrida en Inglaterra entre 1984 y 1985, cuando Margaret Thatcher era Primera Ministra de ese país. Por un lado, los mineros se enfrentan a la policía y son fuertemente reprimidos, viven la caída del movimiento sindicalista británico. Por el otro, Billy quiere bailar, y brilla en medio del ocaso. Eso nos cuenta la película. Thiago es un muchacho largirucho que al igual que Billy descubrió muy temprano que quería ser bailarín. Se enamoró del ballet en el colegio cuando una profesora lo hizo tomar conciencia de sus habilidades para esta danza clásica que requiere mucha disciplina y sacrificio. - A mí papá le costó un poco entenderlo, dice. Antes del ballet lo matricularon en todo tipo de deportes, béisbol, tenis, básquet. Pero nada lo llenaba. A veces hasta no quería ir a las clases. Y cuando ganaba algún partido no se sentía completamente feliz. - Para mi papá fue un choque el ballet porque no sabía cuánto me iba a ayudar en mi formación como artista. Me decía tú di que bailas y punto pero, no digas que bailas ballet. Como él es piloto de avión, yo me iba a los castings cuando estaba de viaje. No es que me lo haya prohibido es que le costaba entender. - Este es un país castrante. Recién hemos empezado a aceptar que un hombre puede ser chef, y que una mujer, una boxeadora. Estamos tan llenos de prejuicios que debemos despercudirnos de eso. Eso es lo que pretende la obra, afirma Juan Carlos Fisher, el director, al que hace pocas semanas le llegó una noticia desagrabable. Los tres Billys, Ray, Thiago y Brando caminaban con tutús por el centro de Lima para una sesión de fotografía para el musical, cuando de pronto varios transeúntes se arremolinaron para verlos, entre ellos un par de señores que sin tino empezaron a descargar insultos homofóbicos contra los actores. - A mí me dio cólera, dice Ray. - Me da igual porque sé que hay personas cerradas que piensan que porque haces ballet eres gay. Nosotros estamos aquí para enseñarles que es un prejuicio tonto. Ni bailar ballet te hace gay, ni jugar fútbol te hace un machote, agrega Brando. Estos muchachos pertenecen a una nueva generación que está tratando de enseñarles a los otros que la libertad y el respeto a las diferencias no es una utopía. - La obra no es una alegoría contra la homofobia, es una celebración de la individualidad y el aceptarse como uno es, afirma Fisher. Varios rostros conocidos, como el boxeador Jonathan Maicelo, el congresista Alberto de Belaunde, la actriz Katia Condos, el periodista Federico Salazar, el actor Giovanni Ciccia (la lista es larga) se han puesto un tutú y se han plantado frente a la cámara para celebrar la libertad de la que habla Fisher. Se han plantado como lo hizo Billy Elliot cuando fue descubierto por su padre bailando ballet a escondidas. Es la escena de rebeldía más sublime que ha dado el cine. Canto a la libertad Si cenicienta tuvo un hada madrina que convirtió sus calabazas en carroza, Billy Elliot tuvo a la señora Wilkinson como hada para cumplir su sueño. Johanna San Miguel será quien dará vida a este singular y determinante personaje en el montaje peruano. Encarnará a la profesora de ballet frustrada que alentará a Billy a alcanzar su sueño de ser un bailarín, así tenga que recibir las recriminaciones del padre viudo (Bruno Odar) y el hermano del niño (Rómulo Assereto). No diremos cuál es el desenlace de esta historia. Hay que resaltar, sin embargo, el nivel de producción de este musical que ha sido interpretado en quince idiomas diferentes, y que Juan Carlos Fisher y su equipo presentarán este viernes 25 de mayo. - Los tres Billys fueron seleccionados después de un casting donde participaron más de 300 niños, apunta el director. Al ser seleccionados fueron puliendo el talento de cada uno. Ray, Thiago y Brando llevaron clases de tap, ballet, coreografía y actuación. - Billy Elliot es uno de los personaje más difíciles del mundo de la actuación, comenta Brando Gallesi. - Yo veía la película y decía: ¿podré hacer esto?, interviene Ray. Billy es un personaje universal que toca fibra porque todos nos hemos sentido alguna vez como ese niño del pueblo minero que quiere bailar y no lo dejan. - Puedes reconocer al personaje en algún familiar, amigo o compañero de trabajo que tuvo una pasión que rompía con lo tradicional: una niña de una familia de médicos que quiere ser tablista, por ejemplo, o un niño de una familia de abogados que quiere ser cantante. Piénsalo, apunta Fisher. Billy Elliot es ese niño que quiso bailar en un pueblo minero que perdía el brillo. Él era el brillo. Y bailó porque bailando todo lo malo desaparecía, y el sentía fuego en el cuerpo, y se veía así mismo volando como un pájaro, como electricidad.