Cultural

Héctor Abad Faciolince: “Escribí en la habitación donde dormían Mercedes y Gabriel García Márquez”

Escritor colombiano acaba de lanzar Salvo mi corazón, todo está bien, novela que escribió en la casa de México de García Márquez.

“Es una novela muy de pandemia, muy de enfermedad y de la vida amenazada”, dice el escritor colombiano. Foto: composición/EFE
“Es una novela muy de pandemia, muy de enfermedad y de la vida amenazada”, dice el escritor colombiano. Foto: composición/EFE

Bogotá. EFE

Dice Héctor Abad Faciolince en su nuevo libro, Salvo mi corazón, todo está bien, que en Colombia lo que más falta son padres y quizás por eso él ha decidido retratar a un padre peculiar, un cura bondadoso, amante de la ópera, el cine y el buen comer en un acto, desde su anticlericalismo, que va “contra lo políticamente correcto”.

Aunque quizás lo que realmente quiere decir es que en Colombia lo que hace falta son padres con corazón. Porque justamente la novela con el sello de Alfaguara, aborda la vida de este noble sacerdote a la espera de un trasplante de corazón, que se llama Luis Córdoba en el libro y está inspirado en su amigo Luis Alberto Álvarez.

“Es un libro en el que el corazón en el sentido literal -en el sentido orgánico, físico, visceral- está muy presente y también el corazón metafórico está presente todo el tiempo porque desde el punto de partida el protagonista está esperando un trasplante de corazón, una nueva vida”, explica.

“Es una novela muy de pandemia, muy de enfermedad y de la vida amenazada”, dice.

Era una historia que tenía desde hace tiempo pero que decidió echar a andar por el entusiasmo de amigos como Fernando Trueba, que llevó a la pantalla El olvido que seremos, en una beca en plena pandemia, en la casa en la que Gabo escribió Cien años de soledad.

“Yo escribía en la habitación donde dormían Mercedes y García Márquez”, recuerda el escritor. Era “intimidante” porque de ahí no podía salir “una idiotez”, necesitaba “algo que no fuera vergonzoso”.

Pero en medio de esta oportunidad que le brindó la Fundación para las Letras Mexicanas se cruzó un episodio personal: su propia enfermedad cardíaca empeoró y tuvo que vivir una operación a corazón abierto para un trasplante de válvula.

Después de El olvido..., donde reflejó toda la historia de su familia, de su padre, Abad Gómez, quería escribir algo ajeno.

“Quería escribir una novela de estos personajes que me caían muy bien y que no tenía nada que ver conmigo, pero la enfermedad me hizo que no fuera nada ajena a mí sino que me metiera de lleno”, asegura. Y se nota en una literatura médica, casi hipocondríaca, al describir el corazón, su funcionamiento y sus fallas.

Él, que no es religioso, incluso “matacuras”, como él mismo dice, de repente se vio de pleno reflejado.

Se acercó al personaje desde esa “cercanía de la muerte” que hace “pensar en qué es lo fundamental, qué es lo importante y qué es lo que puede pasar por la mente de alguien que está en una situación así y que se plantea después de una operación si quiere seguir viviendo de la misma manera o si de algún modo quiere vivir de otra manera”.

En la religión actual hay “una gran decadencia”, considera, y lo que se suele reflejar son los casos de pederastia -que en Colombia se cuentan por centenares, con la plana mayor de la Iglesia encubriéndolos y protegiendo a los culpables-, pero él quiso rescatar dos figuras de curas muy bondadosos y que llevaron la fe con cierta libertad y sin juzgar a los demás.