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Política

2020: El año de la marmota

“Para los peruanos, la perspectiva del próximo año se parece a esa película”.

larepublica.pe
SIFUENTES

La indiferencia generalizada que se ha vivido esta semana es un buen indicador de lo cataclísmico que ha sido este año que se va.

En estos días se difundieron cuatro revelaciones que, hace tan solo unas semanas, habrían constituido auténticas bombas atómicas para el establishment político local. Estas son: 1. Que Keiko Fujimori recibió, a lo largo de dos años, 400 mil soles de empresas del ‘Club de la Construcción’. No para su campaña, sino para su manutención. Para su día a día. 2. Que Nadine Heredia estuvo presente en las negociaciones de Odebrecht para obtener la multimillonaria licitación del Gasoducto. Incluso bloqueó a Graña y Montero de esta, como parte de su enfrentamiento con El Comercio. 3. Que Alan García contactó a Barata en 2011 para que financie a su candidato para sucederlo en la presidencia, Luis Castañeda (a quien ni siquiera menciona en ese apartado de sus memorias). 4. Que Alan García coimeó con 25 mil dólares al fiscal que lo salvó del caso El Frontón.

Ninguna de estas afirmaciones logró, siquiera, convertirse en trending topic tuitero. Una frialdad ciudadana que resulta coherente con la gélida campaña al Congreso 2020. Ya nada parece conmover a una opinión pública saturada de escándalos de corrupción cada vez más radioactivos y, al mismo tiempo, que no encuentra en sus élites ninguna reacción ante aquellos. Nada emociona menos que la monotonía. Según Datum, el 65% de peruanos se sienten insatisfechos con los candidatos porque son “más de lo mismo”. Los medios masivos solo refuerzan esa sensación, regalándoles espacios –de forma abrumadora– a candidatos de las fuerzas que deslegitimaron el Congreso disuelto. La población demanda cambios pero tiene la impresión de que la oferta sigue siendo la misma. Cualquier mercado en esta situación entraría en bancarrota.

En El día de la marmota, Bill Murray estaba condenado a vivir el mismo día una y otra vez, sin importar lo que hiciera. Para los peruanos, la perspectiva del próximo año se parece a esa película. Tendría que suceder algún punto de quiebre realmente radical –como el cierre del Congreso– para volver a despertar las pasiones. Algo como, por ejemplo, ese rumor cada vez más voceado: que el TC pretende declarar inconstitucional el cierre del Congreso justo la semana anterior a las elecciones. Quizás eso sí podría enrumbarnos hacia unos muy locos años 20.