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Opinión

¿A qué se dedican los partidos?, por Mirko Lauer

"La imagen de todo un partido relativamente exitoso metido en una universidad parece excesiva. Pero nada define mejor a APP que un centro de estudios, un equipo de fútbol, y una autocracia interna".

larepublica.pe
MIRKO

Entendemos que la principal actividad de Fuerza Popular es evitar que las acusaciones de lavado de activos lleguen a la meta. El objetivo es que su multiperdedora candidata no sea bloqueada por la justicia. Esto ha sido más importante en la historia de FP que buscar producir o impedir la excarcelación de Alberto Fujimori.

Visto desde fuera, entonces, FP está dedicada a acomodar las cosas para enfrentar una investigación y un juicio. Tumbar y reemplazar funcionarios de la Justicia no parecen mucha tarea para la bancada más grande del Congreso. Pero consideremos que la prisión ha sido la principal realidad del partido en decenios.

Muy distinta, pero a la vez paralela, imaginamos la situación de Perú Libre. Igual que en FP, aquí la mala relación de su líder con la justicia los ha definido, y limitado. También aquí las cosas tienden a ser manejadas por una familia y su círculo de confianza. ¿A qué se dedican? A que su jefe máximo, el profuguísimo, no sea capturado.

Esa actividad no es poca cosa partidaria. Poder ayudar al n° 1 forja prestigios y jerarquías, confirma lealtades (no olvidemos que hay recompensas), en este caso establece lazos con gente importante. Parte de la próxima lista parlamentaria está metida de lleno en este juego del gato estatal y el ratón doctrinario en fuga.

Imaginamos a Alianza para el Progreso como la extensión de un proyecto personal de César Acuña, el cual a su vez nos es difícil imaginar. ¿Es una oficina donde se mueven fichas para llegar a la presidencia por etapas intermedias? Acuña no parece apurado, incluso se le ve contento y satisfecho en la gubernatura de La Libertad.

La imagen de todo un partido relativamente exitoso metido en una universidad parece excesiva. Pero nada define mejor a APP que un centro de estudios, un equipo de fútbol, y una autocracia interna. Todo esto transmite la impresión, algo engañosa, de que afiliados, militantes y cuadros no trabajan 24/7 por una presidencia nacional de Acuña.

Dan ganas de decir que los partidos se distraen por caminos que no parecen realmente objetivos partidarios, sino caprichos del líder. No es la primera época en que sucede. Es lo que, desde otra perspectiva, se llama cocer habas.