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Opinión

Alcalde de caricatura, por Maritza Espinoza

“Esa actitud errática ha hecho que cada vez más gente en redes sociales comience a plantear su vacancia...”.

larepublica.pe
Espinoza

Al menos ese 26% de limeños que votó por Rafael López Aliaga y que hoy, como el resto, anda decepcionado con su pésima gestión, no podrá acusarlo de haberle mentido: ya desde la campaña, el hoy controvertido alcalde capitalino dejó ver que era poco más que una caricatura y hasta lo reafirmó identificando su imagen con la de Porky, el cerdito idiota de los Looney Tunes.

Eso, por no mencionar algunas alucinantes señales que ya ponían en evidencia que no se trataba de alguien normal —por decirlo en términos siquiátricos—, como cuando escenificó una ‘resurrección’ bien creepy en el Tiktok o aquella vez que, en una de las muchas entrevistas benévolas que le hacían sus amigos de Willax, dijo que, para él, la Virgen María era toda “una mamacita”.

Pero claro, con esa pulsión que tenemos los peruanos por asomarnos al abismo, la caricatura ganó las elecciones y desde el día uno fue obvio que no cabía esperar mucho de sus capacidades de gestión, sobre todo cuando, como una de sus grandes obras inaugurales, presentó una ridícula ‘playa artificial’, que no era más que la piscina de un parque zonal improvisadamente cubierta de arena y palmeras que no tardó en convertirse en un lupanar.

Ahora, a casi un año de su elección y con el cero por ciento de sus promesas de campaña cumplidas, López Aliaga sigue demostrando que habita en un universo paralelo. Mientras, por un lado, se pelea con los dirigentes de los comedores populares, a los que por obligación tiene que apoyar, por otro, se empecina en exaltar personajes irrelevantes (ahora le tocó al argentino Marcelo Tinelli) y rodearlos de honores.

Esa actitud errática ha hecho que cada vez más gente en redes sociales comience a plantear su vacancia y probablemente esa sea la única salida para una ciudad ya bastante castigada por su ineptitud. Sin embargo, igual podríamos parafrasear a esa antigua filósofa china llamada Malcricarmen Alva y decir: “¿No les gusta cómo gobierna este personaje de caricatura? La próxima, aprendan a votar, pues”.