De los 8.000 millones de soles destinados para paliar los efectos de El Niño, se ha gastado el 39%. Es una cifra pequeña que nos alerta porque ya los primeros impactos del fenómeno climático van acentuándose y se está consolidando entre los especialistas la idea de que se tratará de un evento grave.
En el comunicado oficial n° 17 del Enfen se señala que El Niño Costero, que se prevé que será más bien fuerte que moderado, tendrá mayor impacto en el verano del 2024, aunque sus efectos se empezarán a percibir entre los meses de noviembre y durarán hasta el siguiente otoño. Se ha dicho que las lluvias se concentran en la costa y la sierra norte, y una eventual sequía en el sur andino sigue la tendencia a la disminución de los niveles de caudal en ríos y lagos.
El Enfen ha alertado a los tomadores de decisión sobre la situación y sus posibles secuelas provocadas por las lluvias y los desbordes de ríos. Es necesario señalar que las amenazas contra la vida de personas y animales, así como bienes materiales, se afectan ante este tipo de eventos climáticos. Como señala la vocera del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño, ya no se trata de qué va a ocurrir, sino de cómo vamos a responder ante la llegada de los primeros efectos.
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Por eso es tan importante que se inviertan correcta pero aceleradamente los fondos destinados a paliar los efectos de El Niño. Un gasto de casi el 40% cuando estamos ad portas de lluvias y desbordes parece muy poco. Incluso se han retrasado innecesariamente las aprobaciones de los créditos suplementarios para los sectores y para las obras impulsadas por los propios congresistas. El documento que estuvo arrastrando los pies en la Comisión de Presupuesto durante meses ahora fue enviado con errores al Ejecutivo.
Somos un país en recesión que se enfrenta a un fenómeno devastador —al que conocemos perfectamente— sin los recursos necesarios invertidos en los lugares correctos, porque hay desidia y desinterés generalizados. Un elemento adicional que acentúa la dificultad es la falta de liderazgo evidente para conducir y gestionar en medio del desastre anunciado. Se necesita la voz autorizada que plantee un rumbo, una meta y una consigna. Nadie parece ser el indicado para lograrlo.