En España, aproximadamente viven 70.000 mujeres procedentes de países donde se practica la mutilación genital femenina (MGF) y, de ellas, unas 18.000 son menores de 14 años que están en riesgo de ser mutiladas, según reveló un estudio realizado por la Fundación Wassu de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Una de las falsas creencias de quienes siguen este ritual es que la mutilación genital hará más fieles, más fértiles y más hacendosas a las mujeres. De este modo, en la cultura islámica se busca controlar la sexualidad y autonomía de ellas.
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Según la ONU y otros organismos internacionales, la MGF es una de las mayores expresiones de violencia de género, que se ampara en la religión con la consigna de que se trata de un precepto islámico establecido en el Corán.
La ONU define la mutilación genital femenina como “una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos”, tales como los labios vaginales y el clítoris. Esta práctica es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.
Una de cada cuatro mutilaciones es realizada en centros sanitarios. Estas pueden causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.
Un grupo de mujeres de la Asociación de Mujeres Africanas de Castilla- La Mancha y Médicos del Mundo se han unido para desmontar los mitos alrededor de la mutilación genital femenina mediante talleres de prevención, educación y formación. Estos van dirigidos a adolescentes provenientes de países subsaharianos donde practican la MGF, profesionales de salud y docentes.
La MGF, “si no se hace con competencia cultural, lo reciben como imposición, como un rechazo a su cultura. Y, como en cualquier sistema patriarcal, cuando una cultura se siente amenazada, lo que hace es perpetuar ciertas prácticas y las prácticas culturales que más se reafirman son aquellas que atentan contra las mujeres”, explica Aisse Dansoko, una de las activistas que lleva a cabo estos talleres de educación.