Es bibliotecóloga por San Marcos y fue becaria del Erasmus Mundos Action Programme para una estancia profesional en el Doctorado en Formación en Sociedad del Conocimiento en la Universidad de Salamanca, España. Hace años, cuando era estudiante, Fabiola Vergara hizo sus prácticas en la Biblioteca Nacional. Tiene quince años trabajando en distintas bibliotecas y centros de documentación. Desde hace un mes es la nueva directora de la Biblioteca Nacional y desde allí espera conseguir que los libros, en cualquier formato, lleguen a la mayor cantidad de lectores.
¿Como bibliotecóloga esperaba dirigir algún día la Biblioteca Nacional? ¿Es el sueño de todo bibliotecólogo?
No sé si de todos los bibliotecólogos, pero en mi caso particular sí estaba dentro de mis aspiraciones profesionales y dentro de mi línea de carrera, para la cual me he preparado y he trabajado en todo mi desarrollo profesional.
Además usted ya llevaba algunos años en la Biblioteca Nacional.
En la Biblioteca Nacional he estado en los últimos años. Y siendo estudiante también hice prácticas aquí. Adicional a eso he trabajado en diversas bibliotecas: públicas, municipales, de instituciones privadas, académicas, escolares. Conozco una diversidad de bibliotecas.
¿Por qué se interesó en la bibliotecología? ¿Qué le atraía de esta carrera?
La bibliotecología es interesante por los temas de información. También hay un componente de un gusto por la lectura y por el libro. El año que yo ingresé a la universidad, en 1998, se lanzó la plataforma de Google. Entrábamos a otro contexto, a un entorno en que las bibliotecas no solo se ocupan de los libros sino de la información en todos sus soportes.
Hace un mes es la directora de la Biblioteca Nacional. ¿Qué es lo más urgente por hacer?
Ha habido normativa que ha salido publicada en los dos últimos años. Me refiero a la nueva ley de depósito legal, la ley del libro, la lectura y las bibliotecas, la Política nacional de cultura y otras. Son normativas que requieren que las ejecutemos. Y eso implica cambio de procesos, acciones que tenemos que tomar, programas que tenemos que crear e impulsar. Por otro lado, estamos en un proceso de retorno a las actividades presenciales y de los usuarios a las bibliotecas.
La pandemia afectó todas las actividades presenciales. ¿Cómo hicieron para seguir brindando servicios y acercar los libros a la gente?
Los dos últimos años, durante toda la pandemia, estuve a cargo de la Dirección de Acceso y Promoción de la Información (DAPI), que tiene a su cargo los servicios bibliotecarios en todas las sedes, las plataformas digitales, la programación cultural, las investigaciones y la edición de las publicaciones. Fuimos reconocidos por la creatividad que pusimos para sacar nuevos programas –ganaron un premio a la innovación– y ver nuevas vías de acercarnos a la ciudadanía. Sacamos programas como el Aló BNP, que es un servicio de lectura por teléfono. Otro servicio fue el de bibliotecas móviles que van a lugares donde no hay servicios bibliotecarios. Otra acción fue pasar toda la programación cultural al entorno virtual durante año y medio. Y recién a partir de julio de este año hemos empezado con actividades mixtas en la programación cultural, que implican, por ejemplo, exposiciones itinerantes al aire libre en un programa llamado BNP a tu encuentro.
¿Se reforzaron los servicios digitales?
Al inicio de la pandemia la BNP contaba con una plataforma digital y ahora cuenta con seis que brindan servicios para distintos públicos objetivos y distintas colecciones. Una de esas plataformas digitales es la Biblioteca Pública Digital que nos ha servido para mantener al público lector. Ahí se puede leer en línea. Esta plataforma está hecha pensando en dos públicos específicos: uno es el público que de repente no tiene acceso a internet constante. Esta plataforma permite que te prestes un libro en línea y luego por catorce días no necesitas de conexión a internet para leerlo. Y el otro punto es que en la Biblioteca Pública Digital hicimos una selección de muchos audiolibros pensando en personas con alguna discapacidad o dificultad para la lectura. Hay otros formatos para llegar a las personas.
El Aló BNP, de lectura de libros por teléfono, suena novedoso. ¿Cómo funciona?
Hemos repensado una tecnología clásica y está dirigido a personas mayores que por temas de confinamiento no podían salir e ir a espacios de lectura. Una persona inscribe a un familiar en la página web de Aló BNP, indica su número y qué intereses tiene y qué días está disponible para recibir una llamada. Desde la BNP tenemos los libros por temática y trabajamos con bibliotecarios o voluntarios. Ellos realizan las llamadas telefónicas a los usuarios. Un voluntario tiene asignado a un usuario, por ejemplo, todos los martes de seis a siete, y le lee el libro. Y se va generando no solo un espacio de cultura, sino de conversación y acompañamiento.
Tengo entendido que incluso usted le ha leído libros a algún usuario.
En el Día de la Amistad, en febrero, en donde además estábamos en confi namiento total, y los ánimos estaban a flor de piel. Yo les leí poemas a varias personas, dedicadas por parientes que no podían verlas o abrazarlas y era una emoción muy grande para usuarios y lectores.
Parte de los desafíos de su gestión es la protección del patrimonio bibliográfico-documental y eso implica un inventario general de las colecciones. ¿Cuánto se ha avanzado en ese trabajo?
El inventario es una tarea pendiente porque representa una gestión grande en términos de poder mantener todas las colecciones. Se ha avanzado en la planificación y directivas y en consultas a las instituciones del Estado que ven estos temas de inventario. Y también con un trabajo conformado por una comisión creada en la biblioteca. Ya han salido las directivas que permitan hacer este trabajo, estamos avanzando ahora en la planificación y en conseguir los recursos. Es un tema que demanda la ciudadanía y en aras de transparentar la gestión vamos a conducir este inventario.
El inventario es importante porque así sabemos lo que hay en la biblioteca, y con ello se podría evitar la pérdida de libros o documentos valiosos, que es un problema de la BNP de muchos años.
Allí estamos hablando de la colección patrimonial o el fondo antiguo. Este material está custodiado en unos repositorios especialmente adaptados para ello, que cuentan con cámaras de videovigilancia en esos espacios. También con medidas de acceso a través de sistemas biométricos y con muchos protocolos para cada persona que ingrese a estos espacios. Son espacios de acceso restringido y específicamente para cumplir las funciones de organización, conservación, preservación de las colecciones, y por otro lado para las actividades de digitalización y acceso de las colecciones para el préstamo en sala. Tenemos la tecnología, que constantemente estamos verificando, fortaleciendo; la forma en que conducimos las actividades dentro de los repositorios; y por otro lado el aspecto del personal, a quienes se les sensibiliza sobre la importancia de la protección de las colecciones.
Otro tema importante es promover más bibliotecas públicas en todo el país, ¿cuántas tenemos y cuántas deberíamos tener?
Nuestro país actualmente cuenta con 490 bibliotecas públicas municipales. Por ley cada municipalidad debería tener una biblioteca pública y los gobiernos regionales también. Debería haber mucho más de 1.500 bibliotecas. Pero solo tenemos 490 y varias han cerrado por pandemia.
Conocí sobre una experiencia en Colombia de una biblioteca pública que ponía en las primeras salas material para los más jóvenes: cómics, libros juveniles. Una forma de atraerlos a la lectura y poco a poco a ir adentrándolos a temas más complejos en las siguientes salas.
En los dos últimos años, la Biblioteca Nacional remodeló sus estaciones de bibliotecas públicas, que son bibliotecas pequeñas, y lo que se ha hecho es que la zona infantil esté a la entrada. Y como estas bibliotecas están en parques, tratamos de que esta zona esté en la parte de terraza, de jardín, para que sea un espacio más amplio. Y en la parte interna le damos más tranquilidad a un público lector quizá mayor. Estas estaciones también tienen un espacio de usos múltiples. Son espacios pequeños, pero bien distribuidos y aprovechados.
¿Hay nuevos servicios que quisieran implementar?
Queremos que la Biblioteca se fortalezca como un espacio cultural donde se puedan brindar distintas manifestaciones artísticas, y por otro lado queremos lograr una biblioteca más accesible de manera transversal. Que, por ejemplo, personas con discapacidad puedan ejercer sus derechos en cualquiera de las sedes de la biblioteca nacional, y en cualquier biblioteca del país.
Es una de las pocas mujeres que ha sido directora de la BNP a lo largo de la historia, y le ha tocado serlo en el Bicentenario del Perú y los 200 años de la Biblioteca. ¿Cómo se siente con eso?
Muy honrada con esta designación. Y en esa línea me he preparado y me sigo preparando constantemente para poder cumplir con este encargo, esta confianza, que se me brinda y que yo asumo con mucha responsabilidad y profesionalismo.