Todo empezó hace un año, cuando nadie presagiaba la pandemia y estaba por estrenarse la nueva torre del mirador para las líneas de Nasca. Fue entonces cuando Johny Isla Cuadrado, director del Plan de Gestión Nasca Palpa del Ministerio de Cultura, organizó un equipo para restaurar el denominado “mirador natural”, una pequeña loma, vecina a la torre, donde muchos turistas tienen una vista radial de los célebres geoglifos de Nasca.
“Buscábamos un lugar para cambiar el sendero de acceso a la cumbre y nos dimos con la huella de un antiquísimo camino de suave pendiente y menos riesgo para los turistas”, recuerda Isla. En eso estaba cuando el ojo avizor de los trabajadores notó la existencia de un trazo grabado en la falda del cerro.
“Luis Palacios, jefe del grupo, me llamó porque percibían una figura -añade Isla. Fuimos con Álex Huamaní y comprobamos la existencia de unos trazos erosionados. Es una ladera con más de 35 grados de inclinación donde los temblores y el fuerte viento del desierto fue cubriendo la figura”.
Acostumbrados a este tipo de hallazgos (en los últimos años se han descubierto nuevos geoglifos) el experimentado equipo de trabajadores del Mincul captó imágenes con dron y cámaras fotográficas, a diferentes horas del día, para aprovechar la evolución de las sombras en la ladera. Apenas identificaron la figura pasaron a limpiar el sitio para revelar la imagen. Es un trabajo simple pero arduo, pues se hace a mano, bajo el implacable sol del desierto iqueño.
El hallazgo sorprendió por haber estado “a la mano” durante tanto tiempo más que por la imagen del felino, una silueta que ya ha sido captada en las laderas de otros cerros vecinos. Como se recordará, en Palpa y en el valle de Ingenio fueron descubiertos en los últimos años varios geoglifos gracias al uso de drones proporcionados por el equipo del arqueólogo Luis Jaime Castillo. En el caso del “gato del mirador”, lo más interesante es que se trata de los geoglifos más antiguos, elaborados por pobladores de la denominada cultura Paracas.
Ahora sabemos que el tablazo desértico de Palpa y de Nasca sirvió como un enorme lienzo para los pobladores de todo el mundo andino que, durante mil años, acudieron a esta zona para realizar complicadas ceremonias que culminaban en la elaboración de los geoglifos.
Hoy en día aún se pueden ver pumas, zorros y gatos silvestres en la zona. Dioses y hombres Durante la gestión de Isla se han ubicado decenas de nuevos geoglifos que han sido rescatados y restaurados, pues muchos se vieron afectados por “inscripciones” recientes de corte político y deportivo.
Al mismo tiempo, se han profundizado las investigaciones sobre los orígenes, elaboración y sentido de los geoglifos. “Como bien dice el doctor Castillo, ahora sabemos que los geoglifos Paracas fueron hechos por los hombres para los hombres, mientras que los Nasca fueron hechos por los hombres para los dioses”, sostiene Johny Isla.
Los dibujos más antiguos (fauna y flora local, shamanes, guerreros, danzantes, etc.) corresponden a la cultura Paracas y fueron elaborados en las faldas de los cerros, mientras que siglos después fueron los Nasca quienes realizaron sus trazos en la pampa, con mucho más técnica y virtuosismo.
Lo mejor es que a partir de esta semana se reinician los vuelos turísticos sobre Nasca y el 10 de noviembre próximo se abrirá al público la nueva torre y el mirador natural, así como otros espacios cercanos a la Panamericana Sur, donde los turistas podrán estacionar sus autos y contemplar las figuras que poco a poco se van rescatando luego de permanecer ocultas por la tierra y las piedras del desierto