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Domingo

Malas madres

La tragedia de la pequeña Camila no provocó una discusión sobre cómo enfrentar el problema de las violaciones en el país, sino que desató furiosos ataques contra la madre, motivados, según especialistas, por una visión patriarcal que no le perdona que no fuera abnegada ni entregada completamente a sus hijos.

larepublica.pe
Fotocomposición de madre de niña Camila

El esposo de Bertha la dejó hace un año, a ella y a sus cuatro hijos, para irse a trabajar al interior del país. Como el dinero que él le manda no le alcanza para todos los gastos, ella tiene que echarse a trabajar. Todos los días, desde temprano en la mañana hasta entrada la noche, conduce un mototaxi en su barrio, en San Martín de Porres. A la bebé la deja con una hermana. El mayor, de doce años, se va al colegio. Pero el de 6 y el de 4 no van a ningún lado. Ella los ve un rato cuando va a darles de comer. El resto del tiempo, ellos la pasan viendo televisión, jugando, mirando por la ventana a los transeúntes. Completamente solos.

Lo que le ocurre a Bertha le pasa a muchas mujeres peruanas. Según el Censo 2017, hay 645 mil hogares en el país conducidos por mujeres solas. De ellas, cerca de 290 mil tienen hijos menores de 11 años. En Lima, la mayoría vive en distritos de bajos ingresos: San Juan de Lurigancho, San Martín de Porres, Comas y Ventanilla.

¿Cuántas de ellas tienen que dejar a sus hijos solos para irse a trabajar? ¿O a hacer compras? ¿Cuántas de ellas quieren hacer vida social, visitar amigas, salir con una nueva pareja, ir a bailar y no pueden hacerlo porque no tienen con quién dejarlos? Porque no hay abuela ni tías ni redes de apoyo a su alrededor. Ni dinero para pagar una nana.

Esta semana, una tragedia ocurrida en las zonas altas de Independencia conmocionó al país. Una mujer de 22 años dejó a sus dos hijas, de 4 y 2 años, al cuidado de su primita de 9 años y se fue a una yunza a beber y a bailar. En la madrugada, las niñas salieron a buscar a su madre y mientras deambulaban por las calles vacías un adolescente de 15 años se llevó a la pequeña de 4, la violó y luego la asesinó.

El espanto, la pena, la indignación se manifestaron, como suele suceder, principalmente en las redes sociales.

Pero lo más llamativo fue que el principal blanco de la furia no fue el hasta entonces desconocido violador –que la noche del jueves sería capturado–, sino la joven madre, que, al haberlas dejado solas por irse a beber y a estar con su pareja las había expuesto al peligro.

La joven madre, que al dolor y la culpa por su negligencia tuvo que aguantar los escupitajos verbales de un país, sintetizados en lo que le dijo un personaje de farándula al que un canal convirtió en líder de opinión: “¡Por tu culpa asesinaron y violentaron a tu hija! ¡Bestia!”.

¿Por qué la mamá negligente es tan o hasta más culpable –algunos comentarios en redes así lo afirmaban– que el propio asesino? ¿Por qué nos indigna más que haya fallado ella que la existencia de adolescentes violadores? ¿Por qué el debate giró en torno a la irresponsabilidad de los padres que dejan solos a sus hijos y no en torno a lo que deberíamos hacer como sociedad para enfrentar el problema de las violaciones en el país?

Deberes de madre

–Efectivamente, cometió una negligencia –dice la antropóloga Norma Fuller, que durante años ha investigado el rol de la mujer en la familia y en la sociedad–. Pero esta virulencia contra ella tiene mucho que ver con que es una mujer joven que quiso divertirse y tener sexo. No se le perdona que no sea abnegada ni sacrificada y que quiera divertirse y pasarla bien.

Fuller cree que si las cosas hubiesen sido al revés, si el padre hubiese sido quien dejó solas a las niñas, los ataques no habrían sido tan violentos.

–En este caso se le reprocha que abandonó sus deberes de madre, que deben estar siempre por delante de cualquier otra necesidad. Y el otro tema es que la sexualidad de la mujer siempre ha sido transgresora. Sigue ofendiendo que una mujer quiera tener una vida sexual.

Una postura parecida sostiene Elga Prado, coordinadora del Programa de Sexualidad y Autonomía Física del Movimiento Manuela Ramos.

–La sociedad le asigna a la mujer roles que tienen que ver con la responsabilidad doméstica: “Mujer, tu función es la casa, la maternidad”, y esto implica que no puedes dejar a tus hijos, que no puedes trabajar, que no puedes salir a divertirte.

Prado dice que el problema que hay que atacar es que un adolescente se sienta con libertad de tomar el cuerpo de una niña como un objeto. El problema no es que la mujer dejó a sus hijas solas. El problema es que somos un país de violadores.

–Hay mujeres que deben dejar a sus hijos para irse a trabajar, no a bailar, y estos quedan expuestos al padrastro, al vecino. Las violaciones se pueden dar en cualquier momento y en cualquier escenario. Las mujeres siempre van a estar expuestas a este tipo de situaciones.

Perfecta como María

“La gente no tolera a las madres que beben y le dicen a su hijo ‘estúpido’ (...) Un padre imperfecto es aceptable (...) Nos gustan por sus imperfecciones, pero la gente no tolera eso mismo en las madres. Es inaceptable a nivel estructural y espiritual. Porque la base de nuestra patraña judeocristiana es María, la madre de Jesús, que es perfecta (...) Tú tienes que ser perfecta, pero Charlie puede ser un puto desastre. A ti siempre te pondrán el listón más alto”.

El monólogo del personaje de Laura Dern en la película Historia de un matrimonio ilustra bastante bien la idea desarrollada por Fuller y Prado. La mujer tiene que ser perfecta, como María. Cuando se aleja del rol de madre abnegada, cuando sale a divertirse, es atacada. Le ocurrió a Melissa Klug: la madre de Jefferson Farfán la tildó de mala madre por irse de fiesta con sus amigos y dejar a sus hijos, aunque nunca le pareció un problema que su hijo literalmente tuviera una discoteca en su casa para fiestear todas las semanas.

Elga Prado también hace notar que en Perú una gran parte de la población es proclive a culpar a las víctimas de una violación o de un episodio de acoso.

El estudio que realizó Manuela Ramos el año pasado, junto con el Instituto de Opinión Pública de la PUCP, así lo confirma.

De acuerdo con el estudio, el 48% de limeños cree que la mujer se expone a que le falten el respeto si se viste provocativamente. El 40% de los ayacuchanos piensa que ella tiene la culpa de ser violada si sale de noche. El 9% de los ucayalinos justifica que un hombre golpee a su mujer si ella se viste provocativamente para salir a la calle.

Cuando en abril del 2017 una joven fue violada dentro de una discoteca cuando estaba inconsciente, la sociedad la responsabilizó del hecho por haber “ido sola”, “haber bebido” y “haberse regalado” al violador.

–La sociedad, producto de este sistema patriarcal, machista, lo que hace es sancionar y culpabilizar a las mujeres en situaciones de violencia. ¿Por qué no se les enseña a los muchachos que el cuerpo de las muchachas, por más ebrias e inconscientes que estén, se tiene que respetar? –dice Prado.

–Lo que le están diciendo es “tú te lo buscaste” –dice Norma Fuller–. Una mujer que no tiene una conducta adecuada, recatada, no tiene por qué ser respetada y merece un castigo. Un “castigo de Dios”.