Cueva y Lapadula. Lapadula y Cueva. Dos genios que cuando encienden la lámpara del mejor de sus juegos el Perú obtiene los mejores resultados, como ocurrió ante los guaraníes.
El pequeño 10 genio del quiebre, del pase preciso, del talento que desconcierta al rival, que lo minimiza y desgasta.
Y el genio del remate a las redes, del que las lucha todas, del que guerrea y no da por perdida ni una, el que con cabeza o pie ataca sin piedad hacia el gol.
Christian Alberto Cueva Bravo jugó el partido 90 con la camiseta peruana y lo hizo de manera brillantísima. Tuvo un primer tiempo de excelentísimo nivel, se adueñó del medio sector y desde allí controló el balón, la aquietó, dio pases constantes a sus compañeros.
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Cueva dio el pase del primer gol, con la parte externa del pie, “a tres dedos” como dicen en los barrios, y el 9 peruano en el área esperó que el balón dé un rebote en el gramado y la colocó suave de derecha.
Pero el segundo gol fue una obra de arte. Aquel chico que nació en Trujillo y tuvo sus primeros sueños de futbolista en Huamachuco, se inventó una jugada brillante.
A los 43 minutos del primer tiempo, “Cuevita” -como aún le dicen quienes lo admiran- rodeado de duros defensores, levantó la pelota sobre un rival, y allí la dominó de cabeza trasladándola unos segundos para superar a otro paraguayo que le salió al frente, la bajó y ante otro defensa, le dio el pase al “Oreja” Flores, quien la centró para el remate de tijera de Yotún.
Imparable. Cueva frotó la lámpara de su ingenio y surgieron las mejores jugadas peruanas. Ha sido valioso en todo el proceso. Foto: EFE
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Fue un gol de antología, la muestra del inacabable talento del jugador peruano.
En las tribunas el hincha local celebró los goles, pero también todo el genio esparcido tras el gramado del glorioso Estadio Nacional.
En el segundo tiempo, los paraguayos se habían dado cuenta de su genialidad, que de sus pies se iniciaba el toque de esa orquesta afiatada que fue el equipo peruano y lo marcaron de a dos y a tres. Apenas tocaba la redonda y le caían encima, raspándolo y haciéndolo caer.
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Tuvo que salir, pues los paraguayos hacían una fiesta de puntapiés con él. Costa ingresó en su reemplazo. Pero Cueva ya se había ganado podio en esta jornada. Ya se había ganado la medalla del pecho y ahora debe ser el Aladino del repechaje. Brillante en realidad.
Gianluca Lapadula. El 9 peruano, el que recogió el legado de ese otro grande de nuestra blanquirroja llamado Paolo Guerrero, estuvo más que a la altura de las circunstancias.
Fue un coloso en el área rival. Anotó el primer gol peruano a los 4 minutos apenas empezado el juego. Ante el genial pase de Cueva no se desesperó. Mostró todo el olfato y la paciencia de los goleadores. Aguantó al back que buscaba trabarle la jugada. Todos pensamos, su rival también, que se la acomodaría para su izquierda, pero no, utilizó esa derecha que no es su fuerte y la acomodó con tranquilidad. La pelota chocó en el poste y se introdujo lentamente.
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Luego, las luchó todas. En otra jugada, un calco de su gol, casi logra su segunda anotación, la pelota le ganó y quedó un poco descolocado. En otra metió un hermoso cabezazo y el travesaño salvó el arco de Antony Silva.
Lapadula fue importantísimo porque batalló contra todos y a todo instante. Bajaba a ayudar al medio sector, a tapar las salidas de los backs guaraníes, pivoteaba de cabeza y cruzaba hacia los lados esperando las pelotas lanzadas de los pies de Cueva, Trauco, Yotún.
El ítalo-peruano se convirtió en el hombre de los goles importantes. Cuando más se le necesitaba, apareció en esta etapa clasificatoria.
Su nombre es gol. Gianluca Lapadula se volvió insoportable para los guaraníes. Un batallador, un amante de las redes. Foto: Marco Cotrina/La República
Superó lesiones, soportó el dolor de los golpes de los defensas y empujó con esa valentía a sus compañeros. Sin duda, una figura clave en este quinto lugar, que nos lleva al repechaje para el Mundial de Qatar 2022.
Dos genios, que con sus grandes capacidades guiaron a todo el equipo a este logro.
Cueva y Lapadula. Lapadula y Cueva.
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Otro de los grandes de este partido decisivo y de toda la eliminatoria fue, sin duda, Renato Tapia. Un león del medio sector, las disputó todas, le dio salida limpia al equipo, corrigió las fallas de algunos de sus compañeros, apoyó a la ofensiva peruana. Grande.
Hasta ahora, los defensas paraguayos, en especial Iván Torres y Omar Alderete, deben estar preguntándose cómo parar al “Rayo” Luis Advíncula. Partidazo del lateral de Boca.
Otros dos baluartes fueron Carlos Zambrano y Alexander Callens, pese a alguna duda. También Sergio Peña y Yoshimar Yotún elevaron su juego, en deuda sobre todo ante Uruguay. Oreja Flores batalló como segundo delantero. Y Gallese estuvo atento.