Lic. en Comunicación y Mag. en Estudios Culturales. Cobertura periodística: golpe contra Hugo Chávez (2002), acuerdo de paz con las...
Desde hace años, hay una confusión global reinante en torno al Premio Nobel de la Paz: que se lo tienen que entregar a una persona “buena”, noble, bondadosa. No era eso, exactamente, lo que quería Alfred Nobel, el inventor de la dinamita y creador de este galardón. Su deseo era que este fuera entregado a quien haya trabajado más “en favor de la fraternidad entre las naciones”.
O a quien promueva procesos de paz. De allí que lo hayan ganado Henry Kissinger, un diplomático tan brillante como maquiavélico (por contribuir al fin de la guerra de Vietnam); o Yasir Arafat e Isaac Rabin, dos guerreros de Oriente Medio, por haber intentado crear una ruta para la paz en la convulsa región. No se trataba de personas precisamente pacíficas.
A veces, incluso, la entrelínea de esta distinción va dirigida a que la persona galardonada afiance una salida negociada y no una incursión militar. Quizás por allí habría que entender el premio otorgado a María Corina Machado, la corajuda e insistente líder de la oposición venezolana. Está en el epicentro de la lucha contra la tiranía de Nicolás Maduro y su influencia es crucial.
Como hemos visto en Oslo, su posición frente a la posibilidad de que EE. UU. ataque Venezuela ha sido, cuando menos, nebulosa, si no anuente. Y no ahora, sino desde hace algunos años. Eso, y su apoyo al régimen israelí a pesar de la infame masacre en la Franja de Gaza, es lo que vuelve a su premio controvertido. En su persona se juntan contradicciones que no son nuevas en el Nobel.
Pero a la luz de sus propias palabras cuando se refiere a una “solución pacífica”, y del discurso de Jørgen Watne Frydnes en la ceremonia central al recordar a Nelson Mandela, Machado tiene una oportunidad real para la paz venezolana: evitar el estallido bélico y apostar por la reconciliación. Como lo hicieron el líder sudafricano y Desmond Tutu, su compañero de lucha (otro Nobel).
Ya sabemos que Maduro es un autócrata intransigente y cruel, aunque ahora muy presionado políticamente. Una salida negociada no es imposible, y que se logre es algo que la gente, y el propio Alfred Nobel, esperarían de un galardonado. No hay que olvidar que una solución militar cuesta vidas, dolor, y que… no es algo que promueva la fraternidad entre las naciones.

Lic. en Comunicación y Mag. en Estudios Culturales. Cobertura periodística: golpe contra Hugo Chávez (2002), acuerdo de paz con las FARC (2015), funeral de Fidel Castro (2016), investidura de D. Trump (2017), entrevista al expresidente José Mujica. Prof. de Relaciones Internac. en la U. Antonio Ruiz de Montoya y Fundación Academia Diplomática. Profesor de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica del Perú y Fundación Academia Diplomática.