Profesora e investigadora del Departamento Académico de Ciencias de la Gestión (DACG), Pontificia Universidad Católica del Perú.
Si hablamos de mango, siempre el problema han sido los rendimientos. Como todos sabemos, la campaña 2023-2024 fue más prometedora que el año 2022-2023. Después de un encarecimiento de fertilizantes e insumos y el paso de un niño costero severo que incidió en la floración del mango, todos estos factores, y más, afectaron la producción. Sin embargo, esta campaña 2025-2026 también es atípica. A pesar de que el mango ha florecido y tenemos producción escalonada en los campos- es decir, producción y cosecha de mango por zonas-, definitivamente la producción decrecería en un 40%. A pesar de ello, más allá de este problema de volúmenes, esta vez no es exactamente la principal causal de disputas en Piura (región que concentra un 80% de la producción nacional). Esta vez es la distribución en la cadena de valor del mango.
El precio del mango ha empezado con un precio caro aproximadamente en el mes de julio. Sin embargo, este ha caído de forma estrepitosa. El investigador de GRADE, Eduardo Zegarra, argumenta esto mediante estadísticas que pueden divisarse en gráficas

Según los datos, se puede analizar que el precio ha bajado abruptamente entre octubre y noviembre. En el campo, los agricultores de a pie sienten que este cambio en los precios no es justo. Estamos hablando de que se está pagando en chacra 1.50 soles por kilo de mango en menos de una semana, cuando el precio era de 3.50 soles el kilo. Según la Asociación Peruana de Productores y Exportadores de Mango (APEM), esta situación ha generado una sensación negativa entre los productores, quienes mediante su gremio sostienen que son las empresas exportadoras las que fijan los precios en el mercado internacional.

Como consecuencia, los agricultores han decidido no cosechar. Se entiende que el agricultor tiene la disposición de cosechar para recibir un precio que es retribución de su trabajo. Sobre todo, cuando invirtió tiempo, esfuerzo e insumos, así como mano de obra. Es peor que se pudra su producción. No obstante, las rondas campesinas sabiendo que hay poco volumen y considerar que el precio para ellos es injusto, si divisan que algún agricultor llega a cosechar, las rondas están alertas, generando una sanción hacia el agricultor.
Ante esta disyuntiva, los agricultores hace días convocaron a una reunión organizada con poca afluencia por parte de los empresarios para discutir el precio. Sólo se presentaron tres empresas de más de veinte que se dedican a la exportación de mango. Esto para el agricultor representa una falta de respeto, pues es él quien provee la fruta. Resultado: no se ha llegado a ningún acuerdo. Si algún agricultor cosecha mango, se atiene a las consecuencias por parte de los ronderos. Ante esta situación alarmante, por primera vez en toda la historia de exportación de mangos, la APEM extendió un comunicado donde muestran su malestar y preocupación. Seguidamente, ADEX también hizo lo propio expresando su rechazo a la violencia contra productores en el valle de San Lorenzo exigiendo incluso la intervención del Estado. Y es que no es para menos: la campaña de mango es una de las actividades sustento de la región y mueve millones de dólares, siendo fuente de trabajo no solo de muchos agricultores, sino de transportistas, procesadores, empacadores, así como de todos los actores de la cadena.
Penosamente, en su gran mayoría las empresas exportadoras de mango trabajan con acopiadores. Son muy pocas quienes tienen una estructura agrícola sólida que pagan a técnicos todo el año preparando la campaña de mango. Normalmente, aquellas agroexportadoras sin estructura aceptan el precio que el acopiador propone sin discusión alguna. Antes, aun teniendo problemas climáticos serios, la campaña de mango continuaba. Sin embargo, la presente situación ya no es la misma. En esta oportunidad, los agricultores no quieren negociar con los acopiadores. Esta vez piden hablar con las empresas. Si no hay mango, no hay ingresos. Y si no hay ingresos, nadie come. Bajo esta situación sin precedentes urge una reunión con una comisión de agroexportadoras con los agricultores para poder concertar. Como se dijo en líneas previas, esta campaña de mango es diferente. Por un lado, las empresas tienen poca predisposición a conversar. Y por otro, los agricultores ya han cambiado: son jóvenes, nietos de los productores, muy centrados en lo que piden y con seguridad de no querer retroceder.
Lamentablemente, este es un problema claro de falta de comunicación e informalidad en la cadena de distribución de mango. Son situaciones como las que estamos afrontando, las que nos muestran que aun la estructura de la comercialización agrícola en nuestro país no es solo precaria e informal, sino frágil. Urge trabajar sobre medidas preventivas en pro de preservar nuestra agricultura sobre todo ante la gran amenaza del cambio climático. Sin embargo, no debemos de dejar de lado la reestructuración de la comercialización agrícola no solo para la agroexportación sino para la agricultura familiar en el Perú. Esto se lograría con un trabajo sólido y con estrategia en conjunto entre gobierno, sociedad civil y academia. Voluntad es lo primero que se necesita.

Profesora e investigadora del Departamento Académico de Ciencias de la Gestión (DACG), Pontificia Universidad Católica del Perú.