Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia...

Keiko: ser o no ser, por Rosa María Palacios

Los partidos políticos exitosos, como los empresarios, los medios de comunicación y las ONG necesitan algo que es indispensable para triunfar: estar conectados con sus audiencias.

Keiko Fujimori no irá a la invitación de la CADE el próximo 6 de noviembre. El secretario general de Fuerza Popular se ha excusado señalando problemas de agenda y a que el proceso interno de definición de candidaturas se encuentra en curso. ¿Es esta la verdadera razón? La CADE siempre ha sido un espacio amable para el fujimorismo y podríamos descartar de plano una negativa por temor a un ambiente hostil.

Dos posibilidades quedan sobre la mesa y vale la pena explorar ambas. La primera es que esta vez Keiko Fujimori está pensando seriamente en no postular luego de tres derrotas consecutivas. La segunda, Keiko Fujimori, así como otros postulantes a la presidencia, no quieren asociar su imagen a un foro que hoy tiene un discurso que la aleja del electorado. Carlos Álvarez, con bastante demagogia, pero harto olfato político, también ha declinado la invitación (que incluye a 6 candidatos presidenciales) por ser para él, en resumen, un evento caro de empresarios ricos sin ninguna acción social.

¿Por qué Keiko Fujimori podría terminar postulando? Lo primero es que tiene un partido lleno de segundos con apetito político. Estos la necesitan a la cabeza porque sin locomotora, el tren no avanza. Incluso si pierde la presidencia, puede ser la cabeza del partido desde el Senado. En ese escenario, aun con una bancada pequeña, la agenda mercantilista del nuevo fujimorismo puede seguir redituando por 5 años más. El Senado será el epicentro del poder, en mucha mayor medida que la presidencia. Una campaña, además, levanta fondos y de otro lado, una bancada asegura financiamiento público directo. Nada despreciables argumentos a favor de lanzarse.

Sin embargo, hasta el más ciego de los fujimoristas tiene ojos para ver que el caudal político del 2016 ha desaparecido. Tienen la esperanza de una segunda vuelta en modo 2021, con pocos votos, pero siempre en la final. El pueblo castigó a Fuerza Popular por su desempeño nefasto del 2016 al 2021, pero no en la medida de sus merecimientos y eso les deja la ilusión de volver a remontar hasta la segunda vuelta. ¿Podrá ser igual esta vez? Lo dudo.

Fuerza Popular, con tanta o más responsabilidad que sus socios en el Congreso en este quinquenio, ha hecho méritos para que esta vez el castigo popular sea mayor. Primero, la gran defensa de la Constitución de 1993 desapareció. De la Constitución fujimorista solo queda el capítulo económico. Han destruido la institución presidencial, figura que hoy es irrelevante, sustituyendo el Congreso de una cámara, que tanto defendieron, por un bicameralismo que fue desaprobado por el pueblo en referéndum el 2018. Segundo, en materia económica, las banderas liberales de los noventa desaparecieron por completo y han sido sustituidas por un mercantilismo ilimitado que, de acuerdo con el Consejo Fiscal, nos puede regresar al primer gobierno de Alan García, en 10 años, si todo sigue igual. Y tercero, en materia de crimen, son socios y beneficiarios en todas las leyes pro-delincuente. Esto no se tapa fácil. Es una traición a sus propios orígenes.

¿Por qué entonces Keiko Fujimori podría no postular? En primer lugar, las posibilidades de éxito son escasas, incluso podrían no pasar la valla. Ahí están las encuestas comparativas de los ya lejanos octubres del 2010, 2015 y 2020. La diferencia es abismal. En segundo lugar, Keiko Fujimori y su partido han sido correctamente liberados de responsabilidad penal en el caso cocteles. Pero su falta de integridad está intacta. A José Domingo Pérez lo critico por acusar mal, pero no por contar mal la historia. Los empresarios que cargan maletines repletos de billetes siguen ahí. Contritos y confesos, pero ahí desfilaron todos a contar la verdad. ¿Es correcto lo que hicieron? No. Nunca lo será. Una cosa es ganar una batalla penal para librarte de la cárcel y otra, muy diferente, ganar la batalla moral. Esa, Keiko Fujimori la perdió completa. Si lo sabe, ¿podría cambiar la historia? Tendría que haber un propósito de enmienda, pero ahí está el tercer problema político de Fuerza Popular: cuando pierden, no lo aceptan. Una vez, es un error. Dos veces, un modus operandi.

Con una imagen tan dañada, la campaña es muy cuesta arriba. ¿Necesita una bancada para defenderla políticamente en procesos penales como el 2021? Ya no. Se acabaron los procesos. ¿Tiene que sacar a su padre de la cárcel como el 2011? Tampoco, su padre murió. ¿Tiene que probar que tiene un programa liberal, legado de su padre, como en el 2016? Está claro que, en 10 años de presencia en el Congreso y de cogobierno mercantilista, ese legado se agotó con Alberto Fujimori o jamás existió. El problema de Keiko Fujimori es que hoy no tiene un motivo lo suficientemente persuasivo para postular. Los que tuvo, en las tres elecciones pasadas, desaparecieron. Así, regresar a una vida privada, libre y acomodada, suena muy tentador.

Los partidos políticos exitosos, como los empresarios, los medios de comunicación y las ONG necesitan algo que es indispensable para triunfar: estar conectados con sus audiencias. Conocerlas, sabes cuáles son sus preocupaciones, valores, intereses. Puedes contradecirlas siempre que puedas demostrar que prima el bien común. Si le vas a pedir el voto a 27 millones de peruanos y estás completamente desconectado de ellos, no puedes esperar su respaldo. Lo primero que Fuerza Popular tendría que haber hecho, hace 10 años, es averiguar porque más de la mitad del país no votaría jamás por ellos, sin importar quién sea el contendor, porque nada hay más disímil en el espectro político que Humala, Kuczynski y Castillo. Es un desprecio muy grande como para endosárselo a los caviares, rojos y terrucos con un lenguaje estigmatizante que no les ha sumado más que el minoritario voto viejo y cascarrabias.

Finalmente, ¿por qué ir a la CADE puede alejar a los postulantes del electorado? Esos maletines con efectivo no salen del aire. Algo que un sector empresarial (no todo felizmente), mucho más mercantilista que otra cosa, se olvidó de corregir hace mucho. No todo se paga en la justicia penal. La reputación es cosa muy diferente. Esta no mejora con un discurso estigmatizante y apoyo a candidatos que no respetan ni propiedad privada, ni contratos y que gritan “comunista” por recordar que no se mata. ¿Es útil para un candidato ser asociado a ese ambiente? Van dos que ya se bajaron. Es una pena, porque hubo tiempos en que el espacio de CADE, liberal, autocrítico y democrático, era creíble. Ojalá regresen esos días.

Rosa María Palacios

Contracandela

Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia Comparada por laUniversidad de Texasen Austin. También ha seguido cursos en la Facultad de Humanidades, Lengua y Literatura de laPUCP. Einsenhower Fellowship y Premio Jerusalem en el 2001. Trabajó como abogada de 1990 a 1999 realizando su especialización en políticas públicas y reforma del Estado siendo consultora delBIDy delGrupo Apoyoentre otros encargos. Desde 1999 se dedica al periodismo. Ha trabajado enradio, canales de cable, ytelevisiónde señal abierta en diversos programas de corte político. Ha sido columnista semanal en varios diarios.