Gestora Cultural con más de diez años de experiencia en el diseño y ejecución de proyectos sociales, políticos y culturales en el sector público y privado. Con experiencia en docencia cultural e investigación. Actualmente, miembro del Consejo Directivo de la Asociación Civil Transparencia. Reside en Cajamarca

Elecciones y emociones, por Cynthia Cienfuegos

Quizá es la primera vez que, desde la ciudadanía, se tenga tanta claridad sobre los problemas que nos aquejan y, al mismo tiempo, haya una parálisis colectiva para tomar acción de manera conjunta, sostenida y descentralizada. 

Las próximas elecciones de 2026 no serán un proceso electoral cualquiera. Decidimos sobre un país con las instituciones erosionadas; con un sistema democrático desaprobado que roza con el autoritarismo; con economías ilegales fortalecidas y favorecidas por las medidas del Legislativo y el Ejecutivo; con una escalada de la criminalidad y de la inseguridad sin precedentes; con una fragmentación política y social que no ha permitido diseñar –hasta la fecha– un proyecto de reconstrucción democrática. Decidimos sobre un país donde más de 9 millones de peruanos son pobres y donde las desigualdades se mantienen y refuerzan día a día.

Hacer frente a este escenario en un contexto de elecciones requiere de un contrapeso ciudadano fuerte. Nos referimos a una ciudadanía organizada que asuma un rol activo; que tenga claridad de los desafíos y necesidades del país, pero también de sus territorios; y que se comprometa a definir y a defender unos mínimos democráticos no negociables, que sirvan como filtro frente a los más de 40 partidos políticos que se encuentran en carrera. Sin embargo, hoy no contamos con eso, y ahí radica lo grave. Al contrario, prevalece el miedo, la desconfianza, la hostilidad y también el desinterés. Llegamos a elecciones con enojo y sin optimismo; totalmente polarizados y aceptando narrativas que normalizan la violencia y la desinformación en el debate político. Mario Riorda, en su última columna, habla del asco como un sentimiento que ha invadido la convivencia democrática. ¿Cómo gestionamos, entonces, estos sentires de cara a las próximas elecciones? No mirar este problema deja una puerta abierta para que diversos actores políticos alimenten campañas de odio y nutran proyectos antidemocráticos.

Los últimos resultados del Barómetro de Confianza de Edelman (2025) nos muestran un panorama desolador para el Perú: somos el país con los más altos índices de desconfianza hacia sus líderes gubernamentales, empresariales, medios de comunicación y ONG, pero también somos el país donde hay un mayor sentimiento de agravio a nivel mundial. El 80 % de peruanos se siente maltratado por el gobierno, por las empresas y por los ricos. ¿La razón? Se favorece a unos por encima de otros. La infinita sensación de frustración y de injusticia también estará presente en la contienda electoral. Por otro lado, el 74 % de peruanos tiene miedo a ser discriminado. Las elecciones de 2021 ya configuran un lamentable precedente, cuando se intentó desconocer el voto rural frente al discurso del fraude.

Quizá es la primera vez que, desde la ciudadanía, se tenga tanta claridad sobre los problemas que nos aquejan y, al mismo tiempo, haya una parálisis colectiva para tomar acción de manera conjunta, sostenida y descentralizada. No solo se necesitan nuevos liderazgos políticos, sino un proyecto común que permita reconstruir nuestra convivencia y la forma en cómo nos estamos mirando.

Cynthia Cienfuegos

Modo Norte

Gestora Cultural con más de diez años de experiencia en el diseño y ejecución de proyectos sociales, políticos y culturales en el sector público y privado. Con experiencia en docencia cultural e investigación. Actualmente, miembro del Consejo Directivo de la Asociación Civil Transparencia. Reside en Cajamarca