René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.

El mensaje presidencial que nunca será, por René Gastelumendi

Pero no se preocupen, la oportunidad de manifestar su voluntad y de castigar en las urnas está más cerca que nunca

Compatriotas todos, queridísimos peruanos y peruanas, patriotas de esta tierra de contrastes, donde el ceviche es arte y la política, o este mismo mensaje constitucional, un circo sin carpa y con muchos payasos que hoy se disfrazan de rojo y blanco. Sí, lo digo por ustedes, señores del Congreso, pero también por quien les habla, no se me molesten. Al fin y al cabo, todos los que nos metemos en política terminamos, por razones varias, siendo payasos. En estas fechas de patriotismo forzado, finjamos algo de ese sentimiento nacional, finjamos que somos una nación. Sigámonos asombrando por los mismos cañonazos de cada año, por los mismos desplazamientos, por el mismo bendito Te Deum, que tanto les gusta a los periodistas, por el mismo perrito perdido entre los formalismos. A esos amigos que yo tanto quiero, respetuosamente les pregunto ¿Qué Pulitzer puede haber en los protocolos aburridos que se cubren año tras año? ¿Qué gran cosa esperan?

Saben ustedes que el Mensaje a la Nación es un mandato constitucional que exige rendir cuentas. Tienen, compatriotas, la vana ilusión de esperar algo trascendente. Soy consciente de que los discursos son larguísimos, una tortura. Mi gestión actual, con mensajes extensos, agota más todavía. Volviendo a mi propuesta reformadora ¿De dónde sacamos que para un mensaje trascendente no se puede elegir otra fecha? ¡Hay 364 días más en el año! Podríamos tener un día para el balance, otro para los anuncios, y uno solo para los indescriptibles adultos a quienes les gusta el desfile y la parada militar, y así dejar que el 28 sea lo que debe ser: un feriado para descansar, para viajar, para huir, para recargar energías, no para aumentar el estrés nacional. He reflexionado, sé que esta fiebre no es nueva. Viene de un pasado remoto, de esa idea romántica (o masoquista) de que el día de la Independencia debe ser un acto de tradición ininterrumpida. Hemos heredado una costumbre en la que la rendición de cuentas, el plan de gobierno y hasta el chismorreo político, se condensan en unas cuantas horas de frenesí mediático.

A partir justamente de esto, vamos con el anuncio más importante antes de sumergirnos en la solemnidad de este día patrio. Propongo una reforma constitucional, ¡sí, estoy haciendo un anuncio, más que reformador, revolucionario de verdad, no de esos que prometen miles de millones y luego se diluyen! Lo hago para que, por fin, podamos disfrutar plenamente de nuestros feriados, sin contaminarlos con política ni patriotismo obligado desde las 5 de la mañana (sí, canales de TV, redes, los estoy mirando), propongo solemnemente una reforma constitucional: ¡cambiar lafecha del Mensaje a la Nación! Así, el 28 de julio será solo de la comida, recreación y bandera, y no del aburrido discurso presidencial, el cual propongo que se haga en una fecha que no sea feriado para no fregar a nadie.  Querían un anuncio reformador, ¿verdad? ¡Aquí tienen su anuncio! Dado que por ahora es un mandato constitucional ingresemos al show disfrazado de deber. Prometo que no va a ser muy largo como la última vez.

Les cuento que hasta hoy mismo me asombro al despertar en Palacio siendo presidenta y con una nariz diferente. El azar, ese caprichoso destino con consecuencias presidenciales, me puso aquí. Lo admito, de pronto, no estaba exactamente "a la altura" de la situación. El Palacio de Gobierno es un laberinto con más espejos que soluciones, donde la popularidad apunta al sur más profundo. Más profundo que Puno, que sí, es el Perú también. Ciertamente, gobernar para los peruanos asimilados y los peruanos no asimilados, no es fácil.

Y antes de que pregunten, no, este discurso no lo he escrito yo sola; he tenido la valiosa ayuda de mi equipo, incluido Juan José Santibáñez, quien plasmó mis íntimos pensamientos y actos de contrición. No hablaré de miles de millones imaginarios ni obras maquilladas; eso se los paso en un archivo adjunto y ya ustedes lo analizan. La realidad es la que es. No les voy a vender humo, que ya hay suficiente contaminación post Castillo. Ay, Pedro, ¡todo lo que causas! Un abrazo para ti hasta la prisión que sé que me estás viendo desde Barbadillo.

A todo ustedes pido, desde mi corazón que aún late a pesar de las encuestas, disculpas por las frivolidades. Esos regalos inesperados, esos Rolex que no eran míos pero que lucen tan bien en mis muñecas andinas. ¡Ay, la vanidad! Y sí, también entiendo su malestar por ese modesto aumento de sueldo que me ha llegado, lo merezco, es una compensación por el inmenso sacrificio que estoy haciendo por la democracia, ¡por haber salvado al país de un destino que pudo ser peor! Tienen que saber que este sacrificio de ser presidenta del Perú no estaba en mis planes. Uno se levanta, el profesor intenta un golpe y ¡zas!, a gobernar para salvar la democracia. Y claro, uno tiene que asegurarse el futuro, ¡que no es fácil acabar preso! Pero, para ustedes, la prioridad era el "menú de diez soles", ¿verdad?

Y sí, este mensaje en sí mismo es el parche del parche que soy yo. Es mi intento, en este día, de ponerle un pequeño remiendo más a una situación que, como saben, ya tiene más zurcidos que una bandera de pobre.

Y hablando de la realidad, queridas madres de familia, también me disculpo por esa desconexión abismal, por no saber cuánto cuesta el pan de cada día, ni el pasaje, ni la vida en la calle. También por las colas larguísimas en los hospitales públicos. Problemas que, lo sabemos, no se resuelven de la noche a la mañana. La resiliencia, ¿cierto? Prometo hacer mi mejor esfuerzo para que el último tramo de este parche que soy yo quede menos desgarrado, que las costuras aguanten hasta el final por la estabilidad y la paz mental.

Sé que las madres de los más de 50 fallecidos durante las protestas, me dirijo a ellas mirándolas a los ojos, esas valientes mujeres que buscan justicia tendrán todo el tiempo del mundo para seguir en su lucha. Sé que la justicia, aunque lenta, a veces llega. Y si no llega en mi mandato, confío en que, ya fuera de Palacio, tendré todo el tiempo para mi propio propósito de enmienda. El tiempo es sabio y la memoria, implacable. La burocracia, también, es implacable, y a veces, un gran aliado para la impunidad. Aguanten, falta poco.

Y hablando de aguante, el que ustedes, pueblo peruano, han demostrado a prueba de balas y crisis, el que seguirán demostrando hasta las próximas elecciones. No puedo dejar de agradecer, con emoción genuina, a nuestro querido Congreso de la República. ¡Qué lealtad! Me han sostenido con una histeria admirable, casi tan frenética como para vacar a mi excompañero. Su apoyo ha sido histórico, desafiando lógica y críticas. Han sido el pegamento más fuerte de este parche que sigo siendo yo. Su sacrificio por la estabilidad, por mantenerse en el poder, es digno de estudio. Juntos, hemos sostenido esta democracia, aunque nadie lo entienda. Ya lo agradecerán. A los auténticos héroes: al fujicerronismo, a Vladimir Cerrón, a Keiko Fujimori, y al inefable César Acuña de APP, mi más sincero agradecimiento.

Pido disculpas por los "waykis" que, con las mejores intenciones, intentaron organizar un partido político y terminaron organizando un escándalo. A veces la familia es así. Prometo que seremos más discretos. Menos "waykis" y más "workies". Que cada quien se haga cargo de sus propios "negocios" lejos de Palacio.

Y por favor, que "Porky" deje de hinchar las pelotas con su tren; pronto se va a acabar todo y pueden mandar todo al garete en un año en las elecciones. Nuestros problemas, sé que no se resolverán nunca, no los puedo engañar esta vez. La gente cambia, y yo, en un rapto de epifanía, elegí la democracia. ¡Esa misma que ahora me permite estar aquí pidiendo disculpas! Así es como me agradecen, agarrándome de piñata, salvo ustedes, congresistas. Por eso también uno acepta regalos y se sube el sueldo, ¡es una compensación por el sacrificio democrático, por haber salvado al país de un destino que pudo ser peor! No es tan difícil de comprender.

Han pasado ya más de dos años y medio desde que el azar me sentó en este sillón. Cada cifra de desaprobación en las encuestas ha sido un latigazo, pero por mi predestinación, estoy dispuesta a seguir asumiendo hasta el final. Aunque mi rechazo sea histórico y negativo, miro el vaso medio lleno, no como los malditos caviares.

Todos sabemos que este Perú es complejo y diverso, les confieso que ni yo misma sé qué cuernos es el Perú. Pero, por lo menos, ¡sé quechua! ¿Cuántos políticos en este país pueden decir lo mismo? Y, como diría un antiguo sabio (o un político muy oportunista): ¿Puede haber algo más noble que una presidenta mujer y que hable quechua y que además use rolex? No olviden tampoco que soy la primera mujer presidenta del Perú. Ese solo hecho histórico, por más que les duela a algunos, me ayudará a enfrentar lo que se venga, porque ya pasé a la historia, ese es mi aporte, le duela a quien le duela.

Sé que muchos se preguntan si este parche que soy yo aguantará. Si este dique, ya tan agrietado, no terminará por ceder. Mi compromiso es llegar hasta el final. No soy de las que tiran la toalla, aunque la tentación es grande, especialmente cuando uno ve los titulares y las redes controlados por los caviares.

Pero no se preocupen, la oportunidad de manifestar su voluntad y de castigar en las urnas está más cerca que nunca. Pronto, muy pronto, tendrán la chance de decidir si este parche se queda, si lo remiendan con otra tela, o si, finalmente, lo tiran al tacho y buscan una solución más... duradera. La democracia les da la última palabra. Ya, la última bofetada, si así lo desean. ¡Tendrán más de 43 posibilidades para elegir presidente en este Perú tan megadiverso! ¡Voten bien, por favor, no como la vez pasada en las elecciones que me trajeron a mí y a Pedro al poder! ¡No se quejen después!

¡Felices Fiestas Patrias! Y que la suerte, esa misma que me puso aquí, nos acompañe a todos en este viaje emocionante e ingrato al mismo tiempo. O, como diríamos en nuestro ancestral idioma, "Kunanqa, kay kawsayqa kusikuytawan mana allin kawsaytawan kachkan".

Ahora sí váyanse por favor a vacilar con sus familias y amigos.

¡Gracias Perú!

René Gastelumendi

Extremo centro

René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.