Lima Chola: una historia de la Gran Migración Andina, por José Ragas

No se puede entender cómo hemos llegado hasta hoy sin prestar atención a los desplazamientos humanos al interior de nuestro territorio.

La migración del campo a la ciudad es uno de los fenómenos más importantes en la historia de nuestro país. Los miles y millones de peruanos y peruanas que se desplazaron desde la sierra hacia la costa, y en particular hacia la capital, cambiaron el Perú por completo, permitiendo la circulación de costumbres, melodías, alimentos e ideas. Fue un movimiento continuo que se mantiene hasta el día de hoy, acompañado de otros trayectos similares, ya sea dentro o fuera del país. Para decirlo de manera directa: no se puede comprender el país actual sin prestar atención a ese movimiento de personas de los últimos siglos y que buscaron insertarse en el difícil espacio limeño.

Lima Chola: una historia de la Gran Migración Andina, mi nuevo libro, publicado por el Instituto de Estudios Peruanos, reconstruye la primera oleada moderna de migrantes de la sierra a Lima. Esta oleada tuvo lugar en los años posteriores a la Independencia y se extendió hasta inicios del siglo XX. El impulso provino de los casi infinitos recursos del guano, que permitió eliminar el tributo indígena que pesaba sobre las comunidades. Con ello, numerosos peruanos y peruanas pudieron arriesgarse a moverse fuera de sus lugares de origen y probar suerte en la costa.

Se trata de un proceso poco conocido, que ha permanecido a veces oscurecido por las migraciones provenientes de Europa (si bien menores en cuanto a número) o incluso por el conocido “desborde popular” de mediados del siglo XX. El libro cuenta cómo este primer proceso migratorio sentó las bases institucionales y culturales para la llegada de los migrantes de estas últimas décadas, cuyo impacto percibimos hasta el día de hoy. Un primer planteamiento es que las migraciones han sido procesos permanentes, con momentos de avances y repliegues, pero que han comunicado a la capital con el interior del país.

Las migraciones han sido una parte fundamental de la historia peruana. No se puede entender cómo hemos llegado hasta hoy sin prestar atención a los desplazamientos humanos al interior de nuestro territorio. Se trata de movimientos que han otorgado y siguen otorgando sentido a nuestros destinos individuales y colectivos como nación. No es casualidad que nuestros mitos fundacionales, construidos en torno a la leyenda de Manco Cápac, Mama Ocllo y los hermanos Ayar, sean en realidad relatos sobre caravanas de agricultores y animales de carga que, partiendo de la zona aymara del Altiplano, se asentaron en los ricos valles cusqueños, de donde surgieron los incas.

Estos desplazamientos, como señalábamos líneas arriba, fueron variando en el tiempo y el espacio. Bajo el término “migraciones” podemos incluir un abanico muy amplio de formas de movilidad, que van desde las voluntarias y aquellas llevadas a cabo con planificación hasta aquellas más violentas, como las expulsiones y los éxodos. Estos últimos merecen más atención, y en el libro explico cómo en dos oportunidades, el gobierno central y la sociedad limeña actuaron en conjunto para expulsar a personas y familias que buscaban refugio en la capital frente a desastres naturales (terremotos) y políticos (golpes de estado). 

Los migrantes que llegaron a Lima en el siglo XIX enfrentaron tantas o más dificultades que aquellos que lo harían en estos últimos años del “desborde popular”. Si bien Lima se estaba convirtiendo en una ciudad cosmopolita gracias al empuje del dinero del guano, las nuevas vías de comunicación y transporte y la apertura luego del periodo colonial, era en sí una ciudad mentalmente cerrada. Los limeños vivían en un estado de ansiedad permanente por la llegada masiva de compatriotas del interior del país y trabajadores de China, los cuales se hallaban lejos de sus ideales occidentales europeos.

Pese a estas dificultades, los migrantes lograron instalarse en la capital e ir sorteando cada uno de los obstáculos que se les presentaban, desde dónde vivir hasta cómo pasar desapercibidos en un escenario frecuentemente hostil. Quienes hayan migrado y vivan fuera de sus lugares de origen, comprenderán este tipo de desafíos, que atraviesan espacios y épocas. No menor era el que muchos de estos migrantes fuesen quechua-hablantes o intentasen aprender el castellano lo más rápido posible. La lengua se volvió una barrera infranqueable en algunos casos, generando desconcierto y discriminación.

El libro presenta un escenario más complejo, que se aleja de los estereotipos con los que los medios de comunicación (y a veces también los científicos sociales) han retratado a los migrantes. La adaptación fue difícil, pero también lograron cambiar la ciudad y a sus habitantes. La Lima que habitamos y conocemos hoy no se puede comprender sin este componente andino, por lo que es importante reconocerlo y no solo encapsularlo en pasacalles o elementos folklóricos sino aceptar las tensiones que se generaron y los aportes de esta comunidad, que fueron muchos.

Lima Chola: una historia de la Gran Migración Andina es una invitación a reconectarnos con las raíces migrantes y a reconocer la importancia de esta migración de la sierra a la capital y las dificultades y los desafíos que nuestros abuelos, padres o quizás nosotros mismos tuvimos que atravesar, como suele ocurrir en todo proceso migratorio.

Espero que el libro sea de su agrado.

Nota: El texto se va a presentar en la Feria Internacional del Libro este miércoles 23 de julio por la tarde con los comentarios del escritor Marco Avilés, quien además es autor del prólogo al libro.

José Ragas

Pasado vivo

Historiador. Radica en Santiago de Chile, donde enseña en la Universidad Católica de Chile. Es especialista en temas de ciencia y tecnología. Su libro más reciente es Los años de Fujimori (1990-2000), publicado por el IEP.