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Mango del norte sin “norte” en medio de crisis hídrica, por Angie Higuchi

Además de la gran pérdida económica que está afrontando el cada vez más golpeado pequeño agricultor, es la temida mosca de la fruta. Y lamentablemente, muchos profesionales ligados a las ciencias agrícolas y al cambio climático hemos predicho que esta situación cíclica la vamos a vivir cada vez más seguido por el cambio climático que al mundo está aquejando. 

Nuevamente las declaraciones del actual ministro del MIDAGRI, Ángel Manero, confunden al agricultor peruano. Esta vez la petición del gobernante de no sembrar mango por tres años ha causado indignación y desorientación a nuestros pequeños productores. Después de una campaña de mango 2024 de escasez con rendimientos del 10 al 12% respecto a la campana anterior del 2023, excluyendo Casma; este año presentamos, el total revés de la moneda: una sobreproducción imposible de absorber por la agroexportación peruana y mucho menos por el consumidor local. Además de la gran pérdida económica que está afrontando el cada vez más golpeado pequeño agricultor, es la temida mosca de la fruta. Y lamentablemente, muchos profesionales ligados a las ciencias agrícolas y al cambio climático hemos predicho que esta situación cíclica la vamos a vivir cada vez más seguido por el cambio climático que al mundo está aquejando. Por tanto, esto no termina siendo nada nuevo.

Centrándonos en el norte, una de las consecuencias de estos cambios de temperatura es la crisis hídrica que nuestros hermanos de Piura vienen afrontando por una mala gestión y planificación del agua. En estos 50 años, no ha habido una debida descolmatación de las represas ni mucho menos mantenimiento, así como tampoco ha habido prevención respecto a construcción de reservorios. Y esto ha sucedido por años antes de llegar a esta situación de un mayor calentamiento global donde hay que orar para que en Piura llueva. Poechos es el que presenta mayores problemas de sedimentación. Además, en el río Piura son depositados aguas residuales, desechos hospitalarios y hasta metales pesados como arsénico y plomo ya que más del 15% de sus aguas se destinan a la minería ilegal (Ecured, 2024). Si se hacen mediciones de la esperanza de vida de las personas es bastante precaria, pues presentan enfermedades de los riñones u otras tantas por la falta de calidad de agua.

En lugar de medidas cortoplacistas de Manero, que llevan a pensar en un mango del norte sin “norte”, debe de atenderse un impulso en una serie de obras públicas, de capacitación y de crédito que son necesarios para afrontar al cambio climático y la crisis hídrica. Esto no solo aplica al norte de nuestro país sino a todo el Perú. Por ejemplo, el reforzamiento ribereño; la descolmatación de ríos; la construcción de canales de regadío, caminos y puentes; reforestación; proyectos agrícolas que necesiten mano de obra; etc. son algunos de los ejemplos que podríamos citar. Concretamente en la región de Piura, urge impulsar proyectos de Santa Rosa y Vilcazán para afrontar la crisis hídrica también en la zona de San Lorenzo además de Poechos. Los ingenieros Renato Calle y Nesky López sugieren la colocación de reservorios satélites como lo hace Ecuador para reservar agua en época de lluvias de verano o fenómeno del niño que también serán cada vez más frecuentes y en periodos más cortos de forma cíclica.

Respecto a financiamiento, a la par, debe promoverse un “reactiva agrícola” que llegue directamente al productor para que pueda invertir en insumos para asegurar las próximas producciones y tener posibilidades de pagarse el otro año. Podría trabajarse los créditos por prenda agrícola (en producto) a cada agricultor, siendo el pago en especies de productos prioritarios y especiales. Esto debe estar fiscalizado por la agroexportadora como agente retentor. En este sentido, parte de la cosecha podrá ser adquirida por el Estado y destinada a programas sociales. Por ejemplo, un aprovechamiento del mango en instituciones como Qali Warma, ollas comunes y comedores populares hubiese aliviado el hambre de muchos connacionales.

Asimismo, es imprescindible que la extensión agrícola se trabaje mediante capacitación de los pequeños agricultores, así como fomentar investigaciones que involucren no solo el apartado agrícola, sino también la debida comercialización de los cultivos agrícolas. Otro punto que necesita impulso es el fomento de la industria para realizar productos con transformación como néctares y otros sub-productos como mango congelado o mango deshidratado con la marca Perú para alargar la vida útil del producto. Este tipo de elaboraciones deberían de ser tomados en cuenta para poder poner en palestra nuestros productos que tengan mayor fecha de caducidad que solo la mera comercialización del producto fresco sin ningún valor agregado.

Finalmente, la academia también debe de realizar sus aportes en cuanto a investigaciones ligadas a la adopción de tecnologías, así como al tratamiento de aguas residuales y/o la conversión de aguas saladas de forma más eficiente. Como pueden ver, hay mucho que hacer, pero necesitamos profesionales políticos con conocimientos técnicos que transmitan tranquilidad a nuestros agricultores. Debemos de evitar el círculo vicioso de que el más vulnerable vea cómo se defiende. Pero sobre todas las cosas, nuestros mandatarios deben de trabajar con voluntad política para hacer obras públicas que logren una mejora sustancial de nuestros pequeños agricultores, encargados de la tan azotada y desvalorizada agricultura familiar, de la cual todos los peruanos nos alimentamos.

Angie Higuchi

Profesora de Administración de la Universidad del Pacífico e investigadora del Centro de Investigación de la UP