Semiparlamentarismo, por Diego Pomareda

“Ahora debemos centrarnos en la composición de las mayorías parlamentarias, ya que ellas dirigirán la política de nuestro país”.

La forma de gobierno del Perú siempre estuvo asociada al presidencialismo con ciertos matices; no obstante, en la actualidad, este elemento identitario de nuestra Constitución histórica ha mutado a partir de múltiples decisiones tanto del Congreso como del Tribunal Constitucional (TC).

En esencia son cuatro los cambios estructurales que me permiten concluir que el poder en nuestro país ha dejado de recaer en la presidencia para darle paso a una predominancia parlamentaria: eliminación de la cuestión de confianza obligatoria; la ley que imposibilita la disolución del Congreso; la norma que neutraliza la participación ciudadana; y la sentencia del TC que afirma que la vacancia es un tipo de juicio político.

Un Parlamento que “debe tener la voluntad de ser disuelto” como aseguró el presidente del TC; que tiene la facultad discrecional de sacar al presidente cuando lo disponga una mayoría; que no se expone a denegar la confianza en el marco de una investidura; y que prohíbe los referéndums ciudadanos directos para las reformas constitucionales, es un Parlamento sin contrapesos políticos que rompe con la lógica presidencialista.

Aunque el semiparlamentarismo no es una tipología común, tampoco es usual que un jefe de gobierno sea elegido por el pueblo, pero a la vez que su permanencia dependa del Parlamento. Tampoco es frecuente que el presidente pueda ser removido del cargo sin tener como contrapartida la posibilidad de disolver al Parlamento. Menos habitual aún es tener un Senado con tanto poder político.

A pesar que la forma de gobierno es un asunto identitario de la Constitución, lo cual hubiera requerido un proceso agravado de reforma, este cambio es una realidad y cobra especial relevancia en las próximas elecciones al no ser una cuestión circunstancial, sino estructural y de diseño.

Por tanto, al tener por primera vez en el Perú una forma de gobierno semiparlamentario, ahora las elecciones no deben centrarse en qué presidente elegir, sino en la composición del Parlamento, ya que sus mayorías serán, en definitiva, quienes dirigirán la política de nuestro país. Advertidos estamos.