Cada nueva crisis política de la presidenta Dina Boluarte reactiva con hiperventilación a quienes ven ahí el rayo de luz del día que liquidará al Drácula de sus pesadillas, pero pronto la realidad desmorona su ilusión.
Ha ocurrido varias veces en la accidentada presidencia de Boluarte, desde las protestas político-sociales de 2023, hasta las fotos al paso como con Joe Biden en la Casa Blanca, o las intromisiones de su hermano Nicanor.
Hasta hoy, en medio de Rolex que misteriosos llegan a la muñeca presidencial e ingresos vinculados al Club Departamental Apurímac, con el sazonado de vehículos presidenciales cerca de donde ‘trataban’ de ubicar al prófugo Vladimir Cerrón, o la pérdida de los cuadernos de ocurrencia presidencial.
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Crisis que Boluarte profundiza por su gran impericia para dar respuestas mínimamente creíbles, lo cual se hace más evidente desde que no tiene al lado al expremier que ella expectoró.
Crisis que seguirán apareciendo si el garganta profunda de palacio sigue ofreciendo información que dañe a Boluarte, algunas de fuerte calibre, otras balas de salva, como la ‘denuncia’ de que la presidenta gasta S/350 diarios en panes y embutidos para su lonche.
Hay muchas razones para querer tumbarse la presidencia de Boluarte: los que creen que eso conviene al Perú; los sacados del gobierno que quedaron con sangre en el ojo y mucha información; los legítimamente indignados por las muertes en las protestas 2023; viudas y viudos políticos de Pedro Castillo; potenciales candidatos presidenciales en busca de notoriedad —como el gobernador del Cusco y presidente de la ANGR, Werner Salcedo—; o la arrogancia intelectual de anunciar desde hace tiempo la caída inminente de Boluarte, sin que aún se cumpla el vaticinio.
El tiempo corre a favor de Boluarte, a medida que se acerca la campaña electoral el próximo año, cuando la idea del adelanto perderá relevancia, o la creencia de algunos de que apurar su caída para reemplazarla por un congresista sería algo impresentable que traería una inestabilidad innecesaria.
La presidenta Boluarte puede caer, sin duda, por una denuncia letal que aún no ha aparecido, o por la decisión de un congreso al que todavía, sin embargo, eso no le parece una buena idea.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.