La extorsionadora María Cordero Jon Tay, que se camufla de congresista para robar, es una expresión dramática de la inmundicia y la podredumbre a la que puede llegar el desempeño de la función pública, pero, lamentablemente, no es un caso singular, sino la pauta casi generalizada de políticos de todo color que piensan que un puesto en el estado solo es un biombo para satisfacer el interés privado subalterno disfrazado de propósito colectivo valioso.
El relato del exfuncionario de su despacho parlamentario, Rafael Cabrejos, es una experiencia terrorífica de quien debe sufrir el chantaje y extorsión del que tiene el poder de despedirlo si no le entrega la mitad del sueldo —que viene del estado—, y hasta de amenazarlo con la pérdida del seguro médico para un familiar muy enfermo.
El llanto de Cordero Jon Tay en el hemiciclo para conmover a sus colegas con el fin de eludir la sanción parece el del ratero detenido por la policía para no ir a la comisaría, y supone que, como reclamó en su alegato, los 120 días de suspensión que ya le impusieron son sufi cientes, sin darse cuenta de que la extorsión implica cárcel, que es donde debe acabar esta miserable.
Pero es comprensible que crea que ese no debe ser su destino, pues en su centro laboral casi todos son ladrones, como pretendió explicar su cómplice conceptual Edwin Martínez (AP) al preguntar cuál es el problema si en este congreso de mochasuelderos “¿a quién se ha sancionado?”. Si es que simpatizar con la corrupción estuviera tipificado en el código penal, la sede del congreso debería trasladarse a El Frontón.
Lo cual ocurre en bancadas de toda ideología y color. La de Perú Libre, de los hermanos Cerrón, por ejemplo, parece crimen organizado: su líder otra vez fue condenado por ratero, se declara prófugo y su partido lo encubre.
Políticos que creen que nunca pasará nada, que nadie advierte el billete que les pone la minería ilegal, y quieren distraer con propuestas idiotas como esta de que el padre de familia no podrá ser despedido hasta que su hijo cumpla un año. ¿En un país con 90% de informalidad, despedido de dónde, congresistas mediocres y corruptos? En el Perú, hoy, con pocas excepciones, la política es rama del crimen organizado. Pobres criaturas del reparto.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.