() Politóloga. (*) Salubrista y epidemiólogo.
Lab. Innovación en Salud. Universidad Peruana Cayetano Hereda.
700.000 casos y cerca de 1.000 muertes por dengue se han reportado en 23 años en el Perú, según la plataforma PLISA de la OPS. En el siglo XX, la gestión de la enfermedad no impidió su propagación (1) y el ritmo del dengue mutó: otras canciones y brotes cada vez más frecuentes. Este febrero, Shakira y Bizarrap rompían récords de escucha, y la Dirección Regional de Salud de Ucayali, para su campaña ‘¡El dengue mata, matemos al zancudo!’, retoma la canción: “Tiene nombre de mosquito bueno, —dice el video— clara-mente lleva el dengue adentro”. A pesar de la creatividad, los casos se triplicaron en comparación con los años anteriores, siendo 10.000 hasta el presente mes en esa región, a la vez que en Piura se sextuplicaron.
Cómo las autoridades enfrentan la enfermedad nos dice cómo la comprendemos: una emergencia intermitente, una enfermedad esporádica e individual. Pero el dengue es endémico y requiere una respuesta con herramientas que hagan frente, principalmente, a las consecuencias de una mala planificación urbana.
En este siglo, según los decretos supremos, la transmisión de recursos a regiones y al MINSA para comprar larvicidas, plaguicidas y fumigadores ha sido prioridad. El recuerdo de El Niño de 1998 asocia el dengue a los desastres naturales como lo dice la ‘norma técnica para vigilancia epidemiológica con posterioridad a desastres y otras emergencias sanitarias’. Las personas afectadas son primero pacientes clínicos, se habla de su atención como ‘vigilancia de febriles’ (norma de julio de 2005) y los indicadores son los números de casos y su gravedad. En agosto de 2010, se propone una directiva sanitaria para hacer vigilancia epidemiológica para medir el impacto comunitario.
Posteriormente, la respuesta estatal más común será declarar en emergencia regiones y distritos: Loreto ha sido declarado, por lo menos, 10 veces en emergencia sanitaria desde el 2015.
A nivel local, los municipios se han preocupado por la gestión del agua en cementerios y piscinas portátiles y por la gestión de residuos sólidos que puedan ser criaderos. Cuando el dengue es una ‘prioridad sanitaria’ en las regiones hay campañas y programas como ‘Unidos contra el dengue’ en Piura o se incluye la enfermedad en estrategias de lucha contra el cambio climático como en Junín.
Pero no hay canción o campaña suficiente cuando los efectos del cambio climático sobre la salud están adquiriendo otra magnitud. Las consecuencias de un crecimiento poblacional desordenado en ciudades que no son resilientes, donde las viviendas no cuentan con servicios básicos, harán que las estrategias de sobrevivencia humana, como la acumulación de agua, sean mecanismos de propagación de la enfermedad.
PUEDES VER:
Es, en consecuencia, un momento apremiante para gestar planes que transciendan la reducción de la transmisión y la morbimortalidad del dengue.
(1) Ver columna anterior:
https://bit.ly/46uqeAw
Adriana Urrutia - Politóloga- INNOVALAB Laboratorio de Innovación en Salud, Universidad Peruana Cayetano Heredia.