La situación del Ejecutivo y el Legislativo puede resumirse en una imagen escolar: salen jalados, pero pasan de año. La presidenta Boluarte tiene una desaprobación del 82% y el Congreso del 90%. La razón por la que siguen avanzando es muy sencilla: ellos son los alumnos y los profesores. Y son tan malos en su desempeño como la Sunedu que han nombrado.
Sin embargo, como anota Patricia Zárate, jefa de estudios de opinión del IEP –de cuya última encuesta provienen los datos mencionados–, la mayoría de habitantes está más preocupada por el hambre o la inseguridad que por el desmantelamiento de las instituciones.
Esta palpable desesperanza hace que uno de cada dos se quiera ir del país, anota Zárate en La República del domingo. Esa desafección con la captura de nuestra democracia les facilita la tarea a los facinerosos, tanto los políticos como los delincuentes de la calle.
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Sea el tren de Aragua o el que lleva de Palacio de Gobierno al Legislativo, ambos viven de lo que el papa acaba de llamar en Marsella “el fanatismo de la indiferencia”. El pontífice se refirió así a la tragedia de los inmigrantes que llegan a las costas de Europa en embarcaciones destartaladas, muchos de los cuales se ahogan en el trayecto, ante la indiferencia de los Estados europeos.
En nuestro país dicha indiferencia es de otro corte. Las urgencias de la vida diaria no dejan tiempo ni energías para salir a protestar por abusos tan groseros como la investigación sumaria a los siete integrantes de la Junta Nacional de Justicia. Parecería ocioso seguir argumentando contra lo que ya puede considerarse un hecho consumado. Lo van a hacer por la misma razón que los perros se olfatean el año: porque pueden.
Sin embargo, el enorme papelón protagonizado por Dina Boluarte en la reunión internacional en los EE. UU., en donde intentó hacer pasar por reuniones de trabajo, lo que eran tan solo fotos protocolares, revela que el emperador está desnudo. Su agenda estaba casi vacía porque es considerada una paria internacional. De modo que sí tiene sentido insistir en los caminos constitucionales y la defensa del Estado de derecho, pues al carecer de apoyo popular, su caída es inevitable.
Nicolás Maquiavelo lo dijo el siglo XVI: “Para un príncipe, es necesario tener al pueblo de su parte; de lo contrario, no tendrá remedio en la adversidad”. En el pacto precario de los poderes del Estado, a su vez fisurados entre sí, esa hora adversa, tarde o temprano, llegará.
Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".