El 16 de setiembre, la Plataforma por la Democracia liderada por la Coordinadora Nacional de DD. HH. juntó a una diversidad de gremios, iglesias, colectivos y ONG. Y también de partidos políticos que habitualmente no se juntan, de izquierda y centro: Nuevo Perú, Partido Morado, Patria Roja, Partido del Buen Gobierno, Primero la Gente. Las más de 60 organizaciones acompañaron a los familiares de las víctimas de la brutal represión de este Gobierno en demanda de justicia y en defensa de la Junta Nacional de Justicia (JNJ).
La Plataforma, en cálculos someros, con una convocatoria de solo tres días, sacó a las calles entre 3.000 y 5.000 personas a lo largo de la ruta. El Comité Nacional Unificado de Lucha en el Perú (Conulp) también llamó a marchar, aglutinó a un grupo importante de manifestantes, aunque en número bastante menor.
Sobre la jornada del 16 de setiembre, dos comentarios:
Primero, la defensa de la JNJ contra el Congreso que intenta su captura no es solo una disputa ‘entre instituciones’. Se pierde de vista que las víctimas de la represión que encabezaron la marcha exigen que la JNJ mantenga su capacidad de fiscalizar a la Fiscalía. Declaraciones como la de Vladimir Cerrón que “el pueblo no tiene vela en este entierro” serían no solo falsas y distractivas sino de parte interesada.
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Segundo, los grupos de oposición a Dina Boluarte mantienen sus marcadas diferencias. Pese a que se han identificado los puntos mínimos que los unen, el 16 de setiembre salieron separados.
Esto nos lleva a otro punto: sobre el qué (objetivo político). Más que acuerdos sobre consignas (‘Renuncia de Dina Boluarte’, ‘Abajo la dictadura’) se requieren acuerdos sobre el fondo: las salidas políticas en lo inmediato y en el largo plazo (procesos políticos mayores).
Una convocatoria realmente masiva va a depender no solo de mensajes ‘juveniles’ o ‘frescos’ que resulten más atractivos sino de ese fondo: ¿para qué se apela a la ciudadanía más allá de la justa protesta? Si se busca la salida de Dina Boluarte, la cuestión es el cómo: ¿vía elecciones con reformas políticas?, ¿asamblea constituyente?, ¿asamblea y elecciones?, ¿quién convoca?, ¿restitución de Castillo (¡!)?, ¿Dina Boluarte de salida?, ¿Congreso?
Teniendo en cuenta que ‘Elecciones generales’ es la exigencia que más apoyo ciudadano genera (82%, IEP) y que la demanda de un proceso constituyente tiene un peso insoslayable, ¿es posible llegar a acuerdos? En buena cuenta, ¿es posible hacer política?
Distinto del 2000 y 2020, cuando la salida política (en lo inmediato, al menos) resultaba clara para todos, en el 2023 los peruanos no terminan de entender qué ruta se propone. Esto ocurre además en un escenario de desafección: en agosto, el 68% de peruanos expresó su ‘poco’ o ‘nulo’ interés en la política (IEP). 5 puntos más que en el mes de abril.
Socióloga y narradora. Exdirectora académica del programa “Pueblos Indígenas y Globalización” del SIT. Observadora de derechos humanos por la OEA-ONU en Haití. Observadora electoral por la OEA en Haití, veedora del Plebiscito por la Paz en Colombia. III Premio de Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro por “El hombre que hablaba del cielo”.