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En la selva no hay milagros, por Roberto Ochoa

“Pero la tragedia de los niños huitotos se originó por la amenaza de las nuevas guerrillas disidentes de las FARC...”.

Tenía once años cuando se perdió un avión en la selva peruana. La noticia dio la vuelta al mundo porque entre los pasajeros estaba una célebre ornitóloga alemana y su menor hija, Juliane Koepcke, de solo 15 años. Desde entonces me quedó esta mi costumbre de encender la radio desde el amanecer para volverme a dormir arrullado por las noticias. Debo reconocer también que me enamoré a primera vista de Juliane y estuve al tanto de las noticias hasta su rescate, días después, cuando la hallaron a orillas de un río. En aquellos días también dijeron que sobrevivió de “milagro”.

Ahora recuerdo a Juliane mientras edito las páginas dedicadas a los niños huitotos perdidos en las selvas colombianas y hallados después de 40 días. “Milagro”, dicen algunos titulares.

En ambos casos no hubo ningún milagro: Juliane creció acompañando a sus padres mientras investigaban en el bosque de Zárate (aquicito nomás, en Lima) y luego en las selvas de lo que hoy es la región de Ucayali. Ella estaba preparada para sobrevivir en la selva.

En el caso de los niños huitotos tampoco fue un milagro. La hermanita mayor, de solo 13 años, reveló que uno de sus pasatiempos favoritos en su comunidad es jugar a las “escondidas”: se internan en la selva durante varios días y tratan de sobrevivir hasta que son “ampayados”. Este juego ancestral les salvó la vida. Los cuatro niños sobrevivieron al impacto de la avioneta, pero su mamá resultó gravemente herida y murió días después. El piloto también falleció. Fue entonces cuando se internaron en el monte.

Pero la tragedia de estos niños huitotos se originó por la amenaza de las nuevas guerrillas de disidentes de las FARC: acostumbran secuestrar indígenas para esclavizarlos como guías y milicianos. El padre de los niños perdidos logró escapar de su comunidad, pues estaba amenazado de muerte por los “revolucionarios”. Apenas se instaló en otra zona, mandó a traer a su mujer y sus cuatro hijos para empezar una nueva vida lejos de la amenaza guerrillera... Pero la avioneta se estrelló y ahí empezó la odisea en la selva. Sin milagros de por medio.