La desigualdad detrás de una protesta

“Cuando aprendamos a reconocernos como conciudadanos y respetarnos en nuestras diferencias, por fin habremos evolucionado y seremos un país desarrollado”.

En mi último artículo, mencioné que era incorrecto decir que el gobierno de Dina Boluarte era una dictadura. Su gobierno es producto de un proceso legítimo y constitucional. No es, entonces, una usurpadora del poder. Sin embargo, los hechos en los que su gobierno se ha sumergido la alejan totalmente de lo que se entiende por democracia. Su gobierno ha dejado de ser un gobierno democrático y esta no es una opinión, es un hecho que tanto personas de izquierda y derecha deberían aceptar.

Los excesos cometidos a través de la represión policial y la violación de derechos humanos al procedimiento institucional como no dejar a la Defensoría del Pueblo, o peor aún, golpear a abogados que solo intentaban hacer su trabajo, solo nos indica la fragilidad de nuestro país y la facilidad con la que podemos retroceder más de 30 años en menos de 30 días.

La verdad incómoda detrás de todo esto es que hay seres más matables que otros. Seres de segunda categoría a los que se les puede llamar “perros”, sin que estos hayan hecho nada. No estoy hablando de quienes tomaron aeropuertos, esto está catalogado como un acto terrorista, pero incluso en esas circunstancias debe reprimirse con todo el peso de la ley.

Recuerdo que un excolega del Estado me contó que cuando la gente estaba fuera de la casa de Merino, dos años atrás, no podían usar gases lacrimógenos para no molestar a los vecinos de un barrio residencial de Surco, pero el sábado no tuvieron ningún reparo de patear y empujar a los vecinos de San Marcos que estaban filmando la represión.

Aquí lo que hay es odio, una cultura de odio que se refuerza de Estado a ciudadano y desde ciudadano a Estado. Esto no pasa con cualquier ciudadano, pero pasa hace mucho tiempo. Ahora, para el caso de los manifestantes que tiran piedras, ¿por qué pedirle que sean buenos ciudadanos si nunca en su vida han podido ejercer ciudadanía plena? Con ello, no justifico en lo absoluto el vandalismo generado, pero pongo esto aquí para reflexionar cuantas diferencias tenemos y lo lejos que está Palacio de Gobierno de los diferentes territorios del Perú en su labor de formar ciudadanos con valores democráticos.

En este contexto, también pierde el policía que no ha sido bien formado, no el general, sino el que está en la calle a quien nunca le enseñaron qué es democracia, ni en el colegio ni en la Escuela de Suboficiales. Estos policías solo saben seguir órdenes y tienen miedo porque no están preparados para gestionar una turba violenta. Estos policías son también víctimas de la exclusión social y son los que se enlistaron en la PNP porque no tenían otra opción para progresar. En las protestas, el Estado también abusa de ellos.

Por otro lado, gente con acceso a educación de calidad hoy avala los excesos y las violaciones a derechos humanos por parte del gobierno. A ellos el Estado también les falló, porque solo tuvieron acceso a una educación privada que nunca estuvo interesada en formar buenos ciudadanos. Ciudadanos con valores cívicos y democráticos que les permitan poner sus privilegios al servicio del cierre de brechas de desigualdad. Esto solo puede significar que el rol de la educación en el Perú ha fracasado considerablemente.

Nos razgamos las vestiduras respecto a si el capítulo económico de la Constitución debe o no ser cambiado, pero hacemos caso omiso a los dos primeros artículos de nuestra Carta Magna, y ni nos preocupamos por cómo garantizarlos de verdad para todos los peruanos.

El Estado de derecho no se puede recuperar golpeando al Estado de derecho. Una vez más nos confundimos con el concepto de democracia y lo reducimos al hecho de quien esté en el poder, lo esté por mecanismo constitucional. No podemos ser tan básicos. Urge que cómo sociedad comprendamos que a todos nos faltan valores de respeto y tolerancia a mi comunidad, la que trasciende las fronteras de mi argolla. Cuando aprendamos a reconocernos como conciudadanos y respetarnos en nuestras diferencias, por fin habremos evolucionado y seremos un país desarrollado.

La desigualdad detrás de una protesta , por Alexandra Ames

La desigualdad detrás de una protesta , por Alexandra Ames

Alexandra Ames

Especialista en Políticas públicas efectivas. Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Ha sido servidora pública de municipios y ministerios. También ha sido Secretaria Técnica del Social Progress Imperative para el Perú. Limeña, hija de padre puneño y madre moyobambina.