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Ucrania-Rusia, hay novedades, por Mirko Lauer

“Una OTAN reforzada como la actual es una pulga en la oreja para el nacionalismo, acostumbrado a ver a occidente como un peligro. Se necesitará algo más que una lista de victorias de Kiev sobre los invasores para alcanzar la paz”.

La guerra de Ucrania está tomando un giro inesperado. Cuando Rusia invadió, pocos dudaron de que el país más chico sería avasallado. Desde hace algunas semanas se empieza a discutir si Rusia está en serio peligro de perder en ese conflicto. En lo estrictamente político, para muchos analistas ya está perdiendo poder a raudales.

Entre la semana anterior y esta ha cambiado el curso de las cosas. Una ofensiva ucraniana ha hecho retroceder a unidades de élite del Ejército ruso, y la opinión pública rusa se ha dividido todavía más en torno al tema. Han empezado voces pidiendo la renuncia de Vladimir Putin. La moral de los militaristas en Moscú está en el suelo. ¿Qué pasó?

Putin pensó que una guerra relámpago sobre Kiev iba a funcionar, como unos pocos años antes funcionó el zarpazo sobre Crimea. La idea era entrar a la capital y reemplazar al presidente por una figura títere en el modelo URSS. Es decir la vuelta de los buenos viejos tiempos. El jerarca ruso se equivocó.

La decisión de los ucranianos, el liderazgo de Volodímir Zelenski y la colaboración occidental frenaron en seco a las tropas rusas, y empezaron a volver incierto el final de la guerra.

Es muy probable que los estrategas rusos no hayan calculado que los países europeos iban a cerrar filas tan decididamente frente a la invasión rusa. Ese espíritu de cuerpo, que incluye a toda la OTAN, ha venido traduciéndose en todo tipo de ayuda para Kiev, desde dinero y armas sofisticadas, hasta apoyo a sus refugiados.

Rusia había sido percibida como una potencia militar casi invencible. Esto a pesar del serio revés sufrido en Afganistán (1979-1989), que contribuyó mucho a desmembrar a la Unión Soviética. Lo que viene sucediendo frente a Kiev sugiere que fuera del arsenal, que no resuelve cosas en la práctica o sobre el terreno, Moscú es un tigre de papel.

Sin embargo, pocos piensan que un retroceso ruso en forma o una caída de Putin automáticamente producirían la paz. Una OTAN reforzada como la actual es una pulga en la oreja para el nacionalismo, acostumbrado a ver a occidente como un peligro. Se necesitará algo más que una lista de victorias de Kiev sobre los invasores para alcanzar la paz.

La República

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