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El 5 de abril de Pedro Castillo

“Estos días de furia son el parteaguas de un presidente que ayer tuvo su 5 de abril, y que ya se juega los descuentos de su tan mediocre como corrupto gobierno”.

El presidente cometió suicidio político. Debe renunciar ya. Solo la mediocridad del gobierno explica cómo hizo el presidente Pedro Castillo para transformar la protesta regional por el alza de precios, en una grave crisis en Lima que acabó por desnudar su precariedad, haciéndolo correr como pollo sin cabeza y escueleado en el Congreso, y que hoy solo busca sobrevivir, con menor capacidad de gobernar y el aumento de la posibilidad de no culminar su mandato.

La protesta tiene su origen directo en los efectos económicos de la invasión rusa a Ucrania, pero Putin no es el único Vladimir de esta historia, pues la explicación también radica en la presencia dominante de mucha gente como Cerrón, con una administración sin rumbo que promueve sus propias crisis vía conflictos creados en el MEM y el MTC, y que, en vez de construir progreso, se dedica a demoler, con ideologías anquilosadas, la inversión que genere empleos, recurriendo al talismán de otra constitución que resuelva todo.

Hay en el gobierno una insignificancia intelectual y gran impericia que lo llevan a tropezarse al caminar, pero el primer responsable del desmadre en el que ha caído el país en solo ocho meses es, sin duda, el presidente Castillo, cuya pusilanimidad explica decisiones tan absurdas como el toque de queda inconstitucional y sin publicidad, anunciado entre gallos y medianoche.

Fue una inmovilización sin sentido que nadie cumplió pues provocó una desobediencia civil que movilizó a la capital a protestar no solo contra el toque de queda, sino por la constatación de que Castillo es un presidente asustado entre audios que lo van a liquidar y protestas que lo van a destruir, y que ha demostrado con creces su total incapacidad para ejercer el cargo, lo que incluye su nulidad para rodearse de un equipo básico que sea capaz y honesto.

Ello incluye un mequetrefe parlanchín de premier, un ministro de justicia que declara que no pasa nada si la gente no come un día, un par -educación y trabajo- que copian hasta los agradecimientos de sus tesis, o uno de defensa que está feliz porque solo hubo cuatro muertos en las protestas.

Pero, principalmente, estos días de furia son el parteaguas de un presidente que ayer tuvo su 5 de abril, y que ya se juega los descuentos de su tan mediocre como corrupto gobierno.

La República

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