Julio Guzmán, presidente del Partido Morado
La reforma republicana será la vacuna social contra las pandemias. La victoria por los derechos y las oportunidades de todos y todas será el anticuerpo que nuestra sociedad tendrá que desarrollar para resistir ante las futuras crisis. El republicanismo y la erradicación de la desigualdad nos darán la “inmunidad” que necesitamos. Solo así podremos imaginar una república que goce de buena salud.
La pandemia es solo una de las tantas crisis que los peruanos nos veremos obligados a enfrentar en los próximos años. Nuevas pandemias, el cambio climático, los desastres naturales, la crisis financiera mundial, el desplome del precio de los minerales y la guerra comercial entre Estados Unidos y China están a la vuelta de la esquina.
Debemos empezar, cuanto antes, con la transformación necesaria para que el Perú alcance el potencial necesario para enfrentar los shocks propios de un mundo en cambio permanente. Falta solo un año para el bicentenario, y, en caso se me otorgue la confianza, tendré cinco años para continuar con la transformación de las mentes de los peruanos que se requiere para que, en 20 o 30 años, el Perú sea un nuevo país. Uno irreconocible para nuestra generación. Quisiera que nuestro país, el de nuestros hijos y nuestros nietos, se convierta en una potencia regional; en el hub de la agroindustria y el desarrollo tecnológico entre Latinoamérica y Asia.
Si no aprendemos de las duras lecciones que nos dio la pandemia, estaremos destinados a ser una nación sin llegar a nuestro potencial: sin futuro a la vista, a la deriva, dirigida por una élite de mediocres irresponsables.
La gran lección de la pandemia es que la desigualdad acelera y amplifica el efecto destructivo de las crisis. Ha quedado comprobado que la tormenta nos agarra a todos por igual, pero en distintos botes. Las vergonzosas brechas en el acceso a los servicios de salud, educación, agua potable, vivienda digna, transporte público, internet y del sistema financiero han devuelto a la mayoría de peruanos a la cruda realidad. Y explican, en su mayor parte, la catástrofe que, en términos de fallecidos y depresión económica, viene afectando al país. Esta misma desigualdad es la que explica la pérdida de más de la mitad de empleos y el resurgimiento de la pobreza en más de 2,2 millones de personas en tan solo tres meses de pandemia, así como los cerca de 18,000 fallecidos: uno de los ratios de mortalidad más altos del mundo.
La lucha contra la desigualdad es mi prioridad. El enfoque republicano, el corazón del Partido Morado, es aplanar la cancha para todos y todas. Luchar contra la desigualdad no requiere revoluciones, sino, más bien, reformas profundas y responsables. No requiere, como idea central, quitarle al rico para dárselo a pobre. Tampoco significa construir un Estado enteramente benefactor ya que eso erosiona en la ciudadanía y, además, porque no existe espalda fiscal para financiarlo. Vayamos al grano: así como las ideas de la socialdemocracia del siglo XX dieron origen al Estado del Bienestar, en respuesta a los efectos de la Gran Depresión, lo que hoy necesitamos es un Estado de Oportunidades Para Todos. Donde, en un mundo post-COVID, nadie esté por encima de la ley; y donde nuestra felicidad y progreso se construyan a base de la exploración y expansión de los talentos. Para esto se requiere de políticas públicas universales enfocadas en la educación, la salud, la diversificación productiva, la innovación, la ciencia y la libre competencia; utilizando como principal herramienta la tecnología de la cuarta revolución industrial.
El cambio de enfoque debió darse hace mucho. Sin embargo, aún estamos a tiempo. Como país hemos gozado de tres décadas de consolidación macroeconómica y diecisiete años consecutivos de crecimiento económico. En estos escenarios, las élites no tuvieron ni la convicción ni la capacidad de hacer estas reformas.
Quien asuma la presidencia de la república en el 2021 lo hará en condiciones económicas y sociales realmente desfavorables –una papa caliente que varios candidatos a la presidencia no saben qué hacer con ella–. Esto requerirá de preparación, conocimiento técnico, equipos sólidos de trabajo y convicciones profundas para poder enfrentarlas. El Partido Morado, en los últimos cinco años, se ha esforzado por construir estas capacidades. El Perú, sobre todo en las condiciones en las que nos deja la pandemia, no podrá soportar propuestas populistas, improvisadas, aventureras o carentes de organización y visión de país.
No podemos esperar hasta el 2021 para empezar. Los cambios se tienen que hacer aquí y ahora. Los líderes de los partidos políticos estamos en la obligación de entregar propuestas y soluciones serias que faciliten la labor del ejecutivo. Así también, tal y como lo viene haciendo la bancada del Partido Morado, los partidos deben comprometer a sus bancadas a trabajar de manera sensata y responsable.
En el día de nuestro bicentenario habrán pasado, exactamente, 72,684 días desde que declaramos nuestra independencia. Al día de hoy tenemos más de 18,000 fallecidos por la pandemia; aunque la cifra real podría ser más alta. No esperemos llegar a 72,684 o más fallecidos para, recién, comprender que estamos en un estado de guerra. Aunque estemos pasando por momentos difíciles, que estas Fiestas Patrias nos sirvan de inspiración para asumir el desafío de construir un futuro mejor.
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