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Jaime Ferraro: “A mí no me avergüenza ser un pituco”

El comediante la está rompiendo en TikTok y en sus shows en vivo. Su personaje, el pituco de ‘Sani’, se va de boca y representa a todo lo rancio de la clase alta limeña. Su sarcasmo moviliza a sus seguidores que le escriben desde todas las periferias de Lima.

En modo personaje, en la casa de 
su madre en San Isidro, haciendo 
sonar la campanita. Foto: Antonio 
Melgarejo
En modo personaje, en la casa de su madre en San Isidro, haciendo sonar la campanita. Foto: Antonio Melgarejo

Lo están pifiando en las redes sociales por haberse metido con la mazamorra morada y el turrón de doña Pepa. Sus seguidores han saltado hasta el techo porque ha dicho que el primero es una “gelatina hecha de papel periódico” y el segundo sabe a “arena de cerro”.

El comediante Jaime Ferraro (40) ya dio sus descargos pidiendo disculpas en TikTok (el video alcanzó 45 mil vistas en la primera hora), y se le ve flanqueado por los chicos de Coneroscast, unos youtubers que hacen entrevistas desde una azotea en Comas, a quienes convocó para parecer más “inclusivo”.

En los últimos años, el joven pelirrojo de metro noventa, que creció en el pituquísimo distrito de San Isidro, ha alzado vuelo haciendo comedia en redes sociales (tiene más de 270 mil seguidores en TikTok y 110 mil en Instagram), y también la está rompiendo con Live in San Isidro, su show presencial. Este 23 de octubre es su última presentación en el teatro Canout.

Su personaje -que se llama como él, pero que no piensa como él- satiriza a la clase alta limeña. Habla con los códigos del típico pituco que “marronea” a cualquiera que no se parezca a él y, claro, que no viva en “Sani”, vecindario pudiente de Lima donde vive la very important people, desde políticos a empresarios acaudalados, y donde se ubican algunas embajadas. Por cierto, Jaime cuenta que su casa colinda con la de Holanda y Austria, y tuvo de vecino a PPK.

“Mejor ni te pregunto por el metraje de tu casa”, le decimos mientras empezamos esta conversación hablando de política, uno de los temas de interés del comediante, quien, además, tiene un podcast -ya fuera de su personaje- donde hace entrevistas a intelectuales, sociólogos, músicos.

-Ahora que Rafael López Aliaga ha ganado la alcaldía de Lima metropolitana, tu personaje debe estar feliz.

-Ja, ja. Sí, está feliz, porque va a traer diez mil motos [fue su promesa de campaña para combatir la delincuencia], eso significa que los deliveries van a llegar más rápido a San Isidro.

-¿Y tú qué piensas de él?

-Yo pienso que simboliza la degradación de la política actual. Más allá de sus posturas religiosas y retrógradas -que mucha gente podría compartir y se respeta-, sus formas nos hablan de un rechazo a la reflexión, de estar dado a hacer las cosas al caballazo y tener una visión visceral de la política donde se debe eliminar al adversario. Es un personaje muy polarizante.

-¿Eres de izquierda, Jaime? ¿Eres comunista?

-Justamente esa es la polarización de la que hablo [se refiere a que si alguien critica a la derecha pensamos que es de izquierda por defecto]. La percepción es que las personas privilegiadas como yo tienen que ser de derecha o caviares. Yo nunca he votado por la izquierda. Y soy antifujimorista.

Un dato curioso sobre Jaime es que empezó a hacer comedia para superar su fobia a las palomas. Pensaba que si verbalizaba ese miedo con una narrativa divertida y se reía de ella frente a la gente, podría exorcizarla, pero no funcionó. No fue suficiente solo la fobia y echó mano a su “blanquitud”, a la percepción que tenían los otros de él, a quien confundían en la calle con un gringo. “Hola, soy Jaime Ferraro y soy peruano”, así empezaba sus monólogos.

-¿Quién es el pituco de ‘Sani’?

-Es una versión extrema de los peores aspectos de la clase a la que represento: el clasismo, el racismo, la falta de cultura y el empoderamiento de la ignorancia.

-Pero si estudian en los mejores colegios. Tú estudiaste en el Santa María.

-Yo recibí una educación en el Santa María que fue de muy mala calidad.

-¿No te miran mal tus familiares o amigos por tus parodias?

Ja, ja. Hay de todo. Mis amigos más cercanos tienen una onda muy parecida a la mía. Uno es psicoanalista, el otro cineasta, el otro filósofo, y no son los más convencionales, ellos aprecian lo que hago. Mi familia, por el lado Ferraro, es conservadora y del Opus Dei, supongo que tengo familiares a los que no les debe agradar lo que hago, pero nunca me lo han dicho.

-¿Y qué tal los haters (odiadores)?

-Los hay, pero no muchos, y es que los pitucos no son de decir las cosas de frente. Hay gente que dice que estoy despertando conflictos de clase, nada que ver, yo los estoy recogiendo. Otros me dicen ‘ay, con el talento deberías hacer cosas positivas’.

-¿Eres un desclasado, Jaime?

No. A mí no me avergüenza ser un pituco.

Como les dije a los chicos del Markham: no se trata de ir por ahí dándose latigazos y pidiendo perdón por ser quien eres; porque así como nadie tiene la culpa de nacer pobre, tampoco tenemos la culpa de nacer en una familia que te da oportunidades.

En agosto del 2021, con ese tono sarcástico que lo caracteriza, Jaime dio un discurso ante los graduados del Markham College, uno de los colegios más caros de Lima. Los llamó pitucos de frente y los animó a tener consciencia de sus privilegios de clase: “Ser privilegiado es como que te tiren al océano y caer en una isla llena de recursos”, les dijo, alentándonos a hacer lo que les diera la gana con sus vidas, porque pueden hacerlo. Como él, que recién entrado a los treinta, descubrió que su rumbo vocacional y laboral era la comedia.

-¿Por qué crees que tu tipo de humor ha pegado tanto?

-Por la diversidad social que hay en el Perú, hablar de identidad es siempre estimulante, [mis parodias] hacen que la gente hable de eso, lo piense, se ría. Yo pensé que iba a recibir más hates, e iba a ser más de nicho (mi humor al ser sarcástico le exige más al espectador), pero estoy muy agradecido que haya resonado.

Su dinámica en redes es así: la gente le hace preguntas como “soy de provincia, médico pediatra, me superé, ¿puedo vivir en Sani?” o “soy pituco de cono, ¿puede ser?”, y su personaje les responde desde lo absurdo en clave pituco, muchas veces hasta con respuestas un poco ofensivas, pero en modo parodia. “La gente ha empezado a darse cuenta de que la risa no es racional, te puedes reír de cosas con las que no necesariamente estás de acuerdo”.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.