Por qué el 8 de marzo no es una fecha para celebrar: el riesgo de ser mujer en Perú
La peligrosa posición que ocupan las peruanas frente a la creciente violencia de género; más que una felicitación, merece una respuesta. ¿Por qué este 8 de marzo no hay nada que celebrar?
Este 8 de marzo de 2020, Día Internacional de la Mujer, hay más de 300 desaparecidas en el Perú, una cada cinco horas, según datos de la Defensoría del Pueblo. Si alguna de ellas llega a ser encontrada, es posible que se convierta en una víctima más de feminicidio. Entre enero y febrero se registraron 33.
Las sobrevivientes tampoco se salvan de la violencia machista. En este momento, decenas de niñas y jóvenes en todo el país experimentan acoso callejero o estén siendo violentadas en sus trabajos. Frente a esta situación, el 8 de marzo no debe ser festejado, sino conmemorado. Se trata de una oportunidad para reivindicar la lucha diaria que significa ser mujer en el Perú.
Pese a la alarmante situación del país con relación a las cifras de feminicidios, desapariciones y una creciente inseguridad para las mujeres; centros comerciales, restaurantes y hasta medios de comunicación insistirán en ‘celebrar’ este Día de la Mujer con flores, chocolates y rosadas ilustraciones.
El foco de esta fecha debería situarse en la violencia de género como una emergencia nacional y no tanto en las felicitaciones. ''El 8M es, sobre todo un día que pretende […] generar consciencia de lo que hace falta para que las mujeres […] tengamos vidas libres de explotación […] es una conmemoración de todas las luchas que nos precedieron'', señala la antropóloga Angélica Motta.
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Las luchas que anticiparon, como dice Angélica, datan del 8 de marzo de 1857, cuando decenas de neoyorquinas protestaron y murieron por sus deficientes condiciones laborales. Este día, como el feminismo, surge de la insatisfacción de decenas de mujeres por la posición que ocupaban en dentro y fuera de sus casas: un lugar de sometimiento y desigualdad frente a los hombres.
Por eso, el Día de la Mujer no evoca una ‘celebración’ de la femineidad, sino que es producto de la indignación, enojo y hartazgo. Es, en realidad, un grito de reclamo. Es rabia organizada.
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''En la sociedad consumista en que vivimos, este se ha vuelto un día festivo al igual que el Día de la Madre […] no se celebra el ser mujer sino que se recuerda lo que implica serlo y lo que hemos logrado hasta hoy, se conmemora a las que murieron por llegar a estos logros, se recuerda la lucha por la reivindicación de nuestros derechos, porque es una pelea que todavía no ha terminado […]'', enfatiza la periodista especialista en género Suiry Sobrino.
El 8 de marzo reivindica también a las mujeres trans, quienes se ven doblemente violentadas por una sociedad transfóbica. Para Miluska Luzquiños, activista por los derechos humanos, este día recuerda ''la ausencia y desinterés del Estado peruano en respuesta a políticas públicas como la ley de identidad de género que nos permitan acceder a derechos sociales políticos, económicos y culturales''.
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''Es labor de todas seguir conservando esa esencia política, económica y social de luchar contra la capitalización de este día frente al sector privado’’, dice Suiry, con el objetivo de ''liberar a las mujeres y tener una sociedad más igualitaria'', agrega Angélica. Una fecha para reafirmar la pelea por los derechos que faltan y ''recordar a las que ya no están, víctimas del patriarcado, la violencia machista e institucional'', finaliza Miluska.
Quizá el Día de la Mujer pueda volverse una celebración cuando no haya ni una sola muerta; cuando se avance en la ley contra el acoso político presentada en 2016, cuando la cuota de representación de mujeres afrodescendientes e indígenas sea norma, cuando se despenalice el aborto por violación sexual, se promulgue la educación sexual integral y se liberen más derechos para todas. Hasta ese momento, todo es lucha.