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Eduardo Payet: “El cáncer siempre va a existir. Pero soñamos con un país libre de cáncer avanzado”

Creado en 1939, el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas cumplió 80 años esta semana. Su historia es también el relato del combate desigual que nuestro país le ha dado al cáncer en estas ocho décadas. El doctor Eduardo Payet, su jefe institucional, habla en esta entrevista de lo que han aprendido en todos estos años y del futuro de su lucha.

LONGEVOS. El doctor Payet sostiene que un
factor para la aparición del cáncer es la edad.
Ahora la gente vive más –dice– y con ello
aparecen nuevos patrones de cáncer.
LONGEVOS. El doctor Payet sostiene que un factor para la aparición del cáncer es la edad. Ahora la gente vive más –dice– y con ello aparecen nuevos patrones de cáncer.

Cuando empezamos a pelear contra el cáncer, en 1939, tuvimos miedo. No era el pánico que se extendía en Europa por la invasión alemana a Polonia, que desencadenaría la guerra más atroz que ha conocido la humanidad. Era el temor a un nombre que no conocíamos. Los primeros hombres que se atrevieron a hacerle frente al mal, los médicos del Instituto Nacional del Cáncer, se vieron obligados a cambiarse de razón social. Todo aquel que pasaba por su local, en la cuadra ocho de la céntrica avenida Alfonso Ugarte, veía con horror esas seis letras en una enorme inscripción: c-á-n-c-e-r. Pronto, el hospital pasó a llamarse Instituto de Radioterapia. Como si al esconder esa palabra, hubiéramos podido conjurar todo lo que vendría después. Aprendimos a pelear con la radiación como arma. Bombas de cobalto contra células anómalas. Un veneno contra el ataque de nuestro propio organismo. Cuando la migración a las ciudades comenzó, entendimos que no habría forma de vencer sin comprendernos a nosotros mismos. Con el crecimiento de las urbes, las enfermedades infecciosas fueron disminuyendo, males como la polio y la tuberculosis fueron controlados, pero las enfermedades crónicas, la diabetes, la hipertensión y el cáncer empezaron a reinar. Hoy, los médicos del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (ex Instituto de Radioterapia), que esta semana cumplió 80 años, saben que el cáncer se presenta de distintas maneras. Hay un cáncer para los pobres, que no tienen buenos servicios de salubridad. Hay otro para distritos como Miraflores y San Isidro. Hay un cáncer para viejos. Y otro que viene cruzando las fronteras, encarnado en niños que huyen de un régimen autoritario. Hace un año y medio, el doctor Eduardo Payet dirige a los hombres que tratan de frenar su avance. Lo que dice no suena optimista: El cáncer no se irá. Peleamos por detectarlo a tiempo. Prevención y accesibilidad. Son las nuevas reglas de esta lucha.

¿Los peruanos hablamos con naturalidad del cáncer o aún lo vemos con miedo?

Es bastante interesante el tema. Este hospital tiene 80 años, fue fundado en 1939, cuando empezaba la Segunda Guerra Mundial, antes de la era industrializada, ya había pasado el oncenio de Leguía, y fue en esa época que una especie nueva de rayo llegó al Hospital Loayza. En ese entonces, el Pabellón C del hospital estaba lleno de señoras que sufrían de cáncer de cuello uterino y que eran sensibles a este tipo de tratamiento con radiación. Allí fue que un grupo de hombres, liderado por el doctor Constantino Carvallo, tuvo la visión de hacer un hospital dedicado exclusivamente al cáncer. Se construyó en 6 meses, en la Huerta del Pellejo, en la avenida Alfonso Ugarte. Era una época en el que el cáncer estaba fuera de todos los vocabularios. Los médicos tenían miedo de hablar con sus pacientes del diagnóstico del cáncer y los pacientes no querían decir nada a sus amigos y parientes. Hoy esto ha evolucionado. Hoy se habla con mucha naturalidad del tema, a pesar de que es la primera causa de muerte en nuestro país, pero todavía produce temor.

¿Y cómo hacer campañas de prevención en ese escenario?

Bueno, lo primero que hay que ver es la radiografía del cáncer en el país. Para eso se usa una herramienta: el registro de cáncer de base poblacional, que estudia el número de casos que aparecen cada año en una población, el tipo de casos y la mortalidad. ¿Qué hemos aprendido? Que en el Perú tenemos doble patrón. Hay tipos de cáncer relacionados a agentes infecciosos, como el cáncer de cuello uterino, vinculado al papiloma virus, o el cáncer de estómago, que viene de la infección por helicobapter pylori. Son enfermedades susceptibles de ser prevenidas al 100% si vacunas a la población, si tienes buena educación sexual, para evitar la transmisión del papiloma virus, o si hay buenas condiciones de salubridad. Ese es el primer patrón. El otro es el de las enfermedades que se ven en Miraflores o San Isidro. Allí no ves mucho cáncer de cuello uterino, pero sí cáncer de mama, o de colon y recto, por el consumo de carnes rojas.

¿Y hasta dónde podemos prevenir? Porque una persona puede dejar el tabaco, el alcohol, la vida sedentaria y aun así desarrollar el cáncer. ¿Cuánto dependemos del azar?

Sí, es verdad. Pero tenemos todo lo que hemos aprendido en estos años. Hemos aprendido a identificar los tumores, sabemos cómo se comportan, sabemos quiénes están en riesgo. Si conoces el patrón de Lima Metropolitana, de Junín, de la selva, donde la incidencia de cuello uterino es abundante, por el inicio temprano de la actividad sexual, puedes hacer prevención. Mira, en este país la gente no fuma mucho. Yo cuando era chico iba a la heladería y veía como se vendían cigarrillos sueltos. Véndame un fallo, decían.

El que compraba una cajetilla era un tipo con plata.

Claro. El Perú es el único país del mundo en el que se vendían cigarrillos sueltos, a un sol o cincuenta céntimos.

Entonces no tenemos una incidencia alta de cáncer al pulmón.

Tenemos una incidencia relativa. Pero no es nuestro problema principal, aunque sí es el problema principal del mundo. Es la primera causa de muerte en el mundo.

En el Perú la primera causa de muerte es el cáncer de estómago.

Sí, el cáncer gástrico.

¿Por qué? ¿Es un tema de salubridad?

Exacto.

¿Cuánto tiene que ver la edad con el desarrollo del cáncer? Se lo digo porque la tendencia mundial es que seamos cada día más longevos, pero en la última etapa de nuestras vidas aparecen enfermedades degenerativas o cáncer.

A ver, hechos. “Facts”, como dicen los americanos. La incidencia de cáncer está aumentando en el mundo, considerablemente. En el Perú, en el año 2004 y 2005, la incidencia de cáncer era de 118 por cada cien mil habitantes. Hoy es de 126 nuevos casos por cada cien mil habitantes. Este año estimamos que aparecerán 66,500 nuevos casos, que se suman a los 150 mil sobrevivientes. Y esto se repite en todo el mundo y se debe a dos factores: el envejecimiento de la población, el cuerpo se envejece, porque vives más tiempo. Cuando este hospital se inauguró, la expectativa de vida era de 50 o 60 años. Hoy puedes tener gente que llega a los 100 años, aunque el promedio es 73 años. Y con eso aparecen nuevos patrones, otras enfermedades, el cáncer de páncreas, el de colon, el de próstata. Hace 20 años, la incidencia de cáncer de próstata era baja. Hoy ha aumentado considerablemente. Ese es un cáncer de viejos.

Ayúdeme a definir qué es el cáncer en pocas palabras. ¿Es el crecimiento de células anómalas de una manera irregular?

Influenciadas por diferentes factores, infecciosos, genéticos, dieta. Es decir, hábitos. Y hoy día también estamos detectando una fuerte relación de los tumores con alteraciones genéticas. Por ejemplo, en la sierra hay un tumor que es muy frecuente, el retinoblastoma, que se presenta en el globo ocular de los niños. Y no se puede prevenir esta enfermedad, acá lo que tenemos que hacer es detectarla tempranamente.

Estaba leyendo unas declaraciones del oncólogo español Josep Baselga (exdirector médico del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, uno de los centros de investigación en oncología más importantes del mundo), y él decía que a veces el inicio de un cáncer se puede encontrar en una simple división celular, que se da a diario en nuestro cuerpo, ¿tan frágil es la condición humana?

Sí, y no solo en el cáncer se puede dar eso, también en enfermedades crónicas. Estamos hablando de enfermedades catastróficas, de alto costo, que implican tratamientos sumamente especializados. Las células que llevan el código genético de una persona son un factor, pero, insisto, los otros factores son externos: el tabaco, la dieta, la falta de ejercicio, la calidad del agua.

Hablemos del INEN, cumple 80 años, ¿diría que la historia del INEN es también la historia del combate al cáncer en el país? Se lo digo porque empezaron con radioterapia, han pasado a la quimioterapia, y entiendo que ahora están experimentando con inmunoterapia.

A ver, es que existe evidencia de que el manejo multidisciplinario de todos los tumores ofrece el mejor resultado. No se trata de dar quimioterapia a todo el mundo. Lo que tratas de hacer, basado en resultados, en guías de práctica clínica, es de dar el mejor tratamiento. Por ejemplo, el cáncer de mama no es uno solo, tiene subtipos, que se basan en tu propia alteración genética. Y si detectas qué tipo de gen está asociado al tumor que tienes, puedes desarrollar un tratamiento antigénico o inmunológico, que acá podemos darlo. Entonces, la cirugía tiene un rol, también la radioterapia, y la quimio, pero es cierto que en los últimos años ha habido un desarrollo importante en los tratamientos antigénicos. Pero, ojo, allí ya entramos en otra discusión: los tratamientos de alto costo.

Claro. Cada cierto tiempo vemos que hay nuevos tratamientos contra el cáncer, pero son caros, y solo un grupo reducido de personas puede pagarlo.

Exacto. El cáncer es una enfermedad catastrófica, no solo destruye al paciente sino a su familia. Y si no estás protegido por un sistema que te cubra de manera integral, primero te empobreces y luego te mueres. Y eso no solo te afecta a ti. Tienes que sacar del colegio a los chicos, mudarte, vender el carro, todo para comprar las drogas que te piden. Pero en eso el Perú ha avanzado. La lógica hoy es la del aseguramiento universal. Hoy, en cáncer, mi población, la del INEN, es gente vulnerable, en pobreza o pobreza extrema.

¿Qué pasa con los migrantes?

¿Los venezolanos? Están aquí. Tenemos niños con leucemia de Venezuela. Están cubiertos.

Hablemos de usted. ¿Qué tan importante fue su padre en el desarrollo de su vocación?

(Sonríe) Bueno, hemos sido siete hermanos y yo fui el único que resultó siendo médico. Mi padre fue un hombre importante en su época.

De hecho, fue fundador del INEN.

Sí, fue uno de los juniors, estuvo allí desde estudiante de medicina y como cirujano dedicó su vida a este hospital. Mis hermanos estudiaron administración y arquitectura, llevaron una vida fácil. (Se ríe) En cambio, yo estudié 10 años de medicina. Y luego vino el internado, el serum, el residentado, el fellow.

Y todo lo hizo aquí.

Sí, soy producto nacional. Pero tuve entrenamiento muy fuerte en el extranjero. Ya tengo 33 años acá. Y tengo un año y medio en la jefatura del instituto, aunque prefiero ser un soldado de la sala de operaciones, un cirujano.

Hay hechos interesantes en la historia del INEN. Leí que para empezar la construcción del edificio de la avenida Aviación, en 1983, el doctor Eduardo Cáceres Graziani se entrevistó con el entonces presidente Fernando Belaunde. El presidente le preguntó: “¿Cuánto cuesta este hospital?”. Y el doctor Cáceres respondió: “Bastante menos que un Mirage”.

Sí. Es que había la necesidad, el cáncer aumentaba. Estábamos en Alfonso Ugarte, muy cerca a la Plaza Bolognesi, y allí llegaban los buses que venían con gente de la sierra del Perú. Yo dormía en el hospital, en esa época era estudiante, y las señoras llegaban con sus polleras. La población migrante era muy grande y los otros hospitales tenían miedo. Llegaba alguien con cáncer y decían: “No, váyanse a neoplásicas”. Por eso había que pensar en una cosa más grande. Primero se creó la Fundación Peruana de Cáncer que recaudaba fondos para el nuevo hospital, en el primer gobierno de Belaunde, pero todo se frustró con el golpe militar. Con el control de cambio y la falta de dólares, ya nadie quiso donar. Luego pasó que el doctor Eduardo Cáceres atendió a una pariente del general Velasco y este le preguntó que quería. Cáceres le respondió: “Para mí nada, señor presidente, lo que queremos es un terreno para un nuevo hospital”. A los dos días le consiguió este terreno de 70 mil metros cuadrados. Y a la Fundación Peruana de Cáncer le tomó unos 16 años levantar este hospital. Pero en el tramo final ya no había plata, por eso se entregó el casco al Estado y la obra la asumió el segundo gobierno de Belaunde, con un impuesto al tabaco.

Otro dato interesante es que en el período de 1980 a 1987, en pleno guerra contra Sendero Luminoso y con hiperinflación, los casos de cáncer se multiplicaron en 70%, ¿hay una explicación para eso?

Todo coincide con la transición demográfica. La población migrante empieza en los 70. Se da la Reforma Agraria y la aparición de los pueblos jóvenes, la centralización. Todo eso se dio cuando empezamos acá, en el nuevo edificio. Antes veíamos tremendos pasillos vacíos y hoy, tú lo has visto, están llenos. Hoy el 60% de nuestros pacientes viene de las regiones. El 40% es de Lima.

¿Cuánto presupuesto maneja usted?

El presupuesto de este año es de 535 millones de soles.

¿Cuánto más necesita?

A ver, nuestro presupuesto tiene un incremento porque tenemos una obra de infraestructura (un nuevo edificio en el terreno del INEN) que ya estamos terminando. No obstante, hubo una disminución en el presupuesto para medicamentos, hace dos años. El presupuesto para Salud ha disminuido después de la evaluación que hizo el Ministerio de Economía sobre ejecución presupuestal. Y eso afecta los proyectos de inversión. Aunque nosotros, como instituto, tenemos un promedio de ejecución bastante alto.

Cerramos el año con 66 mil nuevos casos de cáncer a nivel nacional.

Es lo que estimamos.

¿Y qué porcentaje de estos casos ve el INEN?

Unos 13,500 nuevos casos. Aunque muchos casos no son diagnosticados.

¿Y estas cifras se van a incrementar?

Sí. Cada año. Se suman a los 50 mil pacientes que ya tenemos. En lo que estamos trabajando ahora es en la desconcentración, con institutos regionales de neoplásicas en Trujillo y Arequipa, y ahora esperamos que se inaugure uno más en Junín, en Concepción.

Uno asocia el cargo de director de un centro oncológico con temas administrativos y burocráticos, ¿usted todavía se da tiempo para atender a pacientes?

A ver, yo he dedicado mi vida al sector público. Tengo mi práctica acá y también tengo la privada, pero ambas se han visto afectadas un montón. Estoy acá encerrado, en esta oficina.

¿Hace cirugía todavía?

Sí, aquí, en el INEN, por supuesto. Es que los médicos residentes me lo piden. Me dicen: “Tenemos este paciente, doctor. Por qué no lo vemos juntos”.

¿Y cómo hace para desconectarse de todo esto, de esta enfermedad atroz, como usted la llama?

Allí vamos. Tengo un súper equipo, comparto y exijo que se cumplan las responsabilidades. Pero no soy dueño de mi nombre ni de mi agenda. No tengo vida privada, si esa es la pregunta (se ríe).

La humanidad sueña con una cura contra el cáncer, es casi una utopía moderna, ¿Llegará el día que la tengamos? ¿Será una o varias curas?

Yo creo que el cáncer siempre ha existido y va a continuar, nuestra meta debe estar dirigida a vivir en un país libre de cáncer avanzado. Se ha hablado mucho del Plan Esperanza, y ahora, para el año 2020 y los próximos cinco años, hemos presentado un plan integral de manejo del cáncer, donde están integradas todas las cosas de las que hemos hablado, como por ejemplo vacunar a niños y niñas para evitar el cáncer de cuello uterino, animar a hombre adultos con el tacto rectal, mamografías. Creo que el cáncer siempre va a existir y además aparecen nuevos tumores, pero hemos avanzado bastante. La mortalidad del cáncer de pulmón era del 100% y hoy la sobrevida de estos pacientes ha aumentado considerablemente. La idea es mantener a nuestras instituciones e insistir en que haya presupuesto para la inversión. El tema de discusión es uno solo ahora: accesibilidad y oportunidad.

¿Esa es su máxima preocupación?

Sí, hay pueblos en la selva, poblaciones que nunca han visto a la civilización, y hay programas de despistaje que chocan con la cultura de estas personas. Te repito: el cáncer siempre va a existir, pero soñamos con un país libre de cáncer avanzado.

Periodista formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es editor y reportero del suplemento Domingo de La República. También ha publicado en el diario El Tiempo de Colombia y La Tercera de Chile. Fue reportero de la sección política de este diario. Tiene un blog sobre fantasía (cuervosobrepalas.wordpress.com) y otro en el que comenta su trabajo periodístico (cambiodetitulares.wordpress.com)