La crisis interna del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia se agudiza tras la denuncia de un presunto atentado contra la vida del expresidente Evo Morales. Este hecho ha generado un cruce de acusaciones entre Morales y el actual mandatario, Luis Arce.
El exmandatario afirmó que su vehículo recibió disparos mientras se dirigía a su programa de radio, lo que ha llevado a una serie de reacciones tanto del gobierno como de sus opositores. La situación refleja la creciente tensión entre las facciones del MAS, que se disputan el control del partido.
El último domingo 27 de octubre, Evo Morales denunció que su vehículo fue atacado con 14 disparos por desconocidos, resultando herido su chofer. En un comunicado en su cuenta de Instagram, el MAS indicó que el primer automóvil recibió cuatro disparos, y tras cambiar de vehículo, el segundo fue blanco de otros 14 disparos.
El expresidente boliviano, relató el terrible momento por el que tuvo que pasar al ver su vida en peligro. Además, relató todos los detalles del ataque armado que habría sufrido : “A mí felizmente no me llegó. (…) Hoy salvamos la vida”, mientras mostraba videos de los daños en el automóvil.
El presidente Luis Arce condenó la violencia en la política y pidió una investigación exhaustiva sobre el incidente del presunto atentado contra la vida de Evo Morales. Sin embargo, el gobierno también acusó al exmandatario de inventar un intento de magnicidio para desviar la atención de un incidente en el que, según ellos, el exmandatario no se detuvo ante un control policial y disparó a los agentes.
El ministro de gobierno, Eduardo del Castillo, afirmó que Morales tendrá que responder ante la justicia por un “delito de asesinato en grado de tentativa”.
Morales, por su parte, rechazó estas acusaciones y aseguró que no había armas en su vehículo. En una entrevista, describió el ataque como una emboscada y afirmó que había una “orden de eliminación” en su contra, dado el número de disparos recibidos.
Este presunto atentado se produce en un contexto de creciente tensión entre las facciones de Evo Morales y Luis Arce dentro del MAS. Desde el 14 de octubre, grupos afines a Morales han liderado bloqueos de rutas en protesta por las investigaciones judiciales en su contra, que él califica de persecución política. La Policía ha denunciado la presencia de “grupos violentos armados” en estas manifestaciones, lo que ha incrementado la preocupación por la seguridad pública.
La ruptura en el oficialismo ha llevado a la pérdida de la mayoría en el Poder Legislativo, lo que ha generado un clima de inestabilidad política. Analistas señalan que la crisis se refleja en la incapacidad del Gobierno para abordar problemas económicos y energéticos, lo que podría desgastar aún más a Arce de cara a las elecciones de 2025.
El conflicto entre Arce y Morales no se basa en diferencias ideológicas, sino en la lucha por el liderazgo del partido. Ambos han intentado convocar congresos para definir la dirección del MAS y la candidatura para las próximas elecciones, pero sus esfuerzos han sido bloqueados por la justicia. Morales, quien fue clave en la elección de Arce como candidato en 2019, ha intensificado sus críticas hacia el actual presidente, manifestando su intención de postularse nuevamente.
El politólogo Jorge Márquez Meruvia ha señalado que el MAS está experimentando la decadencia de un partido hegemónico, donde las disputas internas han alcanzado niveles críticos. La crisis económica y la falta de decisiones efectivas por parte del Gobierno han contribuido a este deterioro, generando un ambiente de incertidumbre en el país.