Acudimos donde el experto investigador de la mentalidad de los peruanos Jorge Yamamoto Suda para intentar comprender lo ocurrido el miércoles último, cuando el ahora expresidente Pedro Castillo y también los congresistas pusieron en zozobra al país, con el desenlace conocido.
El psicólogo social y profesor principal de la PUCP también reflexiona sobre la reacción de los peruanos. La entrevista se hizo antes de los actos de protesta que sucedieron a nivel nacional, por lo que escaparon al análisis.
¿Cómo vivió las horas del golpe fallido? ¿Fueron una sorpresa para usted?
En realidad, ya era un escenario posible. No deja de ser alucinante, pero no fue una sorpresa. No voy a decir que me puse a hacer canchita para ver el desarrollo de los acontecimientos, pero me fue sorprendiendo la incompetencia de Pedro Castillo, felizmente, ¿no? En ese acto tan sin sentido desde el principio, y ver cómo no se salió con la suya y terminó detenido y rápidamente las cosas volvieron a su estado normal -aunque lo normal no es bueno en nuestro país, ¿no?-. Pero por lo menos con la nueva presidenta se quedó un poco mejor... con el derecho a la duda.
Todos nos preguntamos, ¿qué hubo detrás de esa decisión de Castillo? Durante su discurso se le vio nervioso, no fue el Castillo autosuficiente de días anteriores.
Es un punto muy interesante. De hecho, he grabado algunas secuencias para mis clases de psicología. En primer lugar, la hipótesis más sólida, con los datos existentes, es que se terminó de asustar con las declaraciones del exjefe de Inteligencia. Y ya veía que se le estaba acabando la suerte y las artimañas de las operaciones psicológicas. Perdió perspectiva. Probablemente también fue mal asesorado, con mala intención o con ingenuidad. No ha habido buena asesoría y, si la hubo, su necedad y sus nervios probablemente le ganaron. Hay un concepto en psicología que es muy importante para el éxito personal, académico, empresarial. Se llama autorregulación. Y una parte de esa autorregulación consiste en controlar las emociones porque cuando estamos con mucho miedo, por ejemplo, tomamos decisiones de corto plazo muy precipitadas y no vemos las consecuencias de mediano y largo plazo. Un ejemplo fue lo del Covid-19. La gente estaba aburrida, salía a las fiestas covid y no veía las consecuencias de largo plazo; su emoción, su aburrimiento, le ganaba. A Castillo la emoción, el miedo, podría haberle ganado. No vio las consecuencias que iba a tener y se apresuró.
Curioso, ¿no? Para hacer un golpe de Estado se necesita tener respaldo, ser consciente de lo que uno puede hacer y lo que no.
La falta de capacidad de hacer una estrategia y ejecutarla tácticamente fue extraordinaria. El factor miedo y falta de autorregulación es la cereza, pero la torta es la incapacidad que ha demostrado. ¿A qué genio se le ocurrió un levantamiento sin tener respaldo de las Fuerzas Armadas?
Los momentos que siguieron al discurso de Castillo sí fueron de tensión. En Gamarra, por ejemplo, hubo cierre de puestos. En algunas regiones se cerraron mercados por temor a saqueos. La incertidumbre duró hasta el comunicado de las Fuerzas Armadas.
Fueron minutos, hasta horas, de incertidumbre. Yo tenía que hacer unas compras para salir de Lima y me encontré con unas colas alucinantes. De hecho, no terminé de hacer mis compras, me di la media vuelta. Como siempre el papel higiénico... La gente estaba comprando como si se fuera a acabar el mundo, lo que era una posibilidad ¿no? Porque si no nos acompañaba la suerte de la poca autorregulación y poca capacidad de Castillo, hoy no habría ni siquiera esta entrevista.
Se notó un cierto temor a una posible salida de los militares. Hay una experiencia histórica que nos hace temer esa reacción, ¿no?
Es una buena pregunta, habría que investigar eso. En mi percepción, todavía esos rezagos de Velasco probablemente ya no estén muy claros.
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¿Cuánto nos afecta la inestabilidad política como individuos y como sociedad?
La narrativa de las personas, la historia, se simplifican. Y en esa narrativa hay un villano. Y ese es el político que tiene dos caras, una peor que la otra: la del Ejecutivo y la del Legislativo. Entonces creo que en el imaginario actual el villano-militar no está presente, pero repito que eso habría que validarlo con encuestas y otros datos. Ahora, ¿cómo afecta lo que ha ocurrido? Creo que A) como no hemos ido al Mundial, y B) como uno de los villanos ha caído, hubo una suerte de celebración y bienestar... Los memes, que a veces son buenos termómetros, dijeron al principio que la gente está haciendo otra vez colas en los supermercados para devolver el papel higiénico y cambiarlo por trago, para celebrar. De hecho, en algunos barrios muy activos en tocar cacerolas en la pandemia, hicieron su fiesta, tocaban cláxones en la calle. Digamos que hay una suerte de episodio que levantó el ánimo de la gente. Porque cada vez había menos esperanza, veíamos que el optimismo había caído. Y eso podría haber estar generando un estado de depresión colectiva, que suele manifestarse con irritabilidad, agresión, con baja de energía generalizada, que la podemos ver en estudiantes, en trabajadores, con crisis de productividad en todos los ámbitos. Entonces podría ser un pequeño alivio a esa depresión colectiva que vivíamos. Ahora bien, esta esperanza ha sido alimentada al principio por las palabras muy políticamente correctas de la presidenta, pero el floro dura poco, en las próximas semanas las acciones concretas que haga y la forma como se difundan va a ser central para caer en una mayor depresión o mantener algún espíritu positivo.
¿Hay otros villanos de por medio?
Está Cerrón, claro. Y los otros villanos son los miles de recomendados incompetentes y corruptos que han quedado atornillados, de momento, en el Ejecutivo, en el Minsa y en general en los ministerios, en muchas instituciones plagadas de antimeritocracia. Y eso va a tardar un tiempo en poder eliminarse. El Perú requiere un tratamiento oncológico luego de que se ha eliminado uno de sus tumores principales.
Hablando de villanos, el Congreso -también parte de la crisis- trata de pasar piola.
Bueno, como siempre, ¿no? Tratando de hacer la finta, pero recordemos que el Congreso tiene peor aprobación. Las encuestas indican que el Perú quiere que se vaya tanto Castillo como el Congreso. Y Castillo, con su vicepresidenta incluida, ¿no?, porque Boluarte no era de la oposición asumiendo que hubiera una oposición buena también. Es algo así como si Castillo es Batman y ella es Robin, es decir, la posibilidad de que sea más de lo mismo no es baja.
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Después de lo ocurrido con Castillo algunos veían lo sucedido con una sensación de tranquilidad, como si hubiese acabado la ansiedad, pero para otros esto no acaba.
Hubo una celebración, una tranquilidad, un entusiasmo, ya nos creíamos dentro del Mundial. Fue también como esas charlas motivadoras, con sensación de júbilo... pero que dura poco. Y luego rápido la gente igual se clava el cuchillo por la espalda. Es decir, hay un efecto emocional que hay que tener en perspectiva… Los problemas de fondo no han cambiado. Y el riesgo de que efectivamente haya elecciones y se vayan todos y se elija uno peor, no ha dejado de existir.
Tenemos por primera vez una mujer en la presidencia, Dina Boluarte. ¿Ese factor la ayudará por un tiempo? ¿Cómo lo evalúa?
Es complicado, porque el tema de género está en el discurso políticamente correcto. Pero, en mi opinión, una gran mayoría de los peruanos no termina de entenderlo. Si se hace el discurso con enfoque de género va a satisfacer a un grupo de intelectuales y, probablemente, por lo políticamente correcto, tenga su empujoncito. Pero si es que se habla de la mujer peruana en abstracto, sin contaminarlo con el enfoque de género, y digo contaminarlo porque hay mucha ideología y contraideología en el tema, si revisamos el CV (de Boluarte) no es que se vea una mente brillante y una ejecutiva que saldrá de dificultades complicadas, con el respeto que se merece.
La corrupción y el clientelaje se han extendido en el Estado. ¿Qué hacer ante el flagelo?
Pienso que la crisis está en los hogares peruanos. En diferentes estudios se encuentra que cuando alguien se roba algo del supermercado se ve como un acto heroico, se celebra, mientras los pequeños escuchan eso y se transmite de generación en generación, donde además hay un villano: el supermercado y los empresarios detrás de eso. Y, peor aún, los peruanos siguen comprando celulares manchados de sangre y sabiendo que eso alimenta el mercado que está matando a nuestros jóvenes. Entonces, hay una crisis de valores generalizada. No son solamente los políticos, no es solamente el Ejecutivo, donde por supuesto hay gente honesta. Pero el problema psicosocial no está enfocado. Es un problema general y eso se resuelve con un Programa Nacional de Valores y, dos, con un gobierno que ponga mano dura y genere barreras eficaces contra actos de corrupción y conducta antisocial crítica. Con medidas que pueden ser simbólicas, como que la gente empiece a respetar las normas de tránsito; de mediano y alto impacto; como severos castigos con el que coopere con esa cadena de los celulares manchados de sangre y la corrupción.