Los equipos de rescate se apresuraron este lunes para proporcionar ayuda urgente al territorio francés de Mayotte tras el paso del devastador ciclón Chido por este archipiélago del océano Índico, donde las autoridades temen "centenares" de muertos.
Las imágenes de Mayotte muestran escenas de devastación con casas reducidas a escombros y, entre los principales objetivos de los rescatistas, será encontrar supervivientes y proporcionar agua y alimentos.
"Es una locura. Estamos completamente aislados del mundo", dijo a AFP Antoy Abdallah, habitante de Tsoundzou. "No tenemos acceso a ninguna información, ni radio, ni internet, ni teléfono", agregó este hombre de 34 años.
Chido, el ciclón más destructivo en Mayotte desde hace 90 años, llevaba vientos asociados de al menos 220 kilómetros por hora, cuando azotó el sábado este archipiélago situado al este de Mozambique.
Pero, además, unas aguas del océano Índico especialmente cálidas aumentaron la fuerza de este ciclón "excepcional", explicó a la AFP el meteorólogo François Gourand, del servicio meteorológico Météo France.
El ciclón provocó importantes daños en el principal hospital, "especialmente en las unidades de cirugía, cuidados intensivos, maternidad y urgencias", y dejó centros de salud "inoperativos", según la ministra de Salud, Geneviève Darrieussecq.
La torre de control del aeropuerto registró importantes daños, por lo que la reanudación de los vuelos comerciales no se espera antes de "10 días", según una fuente de la prefectura local.
Chido provocó además el corte del suministro de electricidad y comunicaciones, así como una interrupción en el de agua potable, un problema en Mayotte incluso en tiempos normales que ahora se convirtió en una prioridad.
El presidente francés, Emmanuel Macron, convocó una reunión de crisis en París a las 17H00 GMT, mientras que el ministro del Interior, Bruno Retailleau, viajó a Mayotte para supervisar las labores de rescate que tomarán "días y días".
El flamante primer ministro, François Bayrou, participará a distancia a la célula de crisis sobre Mayotte, ya que tiene previsto presidir una reunión del ayuntamiento de Pau, en el sur de Francia, del que sigo siendo alcalde.
El domingo, una fuente de seguridad habló de 14 muertos, pero las autoridades esperan muchos más.
"Pienso que habrá seguramente varios centenares, tal vez nos acercaremos al millar, o a algunos miles", aseguró el prefecto François-Xavier Bieuville, a la cadena Mayotte la Première.
Las autoridades temen que muchas personas sigan atrapadas bajo los escombros en zonas inaccesibles o muy pobladas, como en las colinas de la capital, Mamoudzou.
La abrumadora mayoría de la población de Mayotte es musulmana y la tradición religiosa dicta que los cadáveres deben ser enterrados rápidamente, por lo que algunos nunca serán contabilizados.
Mayotte es el departamento más pobre de Francia y se calcula que un tercio de la población vive en barrios de chabolas, cuyas endebles casas con tejados de chapa ofrecen escasa protección contra la tormenta.
"Todos los barrios de chabolas están arrasados, lo que indica que el número de víctimas es considerable", declaró a la AFP una fuente cercana a las autoridades, que pidió el anonimato.
La evaluación del número de víctimas se complica aún más debido a la inmigración irregular procedente especialmente de la vecina Comores.
Mayotte tiene oficialmente 320.000 habitantes, pero se calcula que habría entre 100.000 y 200.000 personas más, según esta fuente, precisando que pocos de ellos acudieron a los refugios previstos por miedo a ser controlados.
Además de la búsqueda de supervivientes, "hay que restablecer el agua y la electricidad", indicó a la AFP Youssouf Ambdi, alcalde de la localidad de Ouangani.
"La gente va a buscar agua al río. Hemos retrocedido 40 años", aseguró este hombre de 45 años, para quien se corre el riesgo de vivir "un drama sanitario".
La isla francesa de La Reunión, a 1.400 kilómetros de Mayotte, se convirtió en un centro de operaciones.
Desde allí, se prevé el envío por mar y aire de equipos y personal médico y de rescate. Un total de 800 efectivos de la seguridad civil francesa se enviaron como refuerzo, junto a un hospital de campaña.
Las autoridades desplegaron unos 1.600 policías y gendarmes para evitar también "los saqueos", según el prefecto.
"Todo el mundo teme los saqueos, sobre todo la gente cuyas casas quedaron destrozadas", aseguró Tanya Sam Ming, habitante de las afueras de Mamoudzou.
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