Diego García-Sayán: “Un reto de la sociedad democrática es cómo regular las redes sociales”
Reflexiones. El relator de la ONU asume la presidencia del Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana, órgano de autorregulación de los medios de comunicación en el país. Además, comenta la complicada coyuntura nacional.
Diego García-Sayán, relator de la ONU sobre Independencia de Magistrados y nuevo presidente del Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana, reflexiona sobre los medios de comunicación y la actual crisis por la pandemia del COVID-19.
¿Considera que los medios de comunicación hacen una labor adecuada en esta crisis?
En general, los grandes medios han cumplido un papel importante en informar y trasmitir lo que tiene que hacer la gente; hay cosas que, aunque tarde, están funcionando, como el uso de la mascarilla. El sensacionalismo macabro ha sido excepcional. Pueden haber ayudado los medios, también, a advertir casos de corrupción sobre recursos para la pandemia. También en el tema penitenciario, algunos pocos aportaron con reflexiones para que haya medidas, mientras el Congreso prefirió lavarse las manos.
¿Cuál será el énfasis de su gestión en el tribunal?
Hablar de “gestión” puede ser equívoco. Es un ente colegiado en que los integrantes tenemos el mismo peso; un equipo que me ha honrado con generosidad para ocupar esta función en que la vicepresidencia corresponde a Celia Rubina, decana de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP. Nuestra “gestión” es actuar con prontitud y rigor ante denuncias por rectificaciones no atendidas o de quejas sobre violaciones a la ética periodística. También emitir pronunciamientos sobre situaciones o amenazas a la ética periodística. En coyuntura preelectoral y electoral puede “calentarse” el ambiente y presentarse contenciosos por afirmaciones contra el honor o acusaciones no veraces. Es importante que haya un mecanismo de autorregulación, que no hay en muchos lugares del mundo. Eso no excluye que quienes prefieran recurrir a un juez lo hagan, en cuyo caso ya el Tribunal no tendría competencia. Es un mecanismo alternativo que busca ser más expeditivo y gratuito, como es nuestra labor.
¿Cómo fueron seleccionado los integrantes del Tribunal?
Un comité integrado por representantes del Consejo de la Prensa y por personas sin relación con los medios presentaron una lista de candidatos a los miembros del Consejo. Sobre la base de esa lista que fue preseleccionada por este comité, el Consejo debió tomar una decisión.
Un sector de la prensa lo suele tener en la mira y lo cuestiona. ¿Cómo lo toma?
He visto con distancia y sin hacerme bilis cómo se recurre a la descalificación sobre la base de hechos o apreciaciones falsas. Es muy distinto a tener una diferencia de criterio. Deberían ser la mayor parte materia de la justicia, pero a veces no se recurre a ella por tiempo y recursos.
La libertad de expresión...
La libertad de expresión debe defenderse como valor esencial de la sociedad democrática, pero hay distorsiones. Tiene que haber contrapesos. Unos son las instancias de autorregulación, como el Tribunal de Ética. Esta debe respetar la libertad de expresión pero también defender otros valores democráticos como el derecho a la honra y a la verdad. La libertad de expresión es fundamental, pero no implica poder calificar de modo indebido y sin sustento. Hay mucho que aprender.
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Y están las redes sociales.
Las redes sociales aparecen como escenario descontrolado. Uno de los grandes retos que hoy tiene la comunidad democrática en el mundo es ver cómo regular porque lo que no se dice en la prensa formal, se puede vomitar en redes sociales con total impunidad. Eso ya está siendo modificado en la legislación de países democráticos. Han surgido olas de cuestionamiento a la tolerancia de Facebook a mensajes racistas, divisionistas para que ningún medio de comunicación pueda ser cobijo de esas posiciones.
¿Afectará su labor en el Tribunal de Ética que algún sector de la prensa discrepe de esta manera con usted?
No, una discrepancia o crítica es parte de una sociedad democrática y las calificaciones falsas y que excedan la ley pueden responderse no en el Tribunal, donde no podría yo recurrir, sino a través del sistema judicial, pero confío en que eso no ocurra y, si hay una posición de crítica y de valoraciones diferentes a las que adoptó el Tribunal, están en perfecto derecho si no en su obligación de manifestarlo y con mucho interés habrá que escuchar y conocer.
¿Cómo ve este nuevo cambio de gabinete?...
Hay que verlo con optimismo. Agenda amplia y compleja, con dos retos medulares que podrían ser correctamente asumidos dada la solvencia de Cateriano. Primero, generar una dinámica de interacción constante, laboriosa y con iniciativas con el Congreso, limando asperezas, persuadiendo, sumando. Segundo, dinamizar y hacer más eficiente la gestión del Estado en estos meses de recesión. Vital que el programa Arranca Perú avance en serio y bien. Hay cerca de 7 mil millones de soles por invertir. Pero es tal la incapacidad de ejecución del Estado que se requiere tomar decisiones valientes y extraordinarias. Es medular siempre, pero de vida o muerte en este contexto de aumento de desempleo y pobreza. Con coraje e iniciativa del Ejecutivo y decisión del Congreso se debería dictar normas para que, sin perjuicio de la vigilancia ciudadana en previsión de la corrupción, se diseñen procesos más flexibles para que los contratistas puedan ser más eficientes. Y que la Contraloría se concentre en la corrupción producida y no persistir en paralizar y atemorizar a todos los funcionarios tratándolos como delincuentes y en interminables investigaciones fiscales por tonterías.
El país está en un entrampamiento Ejecutivo-Legislativo.
La precipitación del Congreso afectó algo medular: si los magistrados pueden ser enjuiciados por sus votos y opiniones, se acabó la independencia. Sobre ese tipo de situaciones en el mundo preparo un informe para la ONU. Persistir en ese camino en el Perú sería un grave factor de erosión de la institucionalidad democrática. Felizmente la reacción ciudadana fue tan contundente que el Congreso está dando un paso atrás, pero es una muy grave señal que de pronto una mayoría congresal salte a una reacción visceral, sin medir consecuencias. Los poderes públicos en un Estado democrático deben relacionarse a través del diálogo. En el Gobierno, sin bancada y ante un Congreso que surge de una crisis política resuelta por una decisión del Ejecutivo, hay una responsabilidad particular: impulsar una relación de trabajo e interacción permanente con el Legislativo. Eso no se ha dado. Allí hay responsabilidad de ambos lados. Teniendo el Congreso que se tiene, acaso hubo mayor responsabilidad en el Ejecutivo que abdicó de tomar una iniciativa que le correspondía, por ser el “ejecutivo”.
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