La República: 44 años con la misma consigna

En su cuadragésimo cuarto aniversario, el diario fundado por don Gustavo Mohme Llona reafirma su compromiso con el Perú.

En medio de la crisis actual, marcada por los constantes intentos de desaparecer a la prensa crítica, La República se mantiene en pie gracias a la resiliencia de sus periodistas. Son ellos quienes, en sus reportajes diarios, vivifican el objetivo fundante del diario: que este sea, en cada edición, la voz de los sin voz. Esa consigna, lejos de diluirse, se ha convertido en el norte que orienta cada investigación, cada denuncia y cada relato que busca iluminar aquello que el poder preferiría mantener en la sombra.

Este proyecto solo fue posible gracias a la visión de su fundador, el ingeniero Gustavo Mohme Llona, quien comprendió que en un ecosistema periodístico dominado por el establishment se necesitaba un contrapeso auténtico. Papá Mohme, como lo recuerdan quienes lo conocieron, creyó que, para que el Perú pueda algún día convertirse en una república superior, con libertades reales y oportunidades de desarrollo para todos sus ciudadanos, debía existir un medio comprometido con esa tarea: uno que procurara objetividad en los hechos, independencia frente al poder y una prioridad clara por los sectores históricamente descartados del país. La República nació como un compromiso ético en que la democracia solo es posible si todos —y no solo algunos— tienen un lugar en la conversación nacional.

Sin embargo, llegar hasta aquí no ha sido sencillo. El diario ha sobrevivido a embestidas autoritarias, comenzando por el régimen de Alberto Fujimori, que intentó silenciarlo tras el autogolpe de 1992. Años más tarde, han continuado los intentos de acallar voces críticas mediante presiones políticas, campañas de intimidación difamatorias y mecanismos de censura disfrazada. Frente a esas amenazas, La República se ha mantenido firme en su tarea esencial: ser la voz de la ciudadanía.

Y mientras todo esto ocurre, asistimos a una revolución de la información que ha trastocado estructuras sociales, económicas y culturales en todo el mundo, transformando también el oficio periodístico. En este escenario convulso, La República continúa apostando por transitar hacia la vanguardia informativa, impulsando adaptaciones constantes hacia lo digital sin renunciar al rigor, al contexto y a la vocación pública que siempre la han distinguido.

Cuarenta y cuatro años después, la consigna sigue siendo la misma. Y mientras haya ciudadanos que necesiten ser escuchados, poderes que deban ser fiscalizados y verdades que exijan ser contadas, La República seguirá cumpliendo su razón de ser.