Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".

La desesperación y la esperanza, por Jorge Bruce

El grito de desesperación de los transportistas nos representa a todos. Su hartazgo, angustia y rabia, son los que sentimos. ¿Dónde se encuentra entonces la esperanza? 

¿Pueden coincidir en una misma persona dos sentimientos antitéticos como la desesperación y la esperanza? Difícil saberlo con certeza, aunque los seres humanos somos la única especie capaz de hacer convivir ideas, emociones y afectos contradictorios en nuestro fuero interno. Para poner un ejemplo sencillo: una persona deprimida puede despertarse sin ánimo de vivir y, con el paso del día, es factible que esa apatía, triste y resentida, vaya dando paso a algo que se asemeje al ansia de vivir, a pesar de todo. Un clima afectivo no elimina al otro, así como con el paso del día, el cielo nublado o hasta lluvioso escampa y se abre paso un sol espléndido.

Ahora pensemos en lo esbozado en el párrafo anterior en términos sociales. Martín Ojeda, director de la Cámara Internacional del Transportes, anunció un paro de transportistas para el lunes 6 de octubre, tras el asesinato de otro conductor de una empresa de transportes -Lipetsa-, conocida como “El Triángulo”. Explicó que la medida se debía al aumento de la criminalidad y delincuencia en el país, y que exigían respuestas del Gobierno. Denominó a esta medida “un grito de desesperación”.

La Presidenta Boluarte respondió con uno de sus habituales discursos carentes de empatía, y sin el menor sentimiento de pesar por el calvario de los transportistas. Todo esto, cómo no, expresado en tercera persona. Como si ella ni el Ejecutivo tuvieran ninguna responsabilidad ante el desastre de nuestras calles, abandonadas en manos de la delincuencia. Hay algo de cierto: ni ella ni sus ministros están a cargo. Todos sabemos que el Pacto Corrupto es quien emite las órdenes, que ellos acatan. En el tomo III de las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma, en la denominada “Un Cerro que tiene Historia”, el escritor cita la frase “acato y no cumplo”, que proviene del virreinato, pero que el autor hace extensiva a nuestros Presidentes: “no hacen uso de la formulilla; pero lo que es en la práctica la siguen con mucho desparpajo.” A esta práctica los limeños la llamaban “hostias sin consagrar.”

No es que el Ejecutivo se rebele contra sus patrones. Nada más lejos de su empeño. Lo que sucede es que su espectacular incompetencia les imposibilita cumplirlas. De ahí que se limiten, muchas veces, a acatarlas. Lo cual puede terminar en una pregunta de corte existencial, para usar la palabreja de moda: ¿les siguen sirviendo estos títeres? Eso está por verse. Mi impresión es que los que manejan el Pacto deben estar devanándose los escasos sesos que los alumbran, a fin de responder a esta pregunta cada día más urgente.

El grito de desesperación de los transportistas nos representa a todos. Su hartazgo, angustia y rabia, son los que sentimos. ¿Dónde se encuentra entonces la esperanza? En donde corresponde: en las generaciones de jóvenes que, cuando nadie lo esperaba, se prendieron con banderas que los mayores no conocíamos y salieron a protestar masivamente. En lugares tan alejados -pero cercanos gracias a las redes sociales en internet- como Marruecos, Nepal, Filipinas, Bangladesh, Paraguay o Perú, esencialmente el Sur global, los jóvenes se lanzaron a las calles portando la bandera de los piratas del sombrero de paja (Mugiwara), del manga y anime japonés One Piece.

Desafiando las expectativas y análisis de los expertos, esta Jolly Roger (bandera pirata), se ha convertido en un símbolo mundial de libertad, resistencia y lucha contra la tiranía y la corrupción. Del mismo organismo social arrinconado, atrapado en la trampa de la desesperanza aprendida, tirado en un rincón como un perro apaleado y con hambre, han salido estas chicas y chicos a recordarnos que la pelea no termina nunca. Admito que me da miedo verlos enfrentarse a esos violentos contingentes policiales, armados como si fueran a enfrentar al enemigo, a quienes les han dado carta blanca para reprimir las protestas. Cuando leo en X a esos trolls fachos que preguntan: “¿Ya consiguieron su muertito?”, me queda claro que estos asalariados del autoritarismo están diciendo en voz alta lo que sus amos esperan: que maten jóvenes para sofocar la protesta. Les funcionó en el 2022 y 2023. Mataron a cincuenta personas y sofocaron el derecho a protestar.

Pero también saben que eso fue en ciudades alejadas de Lima, en las tierras altas de Puno, Cuzco o Ayacucho, en donde se asesinó a ciudadanos considerados de segunda o tercera categoría. Los prescindibles e insignificantes. Esto no es garantía alguna para los que salen a marchar en Lima. Si se ven acorralados, esas emociones escindidas que llevaron a un policía a reventarle la cara de un porrazo al “abuelo Santos” (así lo llaman los jóvenes de la generación Z), pueden aflorar y pasar al acto criminal por parte de las fuerzas encargadas de la represión.

Así como no los vimos venir, tampoco sabemos hasta dónde puede llegar esta juventud valiente y hastiada de tanta indolencia, corrupción y tiranía. Pero vaya que nos reconforta verlos salir con sus pancartas, banderas y ratas gigantes, cada vez mejor organizados y decididos. Y sin miedo a esas fuerzas desproporcionadas de contingentes armados que los intenta amedrentar y dividir.

Es divertido imaginar cómo intentan entender, los integrantes del Gobierno y sus titiriteros, a esta juventud que habla otro lenguaje y lo hace por canales que las autoridades no manejan. Además -los he visto hacerlo- con una velocidad asombrosa y empleando una jerga nueva. Tal como hicimos nosotros cuando teníamos su edad. Porqué no soñar: ¿qué pasaría se ese grito de desesperación se une con esa bandera pirata de esperanza?

Jorge Bruce

El factor humano

Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".