Exrector de la Universidad Nacional de Ingeniería - UNI

101 no es mayor que 104, por Alfonso López Chau Nava

"Alterar la aritmética constitucional para justificar decisiones políticas es violar las reglas de juego y, con ello, destruir la confianza ciudadana en las instituciones"

En marzo de 1994, en la revista Apertura, citamos a Jesús Reyes Heroles para recordar que “al perseguir fines sociales, la participación política adquiere una nueva dimensión: la democracia deja de ser solo un conjunto de reglas de juego que no se pueden violar, para convertirse en un rumbo hacia la justicia por la vía de la libertad”. Afirmábamos entonces, y lo sostenemos hoy, que “es posible un Estado social de derecho” y que, en la medida en que el Estado se compromete con los contenidos sociales, garantiza su legitimidad; cuando se aleja de ellos, abre la puerta al autoritarismo y traiciona el derecho.

Cuando el periodismo independiente me preguntó sobre el presidente Castillo, dije con claridad: fue políticamente irresponsable hacer lo que hizo. Pero también sostuve que contra él se desató desde el primer día una ofensiva cargada de racismo y de odio hacia el movimiento que representaba. Las diferencias ideológicas no justifican que se vulnere el Estado de derecho. Ningún adversario político, ningún ciudadano, puede ser encarcelado bajo la vergüenza de un cálculo manipulado que afirma que 101 es mayor que 104. Otra cosa es hablar de los serios procesos de corrupción que se investigan y de los que aún no se tiene sentencia alguna.

Alterar la aritmética constitucional para justificar decisiones políticas es violar las reglas de juego y, con ello, destruir la confianza ciudadana en las instituciones. Si el estatuto de una universidad exige 46 votos como mínimo, no puede modificarse con menos. Si la vacancia presidencial requiere 104 votos, no puede ejecutarse con 101, ni con 100, ni con 50. Todo lo demás puede discutirse en términos ideológicos, doctrinarios o culturales, pero nadie en democracia puede afirmar que 101 es igual o mayor que 104.

Hoy, los informes nacionales e internacionales son claros: la confianza en las instituciones en el Perú está entre las más bajas de América Latina. En este contexto, usar la democracia como disfraz para torcer la ley no solo debilita el Estado social de derecho, sino que erosiona la moral republicana que necesitamos recuperar.

Defender que 101 nunca será mayor que 104 es defender la aritmética de la democracia. Es defender que el Perú vuelva a creer en la justicia, que las reglas se respeten y que la política recupere su sentido noble: ser camino hacia la libertad y la justicia social.