Comenzó su carrera en 1999 en el equipo fundador del Canal N. Durante todo el año 2005, hizo reportajes de...
Hace siete días, el domingo 24 de agosto pasado, se publicó en El Peruano la resolución ministerial (RM) 576-2025-MTC/01 que, pese a las millonarias pérdidas que esconden los ponchos blancos de los considerandos y el bere-bere ese del “se resuelve”, ha pasado cabalgando por una vereda que nadie pajareó; entre mucho Nicanor y tanto Santiváñez haciendo de las suyas por estos días, el fondo de la cuestión ni siquiera se aludió en el diario oficial.
La mentada RM en cuestión autoriza el viaje de los señores David Aníbal Ortiz Gaspar, Asisclo Esteban Quispe Ricaldi y Daniel Gonzales Gonzales, personal de la Procuraduría Pública del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), a la ciudad de Nueva York. ¿Y para qué gastar de nuestros bolsillos un total de US$ 9,554.31, que incluye pasajes y viáticos?
Entre las explicaciones de jipi-japa pañuelo, se dice que van a “participar en las audiencias programadas en el procedimiento arbitral seguido por Korea Trade-Investment Promotion Agency y Korea Airports Corporation (en adelante Korea-Kac) contra el MTC, entre el 26 y el 28 de agosto”.
Pero, por más elegante y garboso que se deje leer el susodicho texto oficial, en ninguna de las líneas de esa RM dominguera se menciona que estos tres funcionarios van al cadalso de la Cámara de Comercio Internacional a evitar una demanda millonaria que ha entablado la oficina de gestión de proyectos del gobierno de Corea del Sur (Korea-Kac) contra el Perú, respecto al aeropuerto de Chinchero.
Sí, ese terminal aéreo que los cusqueños esperan con tantas ansias y que el gobierno de Dina Boluarte ha ofrecido tener listo para el próximo año. Aquel proyecto que siguió transitando en turbulencias, pese a zanjar el contrato con el consorcio Kuntur Wasi que, alguna vez, el expresidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) defendió, en un mensaje a la Nación al lado de una pizarra blanca, diciendo que toda la obra no costaría más de US$ 500 millones.
Chinchero se cae, por entonces, con PPK. Los vínculos de su socio, Gerardo Sepúlveda —comprometido en muchas otras tramas que sepultaron al octogenario expresidente—, además de la participación de una de las hermanas del expremier Fernando Zavala, provocaron que el plan para el soñado aeroparque cusqueño se tenga que hacer esperar.
Ya con Martín Vizcarra de presidente, en 2019, se firma el contrato con Korea-Kac para que asuma lo que se conoce en la administración pública como PMO (Project Management Office), o sea, oficina de gestión de proyectos del gobierno de Corea del Sur. En el acuerdo se establece, con un cronograma de por medio, que la PMO coreana debía elegir a una empresa constructora para hacer el terminal de pasajeros, la torre de control y la pista de aterrizaje. En el medio vino la pandemia y los plazos se fueron postergando por buen tiempo, debido a las restricciones y encierros que recordamos aún con cierto susto.
Algo no menor es que en el contrato vizcarrista no se incluyeron los radares y otros aspectos operativos imprescindibles para el funcionamiento de cualquier aeropuerto del mundo. El tiempo siguió pasando y, según fuentes bien informadas del intríngulis que se iba acrecentando entre el gobierno peruano y el coreano, la PMO comenzó a pedir reparaciones económicas que tanto los gobiernos de Vizcarra, Sagasti y Castillo desoyeron. El protocolo del COVID también frenó el avance de Chinchero; se generaron sobrecostos que mermaron el cronograma pactado en el contrato.
El viaje de los procuradores, hace una semana, pudo haberse evitado. Listados todos los retrasos a causa de la peste, recién en el año 2021 Korea-Kac pudo elegir a un constructor, el consorcio Natividad. Pero el Estado peruano, lejos de apurar el papeleo, siguió dando largas. Y muchas cosas más siguieron quedándose en el camino. Todo esto, mientras los cusqueños han seguido y siguen creyendo, entusiasta e ilusamente, que Chinchero va a ver la luz antes de que el gobierno más impopular del mundo termine de una buena vez.
El contrato de gobierno a gobierno comenzó a mostrar sus rispideces. No se había creado una junta de administración de disputas; justamente para evitar el viajecito a Nueva York para defender una causa que, se anticipa, como algo perdido. Finalmente, eso se corrigió en el 2022. Tampoco existía un proyecto relacionado a los cuidados arqueológicos de la zona; cosa que ese mismo año también se enmendó. Todo parecía sortearse dentro de un espacio de entendimiento entre ambos países, hasta que llegó el señor Raúl Pérez Reyes al MTC. Se sabe que el propio embajador coreano, Choi Jong-uk, fue hasta su despacho y que el hoy ministro de Economía no lo recibió.
Un desaire de esas dimensiones habría sido la gota que derramó el vaso del entendimiento con los orientales. Pérez Reyes habría aceptado ampliar los plazos del contrato, pero a cambio de ni un solo dólar del tesoro. No deja de llamar la atención la actitud displicente del entonces MTC, cuando su esposa fue asesora de Lima Airport Partners (LAP). Es más, fuentes del propio MTC relatan que un mismo funcionario podía mostrar una posición favorable con Chinchero, y al solo cambio de ministro, decir algo completamente distinto.
Con toda la información que aquí hemos podido recopilar, es el señor Pérez Reyes quien está causando lo que hoy debe resolverse en Nueva York; y que muy probablemente nos haga perder más millones de nuestras arcas, sumados a los casi US$ 22 millones que el tren de López Aliaga nos ha obligado a gastar para que esas viejas locomotoras terminen de exhibición en el Parque de la Muralla. Hay que decir que fue el propio Pérez Reyes, ya en el MEF, quien autorizó el despilfarro de Porky en California.
Hay una adenda que este gobierno ha firmado este año y que ha vendido la falsa idea de que Chinchero sale el primer semestre del 2026. Es un acuerdo escandaloso y que provocará una penosa desilusión a los cusqueños. Se ha desmembrado el contrato y hay quienes dicen que ni se llegará a la primera piedra hasta el 2027. Es una larga historia que continuará sin tanto bere-bere y con alegre retozo, de aquí a dos domingos, en una necesaria segunda parte.

Comenzó su carrera en 1999 en el equipo fundador del Canal N. Durante todo el año 2005, hizo reportajes de investigación para el programa Cuarto poder, de América Televisión. Entre 2006 y 2007, fue editor general de Terra TV, un canal de televisión por internet de Terra Networks. Desde octubre de 2018 a marzo del 2022, dirigió el programa diario Nada está dicho por el canal de pago RPP TV. Desde el 2 de mayo de 2022, regresó a Canal N para dirigir el programa de entrevistas de política y actualidad: Octavo mandamiento.