Columnista invitado. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.
por Bryan Andía, Investigador afiliado al Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico de la Universidad del Pacífico
La semana pasada, la presidenta Dina Boluarte visitó la República de Indonesia, con una comitiva de funcionarios públicos y empresarios. Existen dos razones principales para el viaje: la firma del Acuerdo de Asociación Económica Integral (CEPA) entre Perú e Indonesia y la celebración del quincuagésimo aniversario de relaciones diplomáticas entre ambos países.
Aunque uno de los ejes de la política exterior peruana ha sido la relación con Asia, hasta ahora se han priorizado nuestras relaciones con China, Corea del Sur y Japón, siendo potencias globales y con importantes inversiones de sus empresas en nuestro país. En cambio, las relaciones con el Sudeste Asiático han sido de menor prioridad. El Sudeste Asiático es una región de Asia que comprende 11 países, entre ellos Tailandia, Vietnam, Indonesia y Filipinas, conocida por su diversidad cultural, clima tropical y ubicación estratégica entre los océanos Índico y Pacífico.
Dicha menor importancia se explica por su poca presencia económica en Perú, además de la distancia física que nos separa, pues no existe un vínculo directo por mar ni aire entre América Latina y el Sudeste Asiático. Dicho esto, la visita y este acuerdo comercial con Indonesia han sido, por parte de Perú, un esfuerzo de años de Cancillería y del MINCETUR, anterior a la presidencia actual.
Si bien el puerto de Chancay representa una gran oportunidad para mejorar nuestra conexión con China, y de paso reduce el tiempo de transbordo en nuestro comercio con el Sudeste Asiático, queda abierta la pregunta de si esta reducción en tiempo, junto a la firma de este acuerdo, llegará a mejorar sustantivamente nuestro vínculo con Indonesia.
Por parte del Estado peruano, los desafíos para la firma de este acuerdo han sido varios. Por ejemplo, la oficina comercial de Perú en Yakarta, capital de Indonesia, fue clausurada en 2019 y trasladada a Bangkok, Tailandia. Si bien somos el sexto país en América Latina con mayor número de misiones diplomáticas en el Sudeste Asiático, nuestras embajadas en dicha región suelen tener solo un embajador y otro diplomático; esta falta de personal limita el rango de acción in situ.
Por parte de Indonesia, aunque las negociaciones para el acuerdo comercial comenzaron durante la presidencia anterior de Joko Widodo, a mediados de 2023, el viaje y la firma del acuerdo se dan con un presidente nuevo, Prabowo Subianto, que tiene un rol más activo en la política exterior de su país.
¿Por qué ese creciente interés de Perú en el Sudeste Asiático? Aunque una de las prioridades en nuestra política exterior es nuestra relación con los países vecinos, actualmente estas relaciones no están en su mejor momento con algunos de ellos. Ello ha provocado que Torre Tagle busque nuevas agendas y espacios de maniobra en regiones que antes tenían menor prioridad. En ese contexto se da, por ejemplo, el acuerdo comercial con Indonesia, la negociación de la profundización del TLC con Tailandia y las visitas a Palacio de Gobierno de los mandatarios de Brunéi, Malasia, Indonesia y Vietnam en APEC 2024, países que en otras ediciones no hubieran recibido dicha priorización.
Este acuerdo representa una oportunidad para la diversificación comercial del Perú, así como el potencial de diversificar inversiones con el cuarto país más poblado del mundo (con un estimado de 285 millones de ciudadanos) y que también está proyectado a ser la cuarta economía del mundo para el 2050. Este nuevo impulso al Sudeste Asiático por parte de Torre Tagle es también importante para nuestra inserción en las cadenas globales de valor.

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