La recuperación ciudadana del Perú

El mensaje por Fiestas Patrias del primado católico del Perú se alza como una invitación a recuperar los principios éticos del país.

El arzobispo de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio, denunció la arrogancia de quienes confunden autoridad con imposición y poder con dominio. “Es fácil ser dictador, pero muy difícil ser gobernante”, afirmó durante su homilía durante la misa del tedeum.

Esta interpelación ética la realizó frente a la presidenta Dina Boluarte, presente en primera fila, y a todos los actores del régimen de la prebenda, el blindaje mutuo y la desconexión con la realidad nacional.

En contraste con la retórica vacía del mensaje presidencial, las palabras del cardenal Castillo pusieron el foco en las heridas abiertas del país: la precariedad, la desesperanza y la tangible exclusión de las mayorías.

Sin embargo, el discurso de la autoridad eclesial fue también un llamado urgente a reactivar el sentido patriótico desde las bases. Es decir, desde una ciudadanía que, si bien puede sentirse legítimamente golpeada, no está vencida.

En un momento en que el Congreso ha abandonado su deber de fiscalizar para convertirse en socio del encubrimiento, y cuando el Gobierno instrumentaliza el Estado para su sobrevivencia política, un mensaje como el del líder de la Iglesia católica peruana resuena como una rareza digna de atención.

 A diferencia de discursos populistas y peligrosos que buscan suplantar a la política, este llamado recuerda sus fundamentos. La vocación de servicio, la justicia, la verdad y la empatía deben regir la convivencia entre los peruanos y sus representantes.

Así, frente al desmoronamiento ético de los poderes del Estado, es la ciudadanía la que debe recuperar la dirección. En ese sentido, las elecciones deben ser la ocasión para un viraje profundo, impulsado por una sociedad civil que no renuncie a exigir lo mejor para sus vidas.

De esta manera, la homilía del arzobispo Castillo fue una apelación a la conciencia nacional y una invitación urgente para pensar el país con dignidad. Porque la recuperación del Perú no vendrá de sus élites. Vendrá, como tantas veces, desde el pueblo solidario y organizado.