La tormenta arancelaria de Trump

El presidente de EEUU insiste en una política de guerra comercial que empieza a desestabilizar más a fondo los mercados globales.

Lo que antes se podía leer como provocación electoral hoy se consolida como una política sistémica de castigos súbitos que amenaza con alterar profundamente la estabilidad económica global.

Así, la reactivación de la guerra arancelaria por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, es usada como una declaración de poder con la intención de doblegar voluntades.

Con esta desestabilización constante, la economía global comienza a tambalearse bajo el peso de medidas impuestas sin gradualidad, y sin medir conscientemente el daño colateral, incluso para su propia economía.

En el ínterin, como informan las principales revistas financieras mundiales, los mercados han frenado procesos y decisiones claves de inversión y crecimiento. Por lo que, los consumidores, es decir, los ciudadanos de a pie, ya comienzan a sentir el golpe en sus bolsillos.

Y el abuso del bumerán arancelario puede costar caro para la propia economía estadounidense. Con una inflación al alza de 2,7% el mes pasado, precios de artículos básicos elevados y una economía que ha decrecido -0,5% en el primer trimestre del año, el pronóstico no es alentador.

En sencillo, si en el segundo trimestre el Gobierno estadounidense confirma una nueva caída, se configuraría oficialmente una recesión. La Reserva Federal, atrapada entre el mandato técnico y el berrinche político, no encuentra espacio para bajar las tasas de interés sin alimentar el fuego inflacionario que Trump mismo ha avivado.

El efecto dominó puede ser inevitable. Países como Perú —que no están en la mira directa de los aranceles— sufrirán igual debido al encarecimiento del financiamiento internacional, por la volatilidad del dólar y por la pérdida de dinamismo en el comercio exterior.

Es decir, estas medidas hacen que pedir dinero prestado se vuelva más caro, que el dólar suba y que se vendan menos productos entre países. Todo eso afecta a Perú porque pagamos más por nuestras deudas, importamos a precios más altos y exportamos menos.