Carbohidratos, por Cynthia Cienfuegos

La desigualdad alimentaria genera contrastes extremos. Mientras algunos disfrutan de experiencias culinarias caras, otros luchan diariamente por acceder a una canasta básica de alimentos. La queja se vuelve necesaria ante estas injusticias.

¿Puede un pueblo configurar su comportamiento, gestionar sus emociones y determinar su actitud frente al gobierno sólo por lo que come? Efectivamente, una alimentación rica en nutrientes y proteínas es fundamental para el desarrollo físico, cognitivo y emocional de las personas. Este tema se ha vuelto tendencia después de que una actriz peruana sugiriera que el peruano “se queja por todo” debido a su mala alimentación, y de manera específica por el alto consumo de carbohidratos.

Lo cierto es que, en el Perú, la alimentación no es un tema resuelto. Sigue siendo una deuda histórica. Al 2024, casi dos millones de peruanos son pobres extremos, es decir, pasan hambre.

La desigualdad que atraviesa el país hace que diversas realidades coexistan: mientras algunas personas buscan opciones para comer sano, otras, simplemente, no saben si comerán durante el día; mientras unos pueden acceder a un plan nutricional, otras familias comen menos y comen mal: no pueden decidir libremente cómo alimentarse, tanto en cantidad como en calidad.

La FAO ha establecido que Perú es el país con mayor inseguridad alimentaria en América del Sur, con más de 17,6 millones de personas afectadas. Y mientras Lima acoge al mejor restaurante del mundo, donde una “experiencia” puede costar 1,880 soles por persona, una familia de la zona rural de Puno no puede cubrir los 256 soles mensuales para acceder a una canasta básica de alimentos, la cual incluye, entre otros productos, pan francés, galletas de soda, bizcochos y arroz corriente (INE, 2024).

Con este panorama, la queja se vuelve un recurso sano e indispensable a disposición de la ciudadanía. Es casi obligatorio, en estos tiempos, construir discursos donde se exponga la inconformidad colectiva hacia temas que siguen sin ser resueltos, y hacia los graves retrocesos que venimos viviendo.

Hace poco, el congresista Alejandro Muñante presentó un proyecto de ley que criminaliza a las víctimas de violencia de género; y el 25 de junio se eliminó la causal de violación sexual para acceder al aborto terapéutico, promovido por la congresista Milagros Jauregui. De esta manera, el Estado institucionaliza el embarazo en niñas y adolescentes, obligándolas a ser madres. Por supuesto que necesitamos quejarnos.

Cynthia Cienfuegos

Modo Norte

Gestora Cultural con más de diez años de experiencia en el diseño y ejecución de proyectos sociales, políticos y culturales en el sector público y privado. Con experiencia en docencia cultural e investigación. Actualmente, miembro del Consejo Directivo de la Asociación Civil Transparencia. Reside en Cajamarca