La paz postergada entre Rusia y Ucrania

En medio de las rondas de negociaciones para una supuesta paz, ambas partes en el conflicto han repotenciado sus ataques.

El mundo despertó el domingo 1 de junio con la noticia de un ataque masivo con drones perpetrado por las fuerzas ucranianas contra cinco aeródromos en territorio ruso. Un día antes, Rusia había lanzado misiles y 109 drones a Ucrania.

Las expectativas estaban puestas en la reanudación del diálogo y en la posibilidad de establecer un alto el fuego entre ambas partes. Sin embargo, los comunicados oficiales de las cancillerías rusa y ucraniana indican que, hasta ahora, el único consenso alcanzado se limita al intercambio de 1.000 prisioneros y de 6.000 cuerpos de soldados caídos.

¿Cómo es posible aspirar a una paz duradera en medio de transgresiones reiteradas de los compromisos diplomáticos y el recrudecimiento de las hostilidades? Lejos de apaciguarse, la confrontación se ha complejizado e intensificado.

El primer ministro británico, Keir Starmer, ha manifestado que el Reino Unido se encuentra en fase de preparación militar ante la posibilidad de una guerra de mayor envergadura.

En este sentido, no pueden pasarse por alto las acciones erráticas del presidente estadounidense, Donald Trump. Lejos de contribuir a la construcción de puentes diplomáticos, el mandatario norteamericano intentó socavar la imagen del titular ucraniano ante la comunidad internacional.

Tal maniobra,en lugar de consolidar el liderazgo estadounidense en el proceso de paz, terminó catalizando un realineamiento europeo más autónomo. No es gratuito entonces que el presidente francés, Emmanuel Macron, insista a sus pares del continente en la necesidad de redefinir las alianzas geopolíticas del bloque.

A pesar de la retórica optimista promovida por sectores trumpistas, algunos senadores estadounidenses han advertido que estas rondas de negociación podrían estar siendo instrumentalizadas como una estrategia dilatoria. Afirman que estos diálogos están permitiendo al Kremlin reagruparse y reorganizar sus fuerzas para una eventual intensificación del conflicto.

Mientras tanto, siguen saliendo a la luz, a través de medios de comunicación en la zona de guerra, denuncias sobre el secuestro sistemático de niños ucranianos cometido por el ejército ruso. Amnistía Internacional ha informado de casos de tortura y de desplazamiento forzado por parte del ejército de Rusia.

Además de su dimensión humanitaria, esta realidad confirma la urgente necesidad de una respuesta internacional firme que contribuya de manera sostenida al fin de una guerra con serias implicancias mundiales.