Comenzó su carrera en 1999 en el equipo fundador del Canal N. Durante todo el año 2005, hizo reportajes de...
Mientras la presidenta Dina Boluarte se encuentra en Roma, cumpliendo su sueño de viajar por viajar, lo que le espera en Lima más se parecerá a una pesadilla. En tan solo 48 horas, en el momento en que hacía sus maletas con una ansiedad tan similar a la de una larga abstinencia, la Fiscalía de la Nación activó cinco denuncias constitucionales contra ella y varios de sus exministros. Es acusada por haber desaparecido once días –o sea, un evidente abandono del cargo– para hacerse los ‘retoquitos’ que recién pagó en efectivo hace algunas semanas, tras casi dos años de someterse al bisturí, ya cuando el escándalo le había reventado en la cara. También se le acusa por encubrimiento personal, ya que la Fiscalía tiene altas sospechas de que en el cofre presidencial se fugó Vladimir Cerrón desde el condominio Asia del Sur a Dios sabe dónde. La otra denuncia es por las muertes acontecidas cuando ella decidió asumir esta presidencia que hoy recibe un respaldo inexistente: no tengo memoria de un gobernante que no sea apoyado por nadie; sin temor a equivocarme creo que en ninguna parte del planeta un presidente tiene cero por ciento de aprobación.
Solo Dina Boluarte ha conseguido un récord mundial tan desolador. Las siguientes dos denuncias vienen de cuando fue la ministra de Castillo en adelante; una por colusión agravada en el caso Qali Warma –sí, de donde salía la carne malograda para niños y niñas–, por haber favorecido a un amigo de Nicanor; y la otra, porque sus cuentas bancarias se engrosaron desde julio del 2021, incluyendo los Rolex y otras joyas, y no ha podido justificar tan oscura bonanza. Pese a la gravedad de este combo de denuncias y acusaciones, la presidenta cree confiar que nada malo le sucederá, ya que este será un trabajo para el hombre Arana.
En un país con el 72% de gente en la informalidad, el señor Eduardo Melchor Arana Ysa es un afortunado que ya pertenece al sector formal de este gobierno al asumir la Presidencia del Consejo de Ministros. Y es que, según su otrora jefe de Gabinete, Alberto Otárola, el hombre Arana ya venía ejerciendo tareas de premier tras bambalinas, informalmente digamos. Es sabido que, desde que llegó al Ministerio de Justicia, se fue ganando la confianza de Dina Boluarte hasta ser su principal y más oficioso consejero. Hay quienes señalan a Arana como el estratega del operativo para desactivar la Diviac. Consumado ese plan, con las nefastas consecuencias que ello trajo para la inteligencia policial, el hombre Arana pasó a la categoría de irreemplazable, con aura de un misterioso casi superhéroe para Dina Boluarte, planeando y cumpliendo sus arácnidos propósitos en desmedro de la institucionalidad a costa de salvar el pellejo.
El trabajo de Arana, por estos días, es clave: terminar de tejer la telaraña de impunidad para Boluarte con la decisión que debe arrojar el Tribunal Constitucional respecto a la demanda competencial para que, precisamente, la Fiscalía no la siga investigando. Decir que el TC está a prueba con este fallo que se viene sobre la presidenta es puro eufemismo. Arana sabe caminar muy bien sobre la seda de los magistrados. Desde su paso por el Poder Judicial y el Consejo de la Magistratura, hasta sus cientos de diálogos con los cuellos blancos –el prófugo César Hinostroza y Walter Ríos entre ellos–, Arana ha tejido una red que hoy podría ser decisiva para inclinar la votación en el TC a favor de Boluarte.
Ya sabemos que una resolución así, además de ser inconstitucional, le otorgará una vergonzosa impunidad a la actual presidenta. Quizá la Fiscalía la ha empapelado, como lo ha hecho esta semana, porque intuye lo que se viene y ha preferido dejar constancia de las cuentas que, tarde o temprano, deberá pagar ante la justicia. Con su visita vaticana, Boluarte perdió la oportunidad de ir a ver al Papa habiendo elegido un gabinete de transición, con políticos y técnicos independientes que le sirvan de teflón hasta las elecciones y permitirle al país una conducción en calma, dejando a los que saben una mínima estrategia contra la extorsión que nos sigue matando.
No, a ella solo le interesan los viajes, los relojes de lujo, las cirugías y cuanta banalidad pueda ostentar. No es capaz de entender lo que está sucediendo, sino su despacho no se hubiera gastado casi 600 mil soles en comida durante el último verano. No hay remedio con esta presidenta. Quiso mantener hasta el final a Adrianzén haciendo una jugada torpe, creyendo que removiendo tres ministerios –aumentando la cuota de APP y con un fujimorista de tapada– salvaba al premier que andaba tramitándole la otra gran frivolidad: aumentar su sueldo a 36 mil soles.
No fue capaz de sostener a un ministro como José Salardi que, mal que bien, había iniciado una serie de reformas que no eran poca cosa, viniendo de este gobierno. Salardi comenzó a renovar las adendas de los contratos de concesión y suprimir unidades ejecutoras. Boluarte es tan incongruente, o debe ser que solo lee los papeles que le alcanzan sus asesores, que a comienzos de este mes elogió el trabajo del MEF.
Según fuentes conocedoras de las movidas en el gabinete, Raúl Pérez Reyes y Durich Whittembury socavaron el respaldo a Salardi al ver que el presupuesto se les recortaba con las mejoras que venía impulsando.
Escribo estas líneas pensando en que ojalá León XIV le haya dado audiencia y que, con las buenas maneras que ha demostrado poseer Prevost, Dina Boluarte tenga la buena y santa reprimenda que hace tiempo se merece.

Comenzó su carrera en 1999 en el equipo fundador del Canal N. Durante todo el año 2005, hizo reportajes de investigación para el programa Cuarto poder, de América Televisión. Entre 2006 y 2007, fue editor general de Terra TV, un canal de televisión por internet de Terra Networks. Desde octubre de 2018 a marzo del 2022, dirigió el programa diario Nada está dicho por el canal de pago RPP TV. Desde el 2 de mayo de 2022, regresó a Canal N para dirigir el programa de entrevistas de política y actualidad: Octavo mandamiento.