La situación del ejercicio del libre periodismo en el Perú ha sufrido un decaimiento notable en los últimos años. Es de tal magnitud la pérdida de la calidad de libertad de prensa que, solo en lo que va del 2025, suman dos los periodistas asesinados a sangre fría.
Ramiro Raúl Celis López, periodista iquiteño de radio Karibeña, fue acribillado en la mañana de ayer miércoles 7 de mayo por dos sicarios mientras se dirigía a su centro de labores en la capital de la región Loreto. Tan solo en enero del presente año, otro colega, el iqueño Gastón Medina, fue asesinado a quemarropa en circunstancias similares, camino al centro radial desde donde emitía sus programas.
Como sostiene la Asociación Nacional de Prensa (ANP), “este no es un hecho aislado, sino parte de una escalada de agresiones que buscan silenciar voces críticas y desalentar el ejercicio de un periodismo crítico”.
Y en esta voz de protesta, nos sumamos desde La República para exigir a las autoridades policiales y fiscales la agilización de las investigaciones correspondientes para determinar más pronto que tarde a los responsables de ambos homicidios y se les castigue con el peso que la ley prevé.
La ejecución de periodistas a manos de sicarios es parte de la escalada de la violencia originada por las actividades ilegales y la inacción de las autoridades que afecta a todos los peruanos, en diversas partes del país. Tras conocerse el vil crimen cometido contra Celis López, los ciudadanos de Iquitos salieron ayer a las calles de la ciudad amazónica a exigir un alto a la inseguridad campeante.
“En Iquitos nos están matando los sicarios y las autoridades no hacen nada”, manifestaban quienes protestaron para pedir acciones inmediatas por parte de los responsables en el poder.
Mientras el país pierde las garantías mínimas para vivir en condiciones seguras que no supongan el riesgo constante de morir a manos de sicarios, la presidenta Dina Boluarte premia al censurado extitular del Interior Juan José Santiváñez y lo reincorpora a la interna del Ministerio del Interior. Al mismo ministro que fingió capturar a un presunto sicario responsable de la muerte de Medina en enero pasado y que tuvieron que soltar por tratarse de una acusación sin pruebas.