Comenzó su carrera en 1999 en el equipo fundador del Canal N. Durante todo el año 2005, hizo reportajes de...
32 partidos políticos peruanos han sido descubiertos con firmas falsificadas. Ninguna lógica resiste pasar por agua tibia y mucho menos ignorar una cosa así. Pero resulta que la ley electoral no tiene lógica, o al menos eso es lo que parece. No existen causales de suspensión para los partidos si es que presentan firmas falsas. Ninguna agrupación política reclamó en todos estos años por esta grosera omisión. Como si esto fuese algo nuevo. Como si no tuviéramos los antecedentes del fujimorismo con Perú 2000, y con el toledismo con Perú Posible. Quien calla otorga. Tanto que son más de una treintena los embarrados en el chanchullo. Atado de pies y manos, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) ha activado denuncias contra los implicados en la operación fraudulenta. Es triste advertirlo, pero el JNE poco o nada podrá hacer; nada bueno puede prosperar así empapelen en camiones a estos partidos.
Por si fuera poco, este Congreso ha creado un manto legal de impunidad sobre ellos que los salva de cualquier proceso administrativo o penal. No es posible que un partido haga una cosa tan descarada. Imagínese si usted va al banco a pedir un crédito y presenta una firma falsa de quien es su aval. El banco le dará una soberana patada en el traste, olvídese del préstamo y contrate a un buen abogado. Lo mismo, y con mayor razón, debiera suceder con un partido que juega sucio. Porque un partido aspira a gobernar, a alcanzar el poder con el voto ciudadano y hacer reformas por el bien del país. Es inadmisible que como sociedad se permita a una agrupación seguir en carrera llevando consigo un lote, mayor o menor, de firmas adulteradas. Ni una multa, ni una sanción, nada. Así, la carrera electoral para el 2026 comienza ensombrecida con la denuncia de las falsificaciones.
Empieza, en realidad, con un descontento generalizado entre los electores. Descontento y desánimo, para decirlo integralmente. El desprestigio por el que atraviesan los partidos, amplificado con la trama fraudulenta de las firmas, nos permite anticipar un escenario de atomización del voto sin precedentes. Las encuestas que se han publicado en los últimos días dejan ver un voto inclinado al autoritarismo y a la mano dura. El cansancio que se acumula en la gente, por culpa de este gobierno frente a la criminalidad, será aún más pesado de aquí a un año. Por lo que anticipan esos mismos sondeos, Don Ninguno sigue siendo el candidato con mayor opción. La señora Dina Boluarte tiene ya ganado su lugar en la historia, como la presidenta que más se esforzó en no hacer nada frente a este clima de desconcierto y muerte. Hay una ira ciudadana que flota en el ambiente y que se esparce como un cáncer en metástasis cada día que pasa.
Pero, fiel a sus inquebrantables ansias por salir librada de las acusaciones que penden sobre ella, la señora Boluarte obtendrá una pírrica victoria en este obstinado y majadero afán de usar las instituciones para salvar el pellejo. Todo apunta a que el Tribunal Constitucional (TC) aceptará su demanda competencial mandando a la congeladora todo lo que se viene investigando y sabiendo de ella. Los Rolex, los Waykis, las cirugías y, fundamentalmente, las muertes tendrán que esperar hasta que deje de ser gobierno.
Si el TC resuelve darle la razón a Dina Boluarte, a mediados de este mes, habrá vuelto a ganar la impunidad y, lo que es aún más grave, volveremos a los tiempos en que quien preside el país sea intocable y pueda hacer lo que le venga en gana durante su mandato. Si falla como se advierte que lo hará, el TC estaría incluso dándole argumentos a Pedro Castillo para salir bien parado de las investigaciones por corrupción que se iniciaron durante su gobierno.
Todo esto no hace más que seguir minando el sistema democrático. Una parte importante de este debilitamiento la ha perpetrado este Congreso. Leyes en favor de la criminalidad y la impunidad han provocado este estado de cosas tan calatimoso. No hay que ser un iluminado para anticipar un escenario de extrema convulsión a partir del verano de 2026, cuando empiece a calentar la campaña electoral. Además de tener una buena cantidad de partidos impopulares, la delincuencia para entonces habrá ganado más terreno del que ya ha tomado.
Las muertes por extorsiones seguirán en aumento y el gobierno de la señora Boluarte estará más pendiente en hacer maletas que administrar el Estado. No es chalado pensar que la presidenta saliente esté barajando desde ya la opción de un asilo político, argumentando la misma persecución que ha utilizado la señora Nadine Heredia para refugiarse en el Brasil. La velocidad de trueno con que le entregaron el salvoconducto refuerza la hipótesis de un pedido de asilo que Boluarte podría tramitar el próximo año, no bien deje la presidencia. La interrogante es qué país se atrevería a cargar con tan pesado bulto.
Así que estamos avisados de la turbulencia que se avecina. Escucharemos toda clase de ofertas y promesas, muchas de ellas irrealizables, abundante populismo, fake news como nunca antes e inteligencia artificial queriendo agarrarnos de tontos. Es muy probable que muchos sucumban a los cantos de sirenas que pulularán cuando la campaña llegue al clímax. Posiblemente, con cada propuesta que aparezca, la demanda ciudadana por seguridad y una mínima calidad de vida hagan que la presidenta Boluarte cobre una factura muy costosa, la calle se agite de verdad y su gobierno termine con un contundente cero de aprobación. La contienda electoral y los últimos meses con este gobierno de salida, nos someterán a la infausta experiencia de ser un país lo más parecido a un pollo sin cabeza.

Comenzó su carrera en 1999 en el equipo fundador del Canal N. Durante todo el año 2005, hizo reportajes de investigación para el programa Cuarto poder, de América Televisión. Entre 2006 y 2007, fue editor general de Terra TV, un canal de televisión por internet de Terra Networks. Desde octubre de 2018 a marzo del 2022, dirigió el programa diario Nada está dicho por el canal de pago RPP TV. Desde el 2 de mayo de 2022, regresó a Canal N para dirigir el programa de entrevistas de política y actualidad: Octavo mandamiento.